Los residentes del Casco Histórico no quieren ser Polo Turístico

Los residentes del Casco Histórico no quieren ser Polo Turístico

Cambian los adoquines, nivelan las calzadas y “modernizan” San Telmo. La identidad del barrio, en peligro.


En su afán de potenciar su consigna “la transformación no para”, el Gobierno porteño se dispone a aplicarla en el área del Casco Histórico, adonde llevará a cabo una serie de polémicas medidas, que pretenden modificar su morfología urbanística y la identidad barrial de San Telmo y sus alrededores.

De acuerdo con sus primeras acciones, la idea de Rodríguez Larreta es crear en el área un polo turístico y gastronómico que tendría en cuenta la “modernización” de un área que se distingue por su fuerte identidad, su tradicionalismo y su sello cultural. Eso buscan los turistas en esta zona de la ciudad, en especial y si fuera víctima de la modernización, perdería gran parte de su atractivo y dejaría de ser el polo de atracción que es hoy. Esto, para empezar.

Otra de sus características es que tanto su empedrado –gran parte del cual fue levantado por la gestión de Mauricio Macri- como sus características edilicias le dan un carácter diferente al del resto de la ciudad. Nivelar sus veredas, al igual que se hizo en Palermo y en otros barrios, le haría perder identidad a San Telmo.

Otro punto es el del readoquinamiento. Al ser consultadas, fuentes del Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbanas, se concentraron en el adoquinado y en la transformación del barrio.

“Todos los adoquines que se están colocando para la puesta en valor del Casco Histórico son de granito, en sus dos variables de medidas, que son los que existen hace décadas en las calles empedradas de la Ciudad”, expresó la fuente.

Luego aseguraron que “todas las intervenciones que se están realizando en esta zona tan emblemática y turística de la Ciudad cumplen con la normativa que rige para las Áreas de Protección Histórica”.

Finalmente, la fuente reveló que “el Plan Integral Casco Histórico busca mejorar toda la zona, aumentando la movilidad peatonal y generando un entorno transitable y de disfrute para los vecinos/as y turistas que visitan Buenos Aires. Además, las obras incluyen la nivelación de calzadas, recuperación de veredas y fachadas históricas de la Ciudad, la colocación de nuevas luminarias y nuevos bolardos para mejorar la seguridad peatonal; así como la incorporación de 253 árboles nuevos (Santa Rita, Tilos y Prunus)”.

En estos momentos está en marcha el readoquinamiento de 72 cuadras, que incluye a la calle Bolívar, entre Belgrano y Garay y a las calles Humberto Primo y Carlos Calvo, entre Perú y Defensa. Las obras se extenderán a la nivelación de las calzadas y a la colocación de filas de bolardos –que se asemejan a las balas de cañón- para separar las veredas de las calzadas.

Los disidentes

Jonatan Baldiviezo, del Observatorio del Derecho a la Ciudad, expresó, en diálogo con Noticias Urbanas, que “los habitantes permanentes del barrio rechazan el plan de modificación del Casco Histórico, porque sólo quieren convertirlo en un polo gastronómico y eso provocaría un proceso de gentrificación. Esto significaría un procedimiento de expulsión de esos habitantes a causa de los cambios culturales, de los ruidos constantes de la música y del tránsito y del encarecimiento de la vida”.

Para peor –continuó el abogado- “enviaron al transporte público afuera del barrio, por las avenidas Nueve de Julio y Paseo Colón, por lo que la gente con problemas de movilidad reducida, los enfermos y los viejos no tienen alternativas de transporte. Hay conflictos entre el uso comercial de las calles y los residentes”.

“Por esta razón –señaló Baldiviezo-, hay mucha gente que se está yendo del barrio, por los ruidos, por la invasión de los fines de semana y por las dificultades en la convivencia que esto provoca. Existe un desequilibrio que se produce cuando el gobierno apoya la actividad comercial por delante de los reclamos de los residentes permanentes. Por ejemplo, la avenida Caseros se cierra entre las calles Defensa y Bolívar todos los fines de semana y, como no existe control en los volúmenes de la música y sobre las cantidades de alcohol que se bebe, los vecinos se tienen que aguantar el descontrol, sin derecho a réplica. Además, si se puede vender bebidas en la calle sólo hasta las 22:00, pero en las mesas que están fuera de los locales se sigue vendiendo, existe otra transgresión a las leyes que el Gobierno debe hacer cumplir. Esta acumulación de medidas desfavorables va a seguir provocando conflictos. Y esto recién empieza”, asegura el titular del Observatorio.

Para cerrar, Baldiviezo asegura que estas medidas chocan de frente con la normativa que regula las actividades en el Área de Protección Histórica 1 (APH 1) que protege al Casco Histórico, que establece que “el espacio público de esta área tiene características morfológicas socio-funcionales y espaciales que lo definen como una importante expresión cultural y de interés ambiental de la ciudad, que debe ser protegido y mantenido para el conocimiento de las actuales y futuras generaciones”.

Según el Código Urbanístico, las aceras y calzadas deben mantener sus dimensiones actuales, en ancho y alto. Cuando se modificó este Código, se eliminó la exigencia de que para que el readoquinamiento se deben usar adoquines de granito, como los antiguos y ahora se utilizan de granitullo, montados sobre capas de cemento y no de arena como los antiguos, que permitían la escorrentía de las aguas cuando llovía.

Los estudiantes de Mayo del 68 en París, afirmaban que “debajo del empedrado está la playa”, porque al levantar los adoquines se encontraban con la arena. Pero estamos en 2022 y ya no hay playas debajo de las calles, sólo quedan las que en verano se instalan sobre el cemento de la ciudad.

El Observatorio del Derecho a la Ciudad convocó a una reunión de vecinos el jueves 23 de junio a las 17:00, en Independencia y Bolívar.

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