“Lo que no se nombra no existe”. El lema, toda una declaración de principios, resonó a cada momento en la presentación del primer Observatorio de Violencia entre y hacia Lesbianas y Mujeres Bisexuales de Argentina, el último viernes, en la Legislatura porteña. La flamante área –que deriva del trabajo militante de casi 20 años llevado a cabo por la histórica ONG La Fulana, organización de y para lesbianas y mujeres bisexuales, que forma parte de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (Falgbt)– está a cargo de Mariana Spagnuolo y busca generar información estadística y “datos concretos como evidencias para visibilizar una realidad que conocemos hace tiempo: la violencia entre y hacia lesbianas y bisexuales que en nuestra sociedad existe y que tenemos que erradicar”, según palabras de la coordinadora. “Siempre fue un sueño en la organización tener un observatorio de estas características”, suelta a Noticias Urbanas, conforme y expectante.
De la jornada de lanzamiento participaron la legisladora del Frente para la Victoria María Rachid; Mariana Gras, presidenta del Consejo Nacional de Mujeres; Flavia Massenzio, coordinadora de la Defensoría LGBT, y Lucía Bocca, abogada del Área de Diversidad Sexual de la Dirección de Convivencia en la Diversidad, además de la propia Spagnuolo. Y acompañaron el legislador Edgardo Form (Nuevo Encuentro); la titular del Observatorio de los Derechos de las Personas con Discapacidad de la Nación, María José Lubertino; la secretaria general de Ammar Nacional, Georgina Orellano; la responsable del Área/Repartición de la Dirección General de Convivencia en la Diversidad, Marisa Nasimoff; el coordinador del Área de Diversidad Sexual del GCBA, Diego Borisonik; la activista y Personalidad Destacada de los DD.HH. de la Ciudad Norma Castillo; la directora general de Niñez, Adolescencia, Género y Diversidad de la Defensoría de la Ciudad, María Elena Naddeo –en rigor, compartió su adhesión desde Misiones–, y la coordinadora Académica del Bachillerato Mocha Celis, Vida Morant, que ofició como conductora del evento que oficializó el área declarada de Interés Social y para la Promoción y Defensa de los Derechos Humanos de la Ciudad por el parlamento local.
“No buscamos otra cosa más que poder ejercer nuestro derecho de vivir y amar libremente”, dice Spagnuolo, y ahonda en el espíritu de la iniciativa. “Respecto al ‘hacia’ del objetivo de la institución, creemos que somos víctimas de un tratamiento profundamente misógino. Eso se ve por ejemplo cuando dos chicas aparecen en un boliche como pareja. Ahí, en una situación de ese tipo, somos víctimas de una doble violencia, por ser mujeres y por ser lesbianas. Pero por otro lado, entre nosotras siempre hubo un tabú, que es sobre lo que también hay que trabajar como sociedad: la violencia entre lesbianas. La violencia de género, en ese sentido, es comúnmente visualizada como ejercida de varones hacia mujeres (heterosexuales, claramente). Vivimos en una sociedad patriarcal y machista, por ende, estamos en condiciones de reproducir esquemas de vincularidad y de poder de ese tipo. De allí, entonces, la violencia entre lesbianas y mujeres bisexuales”, expone Spagnuolo a Noticias Urbanas.
“No queremos generar diferencia entre mujeres hétero y las que no lo son, simplemente pretendemos dar visibilidad a aquello que no suele nombrarse. De esa forma, le damos existencia”, agrega.
Junto al lanzamiento del Observatorio se dio a conocer la Línea Violeta (11 3104-6789), una de las herramientas fundamentales con las que cuenta la oficina para poder brindar asesoramiento y contención a todas aquellas lesbianas y bisexuales que se encuentren en un contexto de violencia, atendida por militantes capacitadas en violencia entre y hacia lesbianas y bisexuales.
La línea tiene la tarea vital de acompañar a personas que no solo vivieron situaciones de violencia, sino que en el momento de acercarse a las vías establecidas de denuncia su situación fue desestimada por preconceptos o por desconocimiento. Esto es, lesbianas y bisexuales que, probablemente, a la hora de comunicarse con la línea fueron anteriormente revictimizadas, incluso en sus círculos más cercanos y de confianza. Por lo tanto, el apoyo y la escucha por parte de “otras compañeras lesbianas y bisexuales, que podrán entender los distintos códigos propios de la comunidad y a su vez el uso de los mecanismos estatales que trabajan contra la violencia, pretenden conllevar una empatía que facilite el proceso de derivación y ayude a quien se comunicó a salir adelante”, describe a NU Spagnuolo.
La línea también servirá como fuente principal de recopilación de información anónima para documentar los distintos casos que se vayan presentando. Las conclusiones que se obtengan de cada informe estadístico serán implementadas para sensibilizar a través de charlas y capacitaciones, tanto para organizaciones de la sociedad civil como para instituciones estatales, y a todo organismo que tenga como desafío formar parte del tratamiento integral en contra de toda forma de violencia.
“Trabajaremos junto a la Defensoría LGBT porteña en lo que refiere a la atención y/o derivación de casos y también articularemos con organizaciones y espacios que traten la temática de la violencia desde una perspectiva feminista no heterocéntrica, e instituciones públicas dispuestas a poner de manifiesto esta realidad e incorporar esta problemática en sus plataformas de trabajo. Por eso, este Observatorio se crea en un marco de militancia y con la concepción del Estado como un fuerte aliado, por lo que buscaremos consolidar espacios de trabajo en conjunto. Se tomarán experiencias del feminismo para entrelazarlas con los movimientos sociales sin perder los orígenes de la militancia barrial”, continúa la activista. La idea es que el Observatorio camine a la par no solo de la Defensoría LGBT, también única en su tipo en el país, sino además, por ejemplo, del Consejo Nacional de Mujeres, para generar protocolos de acción en referencia a la Ley 26.485, de Protección Integral a las Mujeres, y capacitaciones. En consecuencia, se trata de caminar a la par, alimentando al que acompaña y dejándose alimentar.
Concluye Spagnuolo: “En esta primera etapa del Observatorio, el área de acción va a ser la zona metropolitana, con la pretensión de multiplicar la experiencia en todas las provincias de nuestro país, porque nos parece necesario, imprescindible y urgente detectar, prevenir y erradicar la violencia entre y hacia lesbianas y bisexuales. Y porque el silencio no es salud: la violencia entre lesbianas y bisexuales existe, y hay que nombrarla para poder trabajar sobre ella”.