El avance que Mauricio Macri ha desatado en estas últimas semanas parecen contradecirse con sus palabras acerca que él decidiría junto a sus compañeros de ruta si se presentaría o no a las elecciones 2023 en marzo del año entrante. Ayer en la Mesa de Conducción del espacio, pasaron cosas….Es por ello que parece algo a destiempo esta catarata de apariciones televisivas, en redes o incluso acompañando al jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta en la reunión de su gabinete, su protagonismo en la Mesa, por nombrar solo algunas de ellas.
La creciente popularidad –al menos en determinadas mediciones- del candidato de Avanza Libertad, Javier Milei ha producido en Juntos por el Cambios algunos desacoples en su dirigencia que mayormente tienen que ver con el riesgo de perder electorado “por derecha”. En ese marco es posible que el ex Presidente, quizás el mayor exponente de esa franja en la coalición que integra el Pro, haya entendido que era necesario salir a jugar como dique de contención ante el crecimiento del cada día menos “disruptivo” y más cauteloso Milei. Y ayer la mayoría del espacio le puso las reglas al ex Presidente de cómo se avanza en la coalición.
El problema que se le presenta a Macri en este embalaje en el que se ha enfrascado es que –a pesar del consejo se su mujer Juliana- de tanto acelerar para mantener presencia, termine involucrado en la contienda a destiempo y perjudicando al conjunto. No es fácil la decisión para él que, mientras pregona que lo importante es mantener la unidad de todos los integrantes de Juntos por el Cambio para el año próximo, tanta actividad lo ponga ya en una posición de escasa capacidad de retroceso sin costo para la coalición con la que gobernó el país hasta el 2019. Y uno de los temas centrales es que precisamente la fuerza política que dejó fue mutando tanto en su funcionamiento interno como el capital accionario de los socios de la misma. Ya JxC no es la misma ni en la propuesta, ni en los liderazgos, ni en la relación de fuerza de las distintas alianzas, y tampoco queda claro en este marco si los espacios que la integran serán los mismos que fueron aquella vez, quizás se pueda ir alguien o quizás se sume alguno.
La cuestión es que el consenso, la eficiencia y la moderación con la que Larreta llegó a instalarse como el candidato más competitivo de la oposición hoy parecieran ser valores a la baja en algunas mediciones de las consultoras. El problema no es Larreta ni será eterno, sino que, por estos momentos a partir de decisiones muy cuestionadas, la dirigencia política está siendo toda acorralada (empezando por la coalición oficialista) y hasta que no se ordene el mapa de nuevo en ambos frentes, la agenda de la gente está alejándose de la dirigencia (Milei incluido, a pesar del discurso de las “castas”). Él –sin duda- será candidato por su espacio y para intentar ser Presidente en la Argentina es imposible ser un marciano con suerte y plata y caer en la Rosada. O no es un marciano o no llega.
Mauricio Macri es cierto que tiene un grupo que lo sigue a muerte, el núcleo duro como definen los consultores, aproximadamente algo menos del 30 por ciento del electorado, por eso la importancia que todos promueven desde el Pro de que no se desprenda del carro que él mismo inventó. Mientras Patricia Bullrich nada dentro de esas aguas, Larreta trata de agrandar la torta desde la esfera política y social. Milei mientras tanto coquetea, toca y alterna halagos e insultos a sus primos de Juntos. La carrera es todavía muy larga, nadie juega solo y es un momento clave, para ser preciso y para cometer pocos errores. Y en eso Macri no es ninguna garantía.