Los números del Coronavirus, al rojo

Los números del Coronavirus, al rojo

Por Horacio Ríos

La negación de muchos argentinos es más peligrosa que el sedicioso microbio. La matemática virósica.


Entre las ciencias aplicadas para mermar los terribles efectos que descargó el Covid-19 sobre los pueblos del mundo, no es la menos importante la matemática. 

Medir los alcances de la pandemia, observar la evolución de los contagios y el ritmo de propagación es fundamental para prever las consecuencias de la segunda ola, que por los días que corren se anuncia catastrófica en los medios científicos.

Y está a punto de llegar, tal como la primera oleada, transportado por los viajeros que llegan desde Europa y a bordo de las superficies contaminadas que viajan desde uno al otro lado.

 

El contagio en los primeros días

El siete de marzo, las autoridades del Ministerio de Salud comunicaron la muerte del primer paciente en Argentina y en toda Latinoamérica. Fue un hombre de 64 años que viajó a París. Enfermedades preexistentes agravaron el cuadro y falleció en el Hospital Argerich.

Desde allí, las cosas se agravaron. Sólo en marzo hubo 1.054 contagios, a un promedio de 34 por día. De éstos, fallecieron 27 personas, menos de una (0,87, para ser exactos) por día.

En abril, los casos se triplicaron: se produjeron 3.374 infecciones, a un promedio de 112 por día. En el mismo período, fallecieron por Coronavirus otras 191 personas, promediando algo más de seis por día. Como se puede deducir, hubo siete veces más fallecidos que en el mes de marzo. El virus se volvía cada vez más letal.

En mayo, mientras la cuarentena seguía en vigencia, se comprobaron 12.423 nuevos contagiados, a un promedio de 400 por día, de los que fallecieron 321, marcando un promedio de algo más de diez por día. Los números estaban a punto de volverse alarmantes.

Aumentan los contagios

En junio, cuando la cuarentena comenzaba a ser flexibilizada en algunas regiones, hubo 47.679 nuevos casos, a un promedio de 1.590 casos diarios. Paralelamente, el Covid-19 provocó en el mismo mes 770 fallecimientos, a un ritmo de 25 por día. Simultáneamente, con un alto grado de irresponsabilidad, algunos sectores convocaron el 20 de junio a una concentración en el Obelisco, con las consecuencias que veremos a continuación.

En julio volvieron a casi triplicarse los contagios, que llegaron a 126.772, mostrando un promedio de 4.090 por día. En este mes se produjeron 2.239 fallecimientos, a un promedio de algo más de 72 por día. Como anécdota queda una nueva y poco oportuna marcha hasta el Obelisco a la que convocaron sectores de la oposición, en la que no hubo una mínima distancia entre los manifestantes y proliferaron cientos de barbijos caídos y miles de nuevos contagios en el aire.

Agosto llegó con una duplicación en los contagios, que alcanzaron la friolera de 417.735 casos, a un promedio de ¡¡7.548!! por día. Los decesos también sufrieron una fuerte alza: fueron 5.132 en este mes. ¿El promedio?: 165 por día.

En el mes de septiembre, a pesar de que la tragedia se negaba a abandonar a la Argentina, existieron “solo” 333.266 casos y parecía que el virus comenzaba a volverse menos agresivo. El promedio de casos fue de casi 11.109 personas contagiadas cada día. De todos modos, hubo 8.292 personas fallecidas, a un promedio de 276 por día. Nada convocaba al optimismo, pero al menos la situación no empeoraba demasiado.

En octubre se sobrepasó el millón de contagiados por la pandemia. Al sumar 415.923 nuevos infectados, se llegó a los 1.166.924 enfermados por el virus. El promedio fue de 13.417 nuevos casos en cada jornada. Los fallecidos, en cambio, alcanzaron la cifra de 14.092, con un promedio de 454 óbitos cada día. El primer día del mes tuvo la particularidad, además, de que la Provincia de Buenos Aires sumó a las estadísticas una gran cantidad de fallecidos que no estaban contabilizados, que llevaron la cifra a 3.352 ese día. Un desesperante record que no estaba previsto.

En noviembre, el Covid-19 parecía estar cediendo un poco, no demasiado, en su virulencia, pero era sólo una tregua, aparentemente. En este mes se produjeron 257.609 contagios, a un promedio de 8.586 cada día, una cifra similar a la del mes de agosto. De todos modos, hubo que lamentar todavía 7.749 víctimas, a un promedio de 258 cada día, muchos más que los que murieron en agosto.

En diciembre se produjeron hasta el 16, 84.476 nuevos contagios, que significan un promedio de 5.280 por día. La cifra es algo menor que en los meses en los que el virus parecía inalcanzable, pero no existe tranquilidad.

 

Medir los alcances de la pandemia, observar la evolución de los contagios y el ritmo de propagación es fundamental para prever las consecuencias de la segunda ola, que por los días que corren se anuncia catastrófica en los medios científicos.

 

¿En la antesala de la tragedia?

Un llamado aparte merece la actitud de muchos porteños con los que este cronista y sus relaciones más cercanas se cruzan en las calles. Cunde en los espacios públicos una despreocupación rayana con la estupidez, ya que cientos de corredores, ciclistas y caminantes simplemente se quitan o se bajan sus barbijos y se pasean alegremente, sin respetar distancias ni tomar mínimas medidas de seguridad.

Los argentinos ya hemos visto lo que ocurrió en otros países, en especial europeos, que suelen ser un anticipo de lo que meses después viviremos aquí. En Francia, en Alemania, en Holanda, en Italia y en el Reino Unido, por citar sólo algunos casos elegidos arbitrariamente, se está volviendo al confinamiento a causa del brutal rebrote del Coronavirus. En Suecia, inclusive, la crisis se agrava ante la falta de enfermeras. Muchas de éstas han renunciado, hastiadas por los bajos salarios y por la alta presión a la que son sometidas.

El ardor de la esperanza

La única esperanza que sigue en pie se llama Gamaleya, ya que el laboratorio norteamericano Pfizer demoró el futuro aprovisionamiento de vacunas con excusas absurdas. Sus directivos prefirieron, en realidad, atender primero al mercado de su país y nada más.

La vacuna de Oxford-AstraZeneca-mAbxience se encuentra algo demorada por algunos problemas, muy comunes cuando de investigación se trata. Aparentemente existiría una vía de acercamiento con Gamaleya, que está trabajando en una dirección científica similar.

En cambio, desde Rusia llegarán las vacunas, aunque quizás no con la premura que se planificó anteriormente. De todos modos, es posible que en el transcurso del mes de diciembre lleguen las primeras dosis de la Sputnik 5, que a más tardar estarán en febrero en Argentina.

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