Los motivos no siempre son los que se dicen públicamente. Es más, nunca hay una sola causa para explicar un hecho. En el caso de los policiales, los razonamientos son más intricados y tienen una multiplicidad de argumentos para señalar o dilucidar lo que pasó. El martes de la semana pasada, el jefe de Gobierno de la Ciudad, Horacio Rodríguez Larreta, decidió volver a poner al frente de la Policía de la Ciudad a un uniformado. El jefe de Gobierno nombró a Carlos Kevorkian como nuevo jefe y a Gabriel Berard como subjefe. De esta manera, le volvió a dar el mando de la fuerza a los policías. El dato no es menor y tiene varias explicaciones.
Con la detención a fines de abril del comisario y exjefe de la Policía de la Ciudad, José Pedro Potocar, acusado de liderar una asociación ilícita, Larreta había decidido que un civil se hiciera cargo de la fuerza. Así, el secretario de Seguridad del Gobierno porteño, Marcelo D’Alessandro, fue el elegido para comandar la institución. Pero, en realidad, quien manejaba la fuerza era el subjefe, Kevorkian. Y esto tenía una explicación lógica.
“En toda fuerza de seguridad se genera un malestar si nombran a un civil en el cargo máximo. Los uniformados quieren ser manejados por uno de ellos. Nombrar a un civil siempre genera problemas, y la Policía de la Ciudad no es la excepción”, le dijo a Noticias Urbanas un comisario que trabajó en la Policía Federal y ahora reporta en la fuerza porteña.
Ese dato influyó en el nombramiento de Kevorkian, pero además se deben tener en cuenta otros sucesos que están relacionados entre sí. La interna política que viene de larga data entre la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, y el ministro de Justicia y Seguridad de la Ciudad, Martín Ocampo; los violentos incidentes que ocurrieron el lunes 18 de diciembre en el Congreso, justo una semana antes del nombramiento de Kevorkian, y el plan de Larreta para eliminar las 54 comisarías de la Ciudad y pasar, en principio, a 15, una por comuna.
No fue casual que la decisión política de devolver el mando de la fuerza a la propia policía se haya tomado luego de los incidentes del lunes 18 en el Congreso. Ese día, la Policía de la Ciudad estuvo a cargo del operativo.
Tanto políticos y funcionarios como policías le explicaron a Noticias Urbanas que los incidentes también tuvieron que ver con la interna entre Bullrich y Ocampo.
Los funcionarios porteños sospechan que la ministra les quiso hacer pisar el palito. El jueves anterior a los incidentes por la reforma previsional se produjeron otros incidentes, y esa vez la Gendarmería estaba cargo del operativo. Debido al mal desempeño de esa fuerza se decidió que el siguiente operativo, que se debía llevar a cabo el lunes, estuviera comandado por la Policía de la Ciudad.
Básicamente, desde el Ministerio de Justicia y Seguridad porteño acusan a gente de Bullrich de “ayudar a pudrir la situación en el Congreso” y además se quejan de que utilizó los medios periodísticos para decir que mandaba a la Gendarmería y a la Federal a ayudar a la Policía porteña cuando la situación parecía descontrolada. “Es como decir que sin la ayuda de ellos no podíamos manejar la situación, y eso no es así”, se quejó un colaborador de Ocampo.
El otro dato que tomó en cuenta Larreta para nombrar a un uniformado al frente de la Policía tiene que ver con la disolución de las comisarías. El objetivo del jefe de Gobierno es claro: quiere más policías en la calle, y la disolución de las comisarías forma parte de ese plan.
El problema es el siguiente, en cada comisaría trabajan alrededor de 150 policías, si de 54 pasan a 15, los policías están intranquilos porque no saben adónde van a ir a parar. Si encima ese cambio es liderado por un civil, la situación se complica aún más. Por eso, se decidió que para llevar a cabo este proceso, lo mejor era nombrar a un policía al frente de la fuerza. Y Kevorkian no es cualquier policía, fue superintendente de Investigaciones de la Policía Metropolitana. Un hombre del riñón del Gobierno porteño. Por primera vez el mando no fue a parar a un hombre de la Federal traspasado a la Ciudad, porque Larreta quería a alguien de su confianza.
A pesar de que Kevorkian estaba al mando de un operativo en la cancha de Huracán el 25 de junio de 2005, cuando la hinchada de Defensores de Belgrano fue apaleada y un chico de 17 años murió a causa de los golpes, el policía tiene el respaldo de la actual tropa policial y del poder político.
El exasesor del Ministerio de Seguridad de la Nación en la época de Nilda Garré, Jorge Rodríguez, habló con Noticias Urbanas y fue un paso más allá al explicar cierta interna que aún se vive en el seno de la Policía de la Ciudad y que se originó con el traspaso de la Federal.
“Los miembros de la Policía de la Ciudad también están viviendo internas salvajes, en parte debido al futuro traspaso de comisarías a las comunas y por las disputas de las diferentes cajas recaudatorias delictivas, es decir, coimas a los narcos y transas, cohechos en todo tipo de delitos, venta de protección a los comerciantes (‘quintas’) y toda la bijoutería vigente de cuando formaban parte de Policía Federal. Con el agravante de que los jefes de comisarías, ante el temor de que se les corten los negocios –verbigracia, delitos policiales–, han dado órdenes a sus adláteres y secuaces de que recauden a diestra y siniestra, olvidando sus supuestos buenos modales”, explicó Rodríguez.
La situación es compleja, pero siempre lo fue. Lo que está claro es que las explicaciones sobre los cambios tienen muchas causas. Lo que todos esperan es que los resultados sean los deseados. En caso contrario, la sensación térmica de la calle tendrá la última palabra.