Aunque todavía no hay definidos candidatos oficiales en cada uno de los espacios, los que se prueban el traje de presidenciables han comenzado con la tarea de buscar aportantes para sus futuras campañas electorales.
El panorama es muy dispar. Horacio Rodríguez Larreta marcha primero en la ejecución del plan de campaña, recaudación incluida. Tres son los jugadores centrales -Edgardo Cenzón, Gabriel Martino y su hermano, Augusto Rodríguez Larreta-, más un cuarto, Jorge Anzorreguy, a cargo del rol más antipático.
Por el lado del Frente de Todos se apoya en las cajas públicas y algunos “empresarios K”. Y si se toma a Sergio Massa por separado, él atiende el juego por sí mismo y con la ayuda de un enlace clave, José Luis Manzano, tras la muerte del banquero Jorge Brito.
En tanto que Patricia Bullrich recurre a cenas, una fundación y un instituto.
La estrategia de Larreta
Cenzón acumula experiencia en las lides recaudatorias: junto a “Nicky” Caputo manejó el fondeo de las campañas de Mauricio Macri, en 2015, y de Rodríguez Larreta, en 2021. Ahora participa con dos premisas: “ordenar” el sistema de recaudación y cerrar las heridas que dejó Macri entre los empresarios.
En particular, entre los que terminaron decepcionados con su gestión –léase Unión Industrial Argentina, entre otras entidades- o que desfilaron por tribunales con la “causa Cuadernos” –leáse Cámara Argentina de la Construcción, por ejemplo-, y le reprochan al expresidente que les soltó la mano.
Por su parte, Martino, el extitular del HSBC en el país, más conocido como “el Pájaro”, dialoga con –y busca seducir a- otros empresarios; en particular, aquellos que no son proveedores del Estado. ¿Ejemplo? Las tecnológicas, “unicornios” y similares.
En tanto que su hermano, viaja a las provincias, busca referentes, amplía la base y contiene a los mimosos. Pero al igual que el jefe de Gabinete porteño, Felipe Miguel, también se reúne con empresarios y otros posibles aportantes. Algunos exigen definiciones de la cúspide de Juntos por el Cambio antes de hablar de donaciones, que las hay. Y su hermano Horacio ha escuchado reclamos sobre cuentapropismo, también. Circulan versiones, incluso, sobre un “incidente” que habría ocurrido en Córdoba.
Jorge Anzorreguy, por su lado, lleva el apodo que le colgaron anticipa su rol: “El maléfico Doctor No”. No pasa la gorra: se sienta sobre la chequera y, apoyado en sus conocimientos como abogado, decide en qué se gasta, cómo y cuánto, para evitarle dolores de cabeza al jefe, aún cuando acumule reproches –y hasta insultos- desde múltiples puntos del país.
El equipo de Bullrich
Patricia Bullrich, montó su propio equipo, que lidera María Oneto, con Nicolás Massot, Paula Bertol y Federico Pinedo en otros roles.
Buscan seducir financistas, para lo cual apelan a las cenas y almuerzos en casa privadas, desde hace un año y medio, y canalizan fondos a través de una fundación, en Estados Unidos, y un instituto en tierras porteñas. Todo, previenen, en blanco y acorde a la ley. Dato: los laboratorios están muy nerviosos con ella.
Manes también pasa la gorra
Los radicales van con Facundo Manes a la cabeza y con su hermano Gastón como brazo derecho. También lo tiene a Gastón Douek y al otrora senador Ernesto Sanz, mientras que Emiliano Yacobitti concentra sus energías en distritos como Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe. También participa Daniel “Tano” Angelici.
¿Los liberales recaudan?
Javier Milei, en tanto, se apoya en su hermana Karina y en el comunicador Carlos Kikuchi, como antes se apoyó en Carlos Maslatón, Marcos Urtubey y Álvaro Zicarelli, y más atrás en José Luis Espert y Luis Rosales, además de la relación con el empresario Eduardo Eurnekián.
Fiel a sí mismo, desde sus inicios lo rodean las versiones sobre los aportes que habría recibido de otros candidatos –desde Rodríguez Larreta, como afirmó Maslatón, a Massa-, aunque Milei siempre lo negó. Sí reconoció, en cambio, que en 2021 le ofrecieron una valija con US$300.000 si bajaba su candidatura, que rechazó.
Las cajas del Estado
Rodríguez Larreta cuenta, también, con una ventaja sustantiva que comparte con Alberto Fernández y Axel Kicillof: gobiernan.
Les aporta una visibilidad de la que carecen otros potenciales candidatos, además de acceso a fondos públicos –en particular a la publicidad oficial- que puede desviar para fines proselitistas, lo que está vedado por la ley pero que muchos han hecho o hacen igual.