La conversación con el veterano político saltaba de tema en tema, salpicada con hilarantes anécdotas referidas a personajes conocidos de su “mettier”, que las hacían aún más atractivas. Entre sonrisas y picardía, el exdiputado y funcionario, contestó a una pregunta incisiva de este cronista acerca de su máximo temor, con una síntesis genial, aunque no inesperada: “a lo que más le teme un político es a volver al llano”, disparó.
La sentencia del avezado conocedor de los pasillos del poder tiene por estos días más vigencia que nunca y se aplica en especial a la febril actividad que despliegan, desde hace algunos meses, algunos antiguos barones del Conurbano, hoy convertidos en ex de todo aquello que les interesaba.
Vueltos a la vida desde que perdieran el poder, se realinean, se redefinen, se reciclan y sueñan con regresar a aquellos recintos en los que fueron felices ejerciendo el oficio que mejor realizan: la traición que los devuelva al poder.
En esos avatares andan algunos exintendentes, que surgieron casi todos del Partido Justicialista, se reciclaron luego pasaron por el Frente para la Victoria, se fueron al Frente Renovador, luego regresaron al Frente para la Victoria y ahora, sin conchabo, avizoran el regreso surfeando sobre la ola amarilla del Pro.
Cariglino: PJ, FPV, FR y Pro
Un caso emblemático es el de Jesús Cariglino, el exjefe comunal del Malvinas Argentinas, que recorrió exactamente el camino descripto en el párrafo anterior. Fue intendente por el PJ, cuando se formó el FPV se unió con un broche en la nariz, dada su cercanía con Eduardo Duhalde, luego se fue al Frente Renovador y en esa circunstancia perdió la intendencia y también traicionó a Massa. Hace pocos días, el 17 de octubre, para mayor exactitud, Cariglino asistió al acto que organizó Gerónimo “Momo” Venegas en el club Atenas de La Plata, en lo que significó el primer intento del gobierno de Cambiemos de armar su “pata peronista”.
No sólo eso, el “barón caído” de Malvinas ya llegó a Pilar hace un par de meses, para cumplir una misión encomendada por la gobernadora y para eso ya le intervino a Nicolás Ducoté, el naciente barón, el Concejo Deliberante y hasta le impuso algún secretario para reforzar su tambaleante gestión. De todos modos, Cariglino no las tiene todas consigo. El mismo 17 de octubre en el que se subía a la lancha del Momo Venegas en el club Atenas, su archienemigo y sucesor al comando del municipio, Leonardo Nardini, lo acusó de “traidor”, le pidió la renuncia a la presidencia del PJ local -que aún conservaba hasta ese día- y lo denunció ante la Justicia por “enriquecimiento ilícito”.
De esta manera, se podría decir que el viejo barón cayó en Malvinas, pero resucitó en Pilar. Otro sueño cumplido.
Giustozzi: PJ,FPV, FR, FPV y Pro
En el ejército de los soñadores, Darío Giustozzi no deja de ser un adelantado. Surgido al calor de la militancia peronista, llegó a la intendencia de Almirante Brown casi inesperadamente, desplazando de la conducción del peronismo al veterano caudillo zonal Jorge Villaverde. Esto ocurrió en 2007 y hasta 2013 siguió en el FPV. Ese año saltó al Frente Renovador y fue electo diputado nacional por la Provincia de Buenos Aires.
En las vísperas de la elección de 2015, cuando Massa le denegó la posibilidad de candidatearse para gobernador, Giustozzi volvió a ejercer el “bachiano” arte de la fuga y regresó al FPV, desde el cual intentó volver a ganar la intendencia, pero perdió en las primarias con Mariano Cascallares, que finalmente ganó también las elecciones generales y ocupa actualmente el lugar que antes fue de Giustozzi. Como aún le quedan dos años más como diputado, éste volvió a la cámara baja y desde allí comenzó a votar en sintonía con el oficialismo nacional los proyectos más sensibles del Gobierno.
Posteriormente, el 17 de octubre pasado, Giustozzi decidió también entrar de lleno en el ejercicio del difícil arte de la fuga y se fue a festejar el Día de la Lealtad con Venegas y Cariglino al escenario del Club Atenas. En este caso, si bien todavía no hubo resurrección, Giustozzi aspira a volver a la vida desde su banca y aún sostiene la esperanza, aunque la concreción está lejos.
Cacho, que es Baldomero
Hay más viejos caudillos que también sueñan con la vuelta, tras haber sido desplazados por otros jóvenes dirigentes. Entre éstos descuella Baldomero “Cacho” Álvarez de Oliveira, exintendente de Avellaneda. Tras haber abandonado la intendencia para ocupar un cargo en La Plata, lo sucedió el presidente del Concejo Deliberante, Jorge Ferraresi, que culminó el mandato de Álvarez y luego fue reelecto en dos ocasiones. Este también se subió al escenario del Club Atenas de La Plata, aunque todavía por estos días, no tiene un armado político propio -Ferraresi se quedó con todo, como algunas esposas abandonadas y rencorosas-, por lo que su futuro político es incierto.
Sandro, sin Los de Fuego
Sandro Guzmán llegó a la intendencia de Escobar, que hoy ocupa Ariel Sujarchuk, de la mano del excomisario Luis Abelardo Patti y de su partido, Partido Unidad Federalista (Paufe). Esto ocurrió en 2007, pero a los pocos días, Guzmán se pasó con armas y bagajes al kirchnerismo. En 2013, cuando Sergio Massa lanzó el Frente Renovador, lo hizo acompañado por varios intendentes de la Primera Sección Electoral, entre los que se encontraba Guzmán.
Éste siguió hasta 2015 con el massismo, pero en abril de ese año volvió al FPV y fue candidato a diputado nacional en las elecciones bajo su divisa. Pero, en enero de 2016, Guzmán volvió al trapecio y el salto lo llevó al bloque de Giustozzi y, de ahí, en vuelo sin escalas, a apoyar las necesidades del oficialismo en el Congreso. Por ahora, Sujarchuk no se siente amenazado por su escasa presencia, pero el antiguo fuego que alumbró al seguidor de Patti sigue encendido, aunque ahora teñido de color amarillo.
Otacehé: Es malo estar solo el día de los leales
Otacehé era el más duro de los barones caídos. Perdió en octubre del año pasado -ayer se cumplió un año- la intendencia manos de Gustavo Menéndez, que debido a ataques y amenazas diversas, tuvo que ir a votar con chaleco antibalas y, antes, debió sacar a su familia del país. Hasta el comienzo de 2016 aún mantenía alguna influencia en Merlo, donde en noviembre del año pasado fue acusado de ser el promotor de una toma de tierras en Barrio Nuevo, de Libertad.
Hoy por hoy, el Vasco -como se lo conoce en su antiguo terruño- se encuentra sumergido en el olvido. Ni siquiera le dio por ir el 17 de octubre a reunirse con los otros expatriados que acompañaron al Momo Venegas. Es más, en los locales que ocupan sus seguidores, el Día de la Lealtad casi no había gente, mientras que las unidades básicas de su rival estaban repletas. Quizás en Merlo no confíen en la lealtad de Otacehé.
La patria Pro, que buscan que los cobije, antes los anatematizó
Finalmente, el 17 de octubre María Eugenia Vidal no fue al Club Atenas a acompañar a los “peronistas Pro” que, hoy por hoy, lidera el Momo Venegas. Pero por ella fueron Cristian Ritondo y otras figuras de su Gobierno.
Hoy, algunos de estos barones han sido aceptados en el seno del Pro, que antes los vinculaba con “la vieja política”, esa que debía desaparecer de la faz de la tierra. Los amarillos los necesitan para conseguir un GPS que los ayude a penetrar en los distritos en los que éstos antes fueron amos y señores, aunque hoy hayan sido “echados al abandono”.
La necesidad de sostenerse en el poder suele mostrar su cara de hereje, una que hasta puede obligar al oficialismo a aceptar lo impensado. Porque, ¿quién dijo que los malos no sirven para nada?