Ocurre en las mejores familias –también en las peores– que sus integrantes se muestran incapaces de ocultar sus disidencias ante el entorno social. Es así que todos saben qué piensa la esposa de su marido, lo que dicen sus hijos de sus padres y hasta lo que interpretan los vecinos sobre sus peleas, que no se privarán de opinar aunque ignoren todo acerca del conflicto real que transcurre entre las paredes de un hogar.
En el Frente Amplio Unen (FAU) existen casi las mismas confrontaciones que acontecen en todas las demás fuerzas que conforman alianzas políticas, pero el problema en el FAU es que todos los vecinos opinan acerca de sus miserias, porque ellos mismos no se privan de ventilarlas permanentemente en público. Seguramente en las demás fuerzas políticas existe el mismo caldo de cultivo, pero se mantiene casi siempre en la trastienda para que la publicación de sus desacuerdos no afecte sus proyectos de poder.
De todos modos, llegó la hora de desmitificar la armonía política, que goza de una excesiva consideración entre los periodistas. Cuando esta pareciera reinar a la vista del público es porque prevalece el ocultamiento. No existe tránsito sin baches, sobrealimentación sin obesidad, caries sin azúcar ni ausencia de conflictos en un partido o en una coalición de partidos. El colmo sobreviene cuando en esa coalición figura la Unión Cívica Radical, cuyos más lúcidos exponentes no dejan pasar el tren de una interna sin abordarlo.
Es normal que coexistan en una agrupación de fuerzas políticas las ambiciones de varios candidatos. Como estos no operan en soledad sus postulaciones, sino que concitan el apoyo de sus aparatos partidarios, el conflicto es inevitable. Aunque en el caso del FAU lo paradójico es que todas las discusiones se magnifican porque sus diferencias se originan en la falta de esperanza que muestran sus miembros en las propias opciones electorales que están construyendo. Parecería que los radicales, protagonistas de casi todas esas discusiones, estuvieran huyendo de sí mismos, despavoridos luego de la experiencia de 2001. Siempre buscando afuera esa cohesión que perdieron entonces y jamás reencontraron.
En esta incongruencia, los operadores del FAU se encuentran todo el tiempo oteando el horizonte en busca de otras opciones. Así se produjeron las fotos del jujeño Gerardo Morales y del tucumano José Cano con Sergio Massa, a las que se agregarían pronto, según algunos voceros partidarios, las de los formoseños Luis Petcoff Naidenoff y Ricardo Buryaile. Pero habría más líderes radicales del interior que los seguirían. En La Rioja, el diputado Julio Martínez prepara el flash, mientras que en Santa Cruz, Eduardo Costa también se dispondría a preparar la corbata y la sonrisa que lo eternizará junto al líder del Frente Renovador. Entretanto, en Neuquén y Tierra del Fuego, Horacio “Pechi” Quiroga y Federico Sciurano aprestan sus mejores galas para imitarlos.
¿Apoyo a lista cerrada o alianzas regionales?
Esta circunstancia se potencia por las diferentes contraprestaciones que exigen los operadores del macrismo y del Frente Renovador. Los representantes del Pro se niegan a aceptar que sus eventuales aliados distritales apoyen a otro candidato presidencial que no sea Mauricio Macri, una obligación que no les impone Massa, que solamente busca la foto con candidatos distritales a todo lo largo y lo ancho del país para instalar la imagen de dirigente nacional que excedió la provincia de Buenos Aires.
La existencia de esa voluntad del Pro y del Frente Renovador de pescar en la pecera radical se tradujo hasta ahora en una cantidad de dirigentes distritales de la UCR que migraron hacia alguno de estos partidos con armas y bagajes, que pronto podría tomar más volumen. El día anterior a que se escribiera esta nota, el intendente de Dolores, proveniente del radicalismo y actualmente en la Coalición Cívica Camilo Etchevarren, anunciaba su apoyo a la candidatura presidencial de Macri y desatará seguramente nuevas tempestades en los próximos días.
Aquí lo que se discute ya no es más que una sola cosa: la posibilidad de que el radicalismo que hoy está en el FAU se vaya esparciendo lentamente, para alimentar con sus restos al macrismo y al massismo. Es necesario recordar que entre 2004 y 2010 ya muchos de sus dirigentes habían emigrado al kirchnerismo. Posteriormente, algunos volvieron al tronco madre, como el gobernador de Corrientes, Ricardo Colombi, y el exvicepresidente Julio César Cobos, y otros siguen adhiriendo al oficialismo nacional, como Gerardo Zamora, Maurice Closs y José Alperovich.
En estas circunstancias, la adicción de los radicales por el internismo político es el combustible que alimenta los rumores de cisma, cuando en realidad lo que atraviesa al viejo partido de Hipólito Yrigoyen es un sismo constante, si se nos permitiera el juego de palabras.
¡¡¡Es la matemática, estúpido!!!
Parafraseando al expresidente estadounidense Bill Clinton, que reclamaba una mayor atención para los números de la economía y un menor reparo en las necesidades de las empresas, la crisis permanente del FAU se va a resolver en los términos de las aspiraciones previas de los componentes de esa fuerza.
Más allá de las condiciones en las que se moviliza el FAU, hoy los números no son favorables a sus candidatos para llegar a la Casa Rosada, una situación que podría modificarse en un futuro, aunque por ahora no está a la vista. Existe, paralelamente, una fuerte presión de sus líderes distritales para que sus candidatos nacionales sumen en porcentajes mayores a los que ahora ostentan en las encuestas, porque esa posibilidad potencia su propio futuro, que podría truncarse en el caso de que acaeciera una catástrofe electoral.
Hay intendentes, senadores, diputados y aspirantes a gobernadores que desertarán inevitablemente del FAU si hacia febrero o marzo alguno de sus candidatos no alcanza una cifra tranquilizadora en las encuestas, que no puede ser menor a un cuarto o, mucho mejor, a un tercio del electorado. Si esto no ocurriera, muchos líderes del interior correrán a los botes salvavidas porque su supervivencia depende de una buena performance nacional –similar al menos a la que ellos ofrecen en sus territorios– para apostar al futuro. El problema es que estos radicales ofrecen una estructura que el FAU necesita sí o sí para garantizar su presencia nacional. Por eso, su futuro depende, en gran medida, de ellos.
El cuchillo del carnicero
En esta carrera, el exvicepresidente de la Nación Julio Cobos reconoció: “Tenemos que resolver esto de una vez por todas”, en referencia a las discusiones en torno a las alianzas futuras que comenzaron a tejer los candidatos a gobernadores de su partido, que “lo único que han hecho es daño al espacio”.
Cobos anticipó dramáticamente que el FAU “necesita poner un punto final” a esas discusiones y planteó que un camino para saldar el conflicto sería a través del voto de los afiliados de los partidos de la alianza, para que así “decidan si ratifican el frente” donde están o quieren otra cosa. “Porque, la verdad, así no se puede seguir.”
En estos chisporroteos, hay quienes actúan en clave dramática y quienes protagonizan pasos de comedia. Por este sendero caminó, quizás como una deformación profesional, el excineasta Pino Solanas, que, fuera del conflicto panradical, intentó despegarse de estas peleas expresando: “Yo no voy a ser el asesino de Unen, yo no voy a tener el cuchillo de carnicero”.
De todos modos, el cuchillo de Pino no le alcanzaría para ser candidato, ya que en los últimos días se levantaron varias voces para exigirle a él mismo, a Lilita Carrió y a Ernesto Sanz que declinen sus postulaciones para “clarificar” el futuro del espacio y para bajar el nivel de confrontación. Claro que si una de las voces que les pide a los demás que lo dejen solo en la candidatura es la de uno de sus candidatos rivales (Julio Cobos, para ser preciso), todos los demás están autorizados para sospechar de sus intenciones.
El guiño de Macri a Sanz y a Carrió
Si algo faltaba para completar la novela, fue el mensaje que este martes el líder de Pro envió por Facebook, en el que no descartó ir a las PASO contra Sanz y Carrió, algo que ambos precandidatos del FAU ya habían sugerido pero sin obtener respuestas concretas del otro lado. “Las PASO pueden ser la herramienta que necesitamos, no lo descarto. Quizá en ellas tengamos la oportunidad para ver claramente todas las cosas que tenemos en común con otras fuerzas. Somos muchísimos los que queremos un cambio verdadero. Veo esa vocación en Ernesto Sanz, la veo en Lilita Carrió y en otros dirigentes de todo el país”, apuntó el ingeniero.
El camino, iniciado por los dirigentes de la UCR Oscar Aguad (Córdoba) y Alfredo Cornejo (Mendoza), parece haber empezado a rendir sus frutos y promete sacudir nuevamente al FAU, con los radicales como protagonistas principales del destino de la fuerza.