L a política cambió de manos en este tiempo de pandemia, crisis y reformulación del capitalismo. Nada será como era antes a partir de este momento. Si hasta a veces las derechas políticas de muchos países se están volviendo nacionalistas, estatistas y hasta progresistas, en algunos casos.
En Argentina, la desafortunada experiencia de Cambiemos, que llevó primero al gobierno y más tarde al fracaso a Mauricio Macri, obligó a sus mentores a recalcular su manera de hacer política. Parten hoy de la desilusión más arrasadora y su esperanza es haber aprendido la lección.
En las últimas semanas, la Sociedad Rural Argentina y la Unión Industrial Argentina, más hermanadas que nunca a pesar de sus viejas diferencias, renovaron sus planteles de conducción gremial, entronizando a los nuevos referentes, que llevarán adelante una “blitzkrieg” contra el Gobierno en la crucial elección de medio término que se realizará en noviembre. Esperan que de esta manera el proyecto peronista no se consolide y así ellos podrán colar sus exigencias y sus reivindicaciones.
Los nombres de los presidentes de las organizaciones gremiales que aglutinan a los empresarios más poderosos del país no significan demasiado para el ojo del público. Sólo sus proyectos políticos son importantes para evaluar el impacto de sus designaciones.
La UIA vira hacia la combatividad
El actual presidente del Banco de Inversión y Comercio Exterior (BICE) e histórico expresidente de la UIA, José Ignacio de Mendiguren, acusó a los mentores del recién elegido presidente de la entidad que agrupa a los industriales, Daniel Funes de Rioja, de haber “vetado” su presencia en el Comité. Es de público conocimiento que el poderoso dueño de Techint, Paolo Rocca, además hombre fuerte de la Asociación Empresaria Argentina, es el hombre silencioso que mueve los hilos detrás de la escena empresarial.
De acuerdo con los alcances de la designación de Funes de Rioja, que no es empresario sino abogado laboralista y cultiva una dura línea de enfrentamiento con el gobierno, lo real es que está claro que la entidad va a radicalizar sus cuestionamientos contra las medidas que tomó y tomará Alberto Fernández. Debajo de él, casi todos los lugares de responsabilidad tienen una militancia paralela en la Asociación Empresaria Argentina (AEA). ¿Cooptación de la UIA por una entidad externa?
El fracaso de la “experiencia Macri” llevó a los principales patrones industriales a redefinir su rol en la vida política argentina. Ellos consideran que Juntos por el Cambio –coalición a la que seguirán apoyando- no representa cabalmente su proyecto. El fracaso les salió muy caro, porque Macri no sólo fue lanzado por ellos a la arena política, sino que cuando le abrió el grifo petrolero a Techint luego se lo cerró, dejando sin juego al mismo empresario al que antes le clausuró el camino para designar –en diciembre de 2015- al entonces senador Ernesto Sanz como jefe de Gabinete.
Es más, los industriales están atrapados en un sinsentido. Si la economía se sigue basando en el ajuste, ellos exigirán más bonos de Recuperación Productiva (REPRO), más pagos de Asistencia de Emergencia a la Producción y el Trabajo (ATP) y, por decantación, si fuera posible, aumentos salariales para los trabajadores y la clase media, que por estos días, sólo concurren a los centros comerciales para buscar alimentos y eluden aprovisionarse de los que ellos producen. Por eso, muchos buscan la salida exportadora como medio para sobrevivir.
Para muestra, bastan las palabras de Víctor Fera, presidente de supermercado mayorista Maxiconsumo, que hace pocos días sentenció que “más allá de controlar el costo de los alimentos, el verdadero problema es que los salarios están muy bajos”.
Los industriales exigen que, si no hay expansión de la economía, se cierren las fronteras y que por lo menos las 100 cucharitas que venden los supermercados sean de fabricación nacional, porque hoy hay escasas restricciones a la entrada de productos extranjeros.
La Rural: vacas que mugen cada vez más alto
En sintonía con la UIA, en la Sociedad Rural Argentina se impuso una lista que era opositora desde hace tiempo. Nicolás Pino representa, junto a Marcos Pereda, a integrantes de familias de larga tradición ganadera, no agropecuaria. Son los más conservadores dentro de una larga prosapia de dirigentes conservadores.
Pino, además de arrendar campos en Entre Ríos y General Alvear (PBA) es criador de la raza Angus y es además nieto de otra cabañera de la misma raza vacuna de origen inglés. Hace 25 años, además, dirige una faena de hacienda, por lo que algunos lo consideran “un matarife”, aunque no lo es. Él y Pereda, su vicepresidente, pertenecen a la verdadera élite agropecuaria.
Van a apoyar a JxeC, pero no confían demasiado en ellos. Los aceptarán, pero guardan “in péctore” con éstos muchas controversias, en especial con los radicales, en quienes depositaban en tiempos pretéritos sus ilusiones. En el ámbito ganadero se repite –como en la industria- un dejo de desilusión sobre la última experiencia de la coalición derechista que protagonizó –junto con el campo- un sonado fracaso político.
Con esta nueva conducción, que repite la línea Biolcatti, quedó desplazada la línea Etchevehere, cuya continuidad era el presidente saliente, Daniel Pelegrina. Se puede decir, parafraseando viejos apotegmas, que se acabó la leche de la clemencia. Ahora van a lanzar con dureza sus exigencias a toda la clase política, no sólo al oficialismo.
Pensar la política
Lo más curioso es que el detonante que hizo estallar esta etapa política provino del Senado. La vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner cuando piensa la política se ubica a años luz de sus adversarios, de sus enemigos y aún de sus aliados.
La medida de incrementar los salarios de todos los legisladores y de todos los empleados de ambas cámaras en un 40 por ciento desató toda clase de controversias. La primera de ellas fue con sus aliados del Frente de Todos y de la CGT, que apostaban a ajustar los salarios como manera de contener el déficit fiscal y para eso habían negociado con el líder cegetista, Héctor Daer, un tope en las paritarias del 30 por ciento, que la propia CFK dinamitó con esta decisión.
Esa mezcla milagrosa…
…de sabihondos y suicidas es el resultado de una Argentina caótica, que busca un rumbo que quedó truncado en 2015. Todo aquello que se había construido desde 2001, que incluía a las cadenas de valor industrial, la conquista de los mercados externos, el análisis y la imposición de los costos nacionales, la obturación del camino del dólar para ahorro interno, las paritarias por sobre la inflación, que habían significado la vuelta de un mercado interno que antes había destruido la dictadura que encabezó Jorge Rafael Videla, quedó abortado luego de la experiencia Cambiemos.
Los propios industriales se debaten entre el dilema de apoyar la recreación de las cadenas de valor o, simplemente, de defender sus dólares fugados, que hoy reposan en paraísos fiscales. Hasta los hombres del campo dudan entre esos dos caminos.
La disyuntiva de todos ellos es defender el mercado interno o abrirlo a los productos extranjeros. Desarrollar los procesos de sustitución de importaciones o aceptar éstas. Todos saben que un país se desarrolla protegiendo su mercado interno y exportando los excedentes de la producción nacional. El desarrollo hacia afuera no genera desarrollo interno. Tampoco el predominio de la actividad financiera por sobre los procesos productivos son ventajosos para el país.
Siempre hubo –y habrá- ganadores y perdedores en esta batalla por el desarrollo. El problema es cuando pierde el país y en ese dilema se debaten todos, sin que nadie acierte a convocar a todos para encontrar un camino.