Los gestos de María Eugenia Vidal de lealtad hacia su jefe político Mauricio Macri fueron ya suficientes. Estos contrastaron con la ingratitud habitual que le suele brindar Marcos Peña a la hora de retribuir apoyos e inventar vicepresidencias por ejemplo. El no desdoble provincial y la demolición del Plan V (algo no logrado aún, pero sí militado por ella) fueron los gestos concretos de Vidal. La resistencia desde la Rosada también fue y es fuerte.
Pero como en la política nada es ni lineal ni definitivo, y menos en este país y en esta elección, Vidal y Horacio Rodríguez Larreta, a partir de la excelente relación de éste último con Sergio Massa, empezaron a espiar una rendija por la cual Massa podría mantener su aspiración presidencial y Vidal zafar del salvavidas de plomo que significa Macri al tope de la boleta en la Provincia, medido en puntos entre 10 y 14 puntos por debajo de la blonda dirigente.
Se bancará la Casa Rosada, o sea Macri y Marcos, compartir la joya del espacio con “Ventajita”, dado el apodo que el Presidente le puso a Massa. En caso que la Justicia no habilite esto, ¿se jugará con un nuevo decreto que quizás lo deje afuera, o no?. Son preguntas que habrá que hacerse dentro de unos días, con el cierre del cronograma más encima,
O sea que se trata nada menos de la posibilidad de que Vidal concurra a la cita electoral de octubre con dos candidatos a presidente, Macri y Massa. Pero, por ahora, es víctima de un decreto propio que inventaron Federico Salvai y ella que buscaba evitar la unidad del peronismo en la Provincia, pero después nos detendremos en ello y sus posibles consecuencias. La política es el arte de lo posible.
Vidal y Massa tuvieron una correcta relación, de gobernabilidad de principio a fin del mandato, algo que no ocurrió en el plano nacional donde empezó así pero ahora es de enfrentamiento absoluto. Pero Massa entiende que aunque él no gane la Presidencia, mantenerse en ese renglón y evitar que Macri reincida otro período, la posición de jugar con Vidal le puede aportar votos y tranquilidad a ambos.
Para Vidal sería cambiar radicalmente la ecuación a la que estaba condenada hasta ahora, que consistía en hacer una excelente elección en la provincia, pero con posibilidades ciertas de perder ante el empuje de CFK en una elección de vuelta única, y dejarlo a su vez a Macri bien parado en el ballotage, pero con ella out en la Provincia. Ahora pasaría a mantener su voto y sumar los de Massa, casualmente lo mismo que quiere hacer Alberto Fernández. La jugada, si la intentan los dos, parecería ser buena. Y Massa -con una Alternativa Federal no muy competitiva- tendría una salida honrosa con su pasado reciente respecto de sus críticas hacia Macri y el kirchnerismo.
Macri firmó un decreto hace un par de meses, a pedido de la Gobernadora para evitar que hubiera colectoras nacionales como Massa y CFK con una sola lista provincial. Ese es el primer escollo – o sea que se derogue o hacer otro en su defecto en sentido contrario- que debe superar el oficialismo para que Vidal pueda colgar su candidatura a la de Mauricio Macri, y a la del candidato de Alternativa Federal, que ya todos descuentan que será Massa o no será nada.
En una elección atípica, en la cual todavía existen posibilidades de reacomodamientos en todas las fuerzas, Cambiemos que parece ser sólida -aunque limitada- en sus nombres, todavía puede dar sorpresas. Y esta podría ser una.
