El kirchnerismo empezó a caminar rumbo a las PASO con el objetivo de derrotar al Presidente, Alberto Fernández y volver a tomar el control del peronismo. A esta altura del calendario electoral hay dos líneas de trabajo concretas. Un sector considera que Cristina Kirchner debe ser candidata a presidenta para poder llevar adelante un gobierno similar a los que ella y Néstor Kirchner encabezaron. Además, creen que es la única capaz de ser competitiva en una elección que ya saben que será muy difícil de ganar.
Para ese sector todavía es posible que la Vicepresidenta de vuelta su decisión de no competir en las elecciones y creen realmente que el operativo clamor no tiene como único objetivo acumular poder, sino terminar de convencer a CFK de que es la única opción para “frenar el regreso de la derecha” a la Casa Rosada.
Los que forman parte de la segunda línea consideran que Cristina Kirchner ya dio todo lo que podía dar, que cumplirá con su palabra de no ser candidata, que hay que pensar en nuevos caminos bajo su tutela y que hay que dar la discusión dentro del Frente de Todos frente a la decisión de Alberto Fernández de no moverse ni un milímetro de su estrategia electoral.
Máximo Kirchner y Eduardo “Wado” de Pedro han sido los principales exponentes de esa postura. Fueron, en definitiva, los que advirtieron que el kirchnerismo no tenía más opción que jugar unas PASO, aunque todavía haya algunos dirigentes de peso que consideren que el peronismo está en condiciones de discutir una lista de unidad para evitar una interna furiosa.
Lo cierto a esta altura es que el plan para que Cristina Kirchner sea candidata se va diluyendo a un ritmo veloz. Máximo Kirchner y “Wado” de Pedro no juegan solos. Tienen el aval de la Vicepresidenta. Si están empujando la idea de las PASO e, incluso, desafían al Presidente a competir, es porque están dispuestos a librar una batalla de poder por los votos. Ahora, más que nunca, ellos o nosotros. Pero dentro del peronismo y sin CFK en vértice de la boleta.
El ministro del Interior se perfila como el principal candidato del kirchnerismo frente a la necesidad de que Axel Kicillof compita en la provincia de Buenos Aires. Las encuestas que llegan a las oficinas K no tienen datos que mejoren las proyecciones electorales respecto a las de los últimos meses. El gobernador bonaerense tendrá una dura batalla para retener el control político del territorio. No parece ser una opción viable para saltar a la cancha nacional, como se especuló el último mes en el oficialismo.
El peronismo empezó a padecer las encuestas más que nunca antes porque los datos no son positivos y porque sobrevuela el fantasma de salir terceros en los comicios, frente a la solidificación del proyecto de Javier Milei.
Lo que viene por delante es la discusión sobre la integración de las listas. Cómo se conforman y se ordenan. Es la negociación que se avecina en los próximos días, aunque ya hay contactos entre distintos armadores del peronismo para poder afinar el lápiz. El kirchnerismo aún no tiene una estrategia clara pero con el paso de las horas quedará a la luz. El tiempo de las definiciones importantes está cada vez más cerca y el contexto en el que se tomará tiene impregnado el malestar social.