La filtración a la prensa de la larga lista de armamentos que Argentina se dispone a adquirir en el mercado estadounidense despertó una polémica que tardará en apagarse.
En una nota que le entregó el embajador argentino en Washington, Martín Lousteau, al influyente congresista norteamericano Peter Visclosky, nuestro país se despachó con un pedido de moderno armamento que excede largamente las compras realizadas en los últimos 40 años. En esta ocasión, como para superar el síndrome de abstinencia, el pedido supera los dos mil millones de dólares.
En el gobierno están que trinan con la filtración que sufrió tanto el armamento solicitado como la abultada erogación que ocasionará. Todos los cañones en la Rosada apuntan a Lousteau.
La lista, que fue elaborada a mediados de 2016, incluye pedidos de las tres fuerzas armadas. El Ejército solicitó 12 helicópteros de ataque Cobra AH1; 10 helicópteros modelo Chinook; 16 Black Hawk UH60 y 26 helicópteros Bell 412, que costarían unos mil millones de dólares. Además la fuerza terrestre argentina quiere 182 tanquetas de guerra tipo StryKer, modelos M1128, M1130, M1132, M1134 y M1139, equipadas con ametralladoras calibre 50, lanzagranadas y cañones de 105 milímetros y también se pidieron 80 lanzamisiles Javelin. Esta jabalina es un misil antitanque que tiene un alcance de 2,5 kilómetros, que se autodirige y que perfora blindajes de más de 600 milímetros.
La Fuerza Aérea solicitó 24 aviones de caza Texan T6, de los que ya se compraron 12, por un costo de 280 millones de dólares. Adicionalmente, los pilotos pidieron 12 aviones de caza F-16 Fightingfalcon, que costarían 250 millones más.
Por su parte, la Marina requirió la provisión de dos aviones Orion, que costarían unos 70 millones de dólares, a los que habría que sumar 24 vehículos blindados anfibios AAVR7A1, que cuestan unos 60 millones de dólares.
La filtración de la información, según adelantaron algunos voceros de la alianza gubernamental, se habría producido a través de informantes relacionados con la embajada argentina en Washington, lo que puso a Lousteau sobre ascuas porque en la Casa Rosada la tomaron como una virtual declaración de guerra.
Entretanto, el bloque de diputados del Frente para la Victoria solicitó explicaciones al Gobierno y solicitó la interpelación de la ministra de Relaciones Exteriores, Susana Malcorra y del ministro de Defensa, Julio Martínez. La pregunta central de la bancada opositora estará relacionada con qué hipótesis de conflicto posee el Gobierno y a qué tipo de terrorismo se dispone a enfrentar.
Los voceros del Ministerio de Defensa, mientras tanto, afirmaron que no hubo tales compras y que el presupuesto para las adquisiciones es inexistente y, menos aún, aseguraron, para combatir a un terrorismo inexistente. Sí reconocieron que existió un estrambótico “pedido de donación” por equipamiento que apenas serviría para reforzar la frontera norte, por donde suelen ingresar toneladas de estupefacientes.