Las elecciones de este año obviamente serán distintas a las anteriores. La pandemia solo logró –hasta ahora, al menos- atrasarlas un mes, pero también terminó de desdibujar el ya escaso interés que la ciudadanía tiene por estos comicios. Hablando con encuestadores, éstos reconocen que todavía es muy alto el desconocimiento del acto electoral o el interés que tienen por el mismo los que lo detectan y ni qué hablar que sólo aquellos hinchas –símil futbol- por una marca como Frente de Todos o Juntos por el Cambio tienen el voto casi o totalmente definido.
Desde ese panorama inicial vamos a intentar desde estas líneas determinar cuáles son las principales cuestiones que están en juego en esta contienda, y donde y porqué se concentra el mayor interés en ellas.
Si bien hay distritos (Provincias) que son más vidriera que otros, la cuestión es que todos ellos aportan proporcionalmente diputados al Congreso de la Nación. No así los senadores, entre los que la repartija de dos para el ganador de la elección y uno para el segundo no reconoce ni habitantes ni tamaños. Y es justamente la cantidad de diputados que alcance cada coalición (la gobernante y la principal opositora) uno de los puntos cruciales que determinarán, entre otros factores, el curso de los dos próximos años de gobierno. Veamos cómo está el conteo.
Mayoría en Diputados
El Frente de Todos cuenta con 119 diputados nacionales, diez menos de los necesarios para conseguir el quórum para sesionar. En esta elección de medio término arriesgará 50. La cuenta es sencilla: necesitará sumar 60 para garantizarse la mayoría en la cámara baja. En la Provincia de Buenos Aires, la coalición Todos debe renovar 16 (entraron por distintos espacios) y Juntos por el Cambio 14, fruto del recordado triunfo de Esteban Bullrich sobre CFK en 2017. Irán palo a palo por cada uno de ellos, como a lo largo y ancho de todo el país. Hay distritos que son adversos al kirchnerismo como Córdoba, pero quizás logren allí una “ganancia hormiga” que, si se multiplica en otras provincias, los haría llegar al quórum bendito, sin el cual el oficialismo no está acostumbrado a gobernar. El Senado está y seguirá garantizado para el Gobierno. El otro tema está por fuera de estas dos coaliciones y son los partidos menores o provinciales, que pueden funcionar como aliados (o no) del oficialismo, un rubro que no funcionó muy aceitadamente en la primera mitad del mandato.
Gabinete
El gabinete –más allá de los dos cambios de esta semana, uno previsto y el otro, una eyección inesperada-, es otro de los lugares en donde repercutirá el resultado y el desempeño de cada una de las fuerzas de la coalición. Más allá del equilibrio que el presidente Alberto Fernández pretende continuar en la conformación a futuro, no es lo mismo que gane Agustín Rossi en Santa Fe, el kirchnerismo en Córdoba o que pierda Axel Kiciloff en la Provincia de Buenos Aires por poner algunos ejemplos. Y hay muchos otras situaciones que se pueden sumar para elevar o enterrar dirigentes. El nuevo mapa político determinará el nuevo gabinete. Desde todas las terminales están listas para avanzar o resistir. Es una realidad irrefutable.
2023
Por último, hay que estar atentos en las dos fuerzas a los precandidatos presidenciales que no están declarados, pero que se mantienen en las gateras desde hace un largo tiempo ya. Concretamente, habrá que evaluar cómo se asocian a los resultados obtenidos en noviembre los nombres de Sergio Massa y hasta la posible reelección de Alberto en el oficialismo, así como el desempeño de los candidatos de Horacio Rodríguez Larreta (fundamental su resultado en CABA) y el resurgimiento de la UCR a partir de Martín Lousteau y Facundo Manes, siempre con Enrique Nosiglia de armador base. Kiciloff necesitará un triunfo claro y limpio para seguir en la carrera principal y Máximo Kirchner deberá continuar creciendo en influencia en la misma Provincia que hoy gobierna Axel, pero que sería su próximo destino si se cumplen sus deseos. Todo lo demás serán sorpresas, si las hubiera.
