Los próximos pasos de una dirigente indomable

Los próximos pasos de una dirigente indomable

Por Eduardo Paladini

En el Pro quieren que se postule en la Ciudad para frenar una vuelta prematura de Lousteau, pero ella emite señales hacia Provincia. Vidal le reconoce valor y Macri se reúne con ella.


A Nicolás Caputo, “un hermano sin papeles”, según definió el propio Mauricio Macri, le pidió que venda sus empresas. A Daniel Angelici, otro amigo del presidente, lo trató de lobbista judicial, de corrupto, y directamente lo denunció en la Justicia. A Juan José Aranguren, el ministro más cuestionado del Gobierno nacional, también lo dejó en posición incómoda cuando, casi desde un lugar opositor, pidió rever la desprolija suba de tarifas. A Pablo Bressi, el jefe de la policía de María Eugenia Vidal, lo tildó de cómplice (por acción u omisión) del narcotráfico y prometió un informe para sepultar su carrera. A Patricia Bullrich, la ministra de Seguridad de la Nación, la dejó en posición sensible cuando, en medio de la polémica con Juan José Gómez Centurión, invitó al desplazado jefe de la Aduana a su casa para darle su apoyo. Y Susana Malcorra, canciller y candidata a secretaria general de la ONU, también conoció sus dardos envenenados cuando reclamó precisiones sobre el comunicado conjunto con Gran Bretaña, justo cuando Macri buscaba bajar la polémica sobre el tema en Nueva York. A Ernesto Sanz, dirigente radical que actúa como asesor privilegiado del líder del Pro, lo ninguneó como en una pelea de niños: dijo que no se acordaba su nombre.

En poco más de nueve meses de gestión de Cambiemos en la Nación y la provincia de Buenos Aires, Elisa Carrió desató sucesivas tormentas internas dentro del oficialismo. Sus detractores siguen ilusionándose con una profecía que hicieron casi desde que la jefa de la Coalición Cívica impulsó Cambiemos junto a Macri: que algún exabrupto, desplante o denuncia de la diputada terminará haciendo volar por los aires a la alianza gobernante. Los que la apoyan reivindican cómo se fueron confirmando en la Justicia las denuncias por corrupción en las que la chaqueña fue pionera y valoran el filtro ético que pondría un límite a la gestión.

Cuando las elecciones de 2017 empiezan a desperezarse y su nombre aparece como alternativa en distintos distritos, la pregunta rebota con fuerza. Carrió: ¿pieza fundamental para consolidar un cambio o bomba política a punto de explotar?

Hace algunos domingos trascendió a los medios una visita de mediodía que la diputada le había hecho a la familia Macri en la quinta Los Abrojos. Luego se ampliaría la información: no era la primera ni la segunda vez que Carrió compartía una comida íntima con los Macri. Como otras veces, no trascenderían demasiados detalles de esos contactos entre el Presidente y su aliada, que son mucho más habituales de lo que incluso algunos oficialistas suponen.

Con casi todas las figuras candidateables del Pro insertadas en gestiones (la Nación y las dos Buenos Aires, más las intendencias), y con un mandato próximo a vencer, a nadie se le ocurriría pensar en una Carrió fuera de la grilla de postulantes el año próximo. Pero ella, como aliada externa, se dedica a construir su figura sin confirmar dónde pondrá su apellido.

Hoy se manejan básicamente dos alternativas con Carrió: una postulación en Provincia o una en la Ciudad. En el Pro, por ahora, son más los que se inclinan por una repetición en Capital. El beneficio, dicen, sería doble: por un lado, tabicaría una eventual vuelta prematura de Martín Lousteau, el embajador en los Estados Unidos, que ya avisó que sus aspiraciones porteñas siguen intactas luego del susto que le hizo pegar a Horacio Rodríguez Larreta el año pasado; por el otro, allanaría la construcción de una idea de “equipo de candidatos” bonaerenses, un eufemismo político para evitar reconocer la falta de figuras de peso electoral en el principal distrito del país. Carrió, ni hace falta decirlo, es poco adepta a que la conduzcan.

El problema para el Pro, hoy, es que todas las señales de la diputada se concentran en tierra bonaerense: se mudó a Exaltación de la Cruz, donde fijó domicilio; sus denuncias se concentraron en Daniel Scioli, exgobernador provincial y posible candidato en el distrito, y también apuntó contra el jefe de la Bonaerense, el mencionado Bressi.

Días atrás, cuando varios medios dieron cuenta de nuevas irregularidades de la gestión sciolista, a algunos dirigentes les llamó la atención el silencio de Carrió. Podría haber hablado por teléfono, pero no personalmente: estaba en Italia, buscando nuevos datos para seguir con su embestida contra el exmotonauta. Volvió esta semana.

En medio de esa tensión, una de las principales involucradas en la Provincia ya avisó internamente: Vidal no solamente apoya el rol de Carrió y valora la convicción con que avanza, sino que, ante la ausencia de figuras nacionales, dice que la líder de la Coalición Cívica tiene que ser parte de los pilotos del oficialismo que recorran el país para la campaña. ¿Qué hará Carrió en 2017? Difícil saber cómo obrará mañana.

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