La marcha del sábado pasado terminó de convencer a Mauricio Macri de que, además de su reelección, está en juego la sobrevida política de su proyecto y la representación de un núcleo duro al que no está dispuesto a soltarle la mano. Con las botas puestas, dispuesto al todo o nada, terminó de ordenar las prioridades y la estrategia con vistas a octubre.
“Se acabó la tregua”, se repite y una y otra vez en los pasillos de la Casa Rosada para confirmar explícitamente que, otra vez, el mensaje que bajará de aquí en más será el de responsabilizar al candidato presidencial del Frente de Todos por la crisis económica y atacarlo por todos los frentes posibles, desde su posición sobre Venezuela hasta instalar que la conducción política está bajo el mando de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Sin ponerse colorado, Miguel Ángel Pichetto se embanderó detrás de este concepto para acusar al candidato del Frente de Todos de “querer que se prenda fuego todo” antes de tiempo y también atacó a Fernández por sus comentarios sobre la situación política y social de Venezuela. En el Gobierno se pusieron muy nerviosos cuando leyeron en algunas crónicas periodísticas que el Fondo Monetario Internacional (FMI) había consultado a Alberto Fernández por el “vacío de poder” que sufre Mauricio Macri. Estallaron en furia cuando incluso algunos aseveraban que Alejandro Werner, el titular del Departamento del Hemisferio Occidental, y Roberto Cardarelli, el líder de la misión del organismo en la Argentina, habrían preguntado si era posible un escenario en el que se “adelantaran las elecciones”.
Voceros de la Casa Rosada interpelaron a algunos de los colegas, acusándolos de operar a favor del Frente de Todos, con mensajes más que desatinados por Whatsapp, mientras que la maquinaria de trolls que comanda Marcos Peña se ocupaba del ataque público y virtual. El fin de la amabilidad de otros tiempos es otra señal del fin de ciclo. Al otro día, el riesgo país se tomaba la fiebre y emulaba al de los peores días del 2001 y el dólar seguía presionando para arriba. El Gobierno está desesperado por recibir el último desembolso del Fondo Monetario, a quienes el flamante ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, recibió el mismo sábado, cuando la Plaza de Mayo registraba una concurrida manifestación a favor de Mauricio Macri, fogoneada informalmente desde los despachos oficiales.
La postal que el Gobierno quería regalarle a los emisarios era la de un Presidente dispuesto a pelear hasta el final por su reelección. A través de un video, Macri agradeció el apoyo mirando a cámara desde el histórico balcón de la Casa Rosada, para subrayar un rasgo de fortaleza que estaba siendo tan cuestionado por estos días, en gran parte por sus propias declaraciones incendiarias, que pusieron en jaque la certidumbre económica.
“Gracias por darme esta oportunidad de agradecerles tanto apoyo y decirles que los escuché, que sé lo que están pasando. Y los quiero abrazar, abrazar con todo mi corazón y decirles que decidimos cambiar porque decidimos ser mejores y no podemos abandonar. Tenemos que seguir juntos ahora más que nunca, porque tres años es poco para cambiar la historia y la estamos cambiando diciéndonos la verdad, sin robarnos, sin engañarnos, sin buscar atajos, trabajando juntos, dialogando y ¡así vamos a construir la Argentina que queremos!”, sostuvo ante una multitud que gozó del privilegio de movilizarse más allá de la reja que atraviesa la Plaza de Mayo, un beneficio del que ni siquiera gozan las Madres de Plaza de Mayo, otro de los comentarios que enfureció en masa a los trolls de la Jefatura de Gabinete, que postearon sin piedad para custodiar la épica configurada en las cabezas de algunos funcionarios con despacho en el segundo piso de la Casa de Gobierno.
Hernán Iglesias Illa, al frente del área de Comunicación Estratégica, que es una de las plumas que trabajan en el discurso presidencial junto a Iván Petrella y Julieta Herrero, escribió por estos días en Twitter que la “incertidumbre económica” viene de mucho tiempo atrás. “Si el ganador de las PASO hubiera sido el Frente Amplio uruguayo, los socialistas chilenos, o incluso Evo o el Lula presidente, nada (o muy poca) de esta incertidumbre económica estaría ocurriendo. Lo creo sinceramente. El nivel de la deuda argentina es comparable con la de Brasil o Uruguay. Se tomó deuda para no hacer un ajuste fuerte en los primeros años. Ahora el presupuesto está equilibrado y no hace falta seguir pidiendo prestado. Si sigue equilibrado, la deuda irá bajando de a poco. De ninguna manera los electores se equivocan. Hablo de lo que está pasando ahora, después de las elecciones. Y de líderes políticos, no de votantes”.
La avanzada contra el Frente de Todos ya estaba en marcha, y ya no sólo en boca de Pichetto o de Lilita Carrió, la vocera incendiaria que recorre los canales de televisión más afines para dejar en evidencia que el futuro (y la sobrevida) política de Cambiemos también está en juego como “oposición responsable”, un concepto que ya saliera incluso de la boca del Presidente de la Nación durante su paso por el encuentro organizado por Coninagro, cuando dijo que “si nos toca ser oposición, vamos a apoyar las cosas que están bien” porque “para nosotros lo más importante es que los argentinos estén mejor”.
Macri, que venía de reunirse con la cúpula de la Iglesia en Casa Rosada, amagaba con mostrarse moderado, mientras enviaba a ministros y actores de su mesa política a señalar a CFK como la verdadera conductora política del frente opositor. Todos en el Gobierno hablan por obra y gracia de Mauricio Macri y Marcos Peña, que terminó cediendo ante el pedido de María Eugenia Vidal de otorgar un bono a los beneficiarios de la AUH, en una reunión que se llevó a cabo el martes por la tarde en Casa Rosada, que reunió al Jefe de Gabinete y a la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley. Buscaban atender la necesidad política de la Gobernadora, que claramente tiene voz y voto en las decisiones económicas de los últimos días por su influencia sobre Hernán Lacunza y por la custodia política de la líder de la Coalición Cívica, que sembró de “lilitos” la nueva mesa política del Presidente.
El “martes negro”, con el riesgo país registrando una marca terrorífica para la historia argentina, fue monitoreado desde la Rosada por Macri, Vidal, Lacunza, Sandleris y Peña, que otra vez fue noticia por un audio de Whatsapp en el que se dejaba en claro que la estrategia electoral es más o menos la misma que llevó a Juntos por el Cambio a caminar por el sendero de salida.
Cerca de Rogelio Frigerio, cada vez más relegado y con agenda propia en Entre Ríos, dejaron trascender su enojo por el conflicto con los gobernadores peronistas, que acudieron a la Corte Suprema de Justicia por las últimas medidas que afectan la matemática en el reparto de los fondos coparticipables.
Según contaron desde su entorno a Noticias Urbanas, Frigerio levantó el teléfono el día lunes para contener algunos enojos y abrir canales de diálogo con algunos de esos mandatarios, pero dos horas más tarde, al concluir la segunda Mesa de Acción Política, Luis Naidenoff y Mario Negri, uno de los enemigos íntimos del frigerismo, acusaba a los gobernadores de ser unos “extorsionadores”. Pichetto había sido un poco más elegante, al señalar que estaban equivocados en su reclamo porque entre los beneficiados estaban sus propios ciudadanos.
“Carrió es la que sostiene a Marcos Peña, el que da la orden para decir lo que se dice. Rogelio hablaba con los gobernadores, y los radicales le tiraban kerosene al incendio. Ahora ya está, el tema lo resolverá el Ministerio de Hacienda”, apuntaban.
La estrategia es, de ahora en más, apuntar sobre las fisuras del enemigo para evitar que se hable de las propias. El clima interno, tan bipolar y cambiante como el Presidente, amenaza con seguir fragmentando aún más la división interna.
El 11 de enero del año 49 (a.C.), Julio César cruzó el río Rubicón para iniciar la larga guerra civil contra los “optimates” de Pompeyo y pronunció una frase que, 2068 años después, aún expresa el punto de quiebre de una etapa y el comienzo de otra: “alea jacta est” (la suerte está echada). El dado está en el aire.