En lo que parece que será una constante a lo largo de los duros tiempos de la oposición, los intendentes peronistas se plantaron frente a la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal, que busca los votos para aprobar su presupuesto anual y le reclamaron que para conseguir el endeudamiento que pretende deberá aceptar dos realidades: disminuir la cifra en que piensa endeudara la Provincia y destinar un fondo para financiar obras en los municipios.
El año pasado, los jefes comunales hicieron lo mismo y la jugada les salió casi redonda. Consiguieron que les destinaran 10 mil millones, con los que este año hicieron obras, aunque el Gobierno provincial les giró menos dinero que el que había comprometido. De todos modos, alguno de los alcaldes adelantó que este año, el fondo destinado a los municipios deberá ser, como mínimo, similar al del año pasado. A esta cifra, agregaron se le debería sumar alrededor de un 20 por ciento, producto de los 17 puntos de inflación que proyecta para 2017 el Gobierno nacional en su propio Presupuesto.
Vidal solicitó que para 2017 se la autorice a endeudarse por 84 mil millones de pesos y 672 millones de dólares, cifras que los intendentes pretenden reducir, aunque sus colegas de Cambiemos les anticiparon que para que haya plata para todos los jefes comunales, los guarismos no pueden ser inferiores a los 60 mil millones, que es el número en el que unificarían sus posturas todas las líneas políticas internas del peronismo.
El año pasado, Vidal pidió que le autorizaran a endeudarse por 120 mil millones de pesos, de los que le avalaron la mitad, unos 59 mil millones.
Este martes 22 de noviembre -cuando se cumplía el primer aniversario del triunfo de Mauricio Macri en los comicios nacionales- los jefes comunales peronistas se reencontraron en Tres de Febrero, adonde reafirmaron su postura de no autorizar la cifra -para ellos exorbitante- del endeudamiento y para avanzar en su postura en las negociaciones.
Paralelamente, en el Senado, se postergó la reunión de la Comisión de Presupuesto que se iba a realizar el mismo martes y se realizaría este miércoles a las 17:30, siempre que haya quórum, una materia que es objeto de negociación.
Al contrario de lo que sucedió el año pasado, cuando esta misma negociación partió los bloques peronistas de diputados y de senadores, en esta ocasión, todos se han mantenido unidos. En esa actitud tuvieron una influencia decisiva tanto las postura de los jefes nacionales, entre los que se cuentan Florencio Randazzo, los distintos grupos en los que se alinean los jefes comunales (Fénix, Esmeralda, Patria y El Establo) y Máximo Kirchner. Todos ellos influyen sobre distintos sectores de los legisladores, pero han logrado una sintonía que sólo se explica en base a la proximidad de una batalla, que se producirá en las elecciones del año próximo.
Hace pocos días, los operadores de Vidal se mostraban optimistas frente a las supuestas divisiones que creyeron entrever en el interior de los bloques en los que se alinea el peronismo en la Legislatura provincial, pero esa imagen se habría diluido, aparentemente, por lo enunciado en el párrafo precedente. El proyecto de agrandar aún más las brechas que existen, dividiendo las votaciones, habría fracasado a causa de la nueva realidad que vive la política, que lleva a pensar más allá del presupuesto.
Un caso para profundizar el estudio del peronismo es que, por primera vez en su historia, las convocatorias a la construcción política se producen entre pares. No existen liderazgos nacionales definitivos, que agrupen detrás de su figura al conjunto. Sólo existen líderes distritales de los territorios municipales y, en algunos casos, provinciales.
Ésta fue la razón principal por la que Daniel Scioli perdió la elección del año último frente a la figura de Mauricio Macri. Como no era el jefe del peronismo, no fue capaz de liderarlo y aglutinar a todas las fuerzas del peronismo para trabajar por su candidatura. La dispersión fue el arma letal que lo derribó, más allá de las virtudes de su oponente y hasta de sus propios defectos.