Ante el secreto con el que se mueve la plana mayor del Pro para esconder la identidad del futuro candidato a vicepresidente, que acompañará a Mauricio Macri en la boleta amarilla, los periodistas han recorrido ya varias sendas sin destino, en su afán por averiguar su nombre.
Algunas fuentes del macrismo han adelantado que si el partido aceptara la sugerencia de los “puros”, la fórmula no irá más allá de los nombres previstos: allí, es casi seguro de que el péndulo se mece en estos momentos entre los nombres de Rogelio Frigerio y Esteban Bullrich.
Pero se encuentra bajo evaluación la posibilidad de que las circunstancias acorralen al Pro y el partido tenga que debatirse en aguas turbulentas. En ese caso, para apostar a ganador, los porteños deberían salir a buscar el voto peronista y, en ese caso, el segundo integrante del tándem debería sur
gir necesariamente del properonismo, cuyos dirigentes deambulan por estos tiempos en la periferia de las decisiones importantes.
En estas aguas procelosas, se comenzó a barajar el nombre del piloto de tormentas que Macri convocó en varias ocasiones para que le sacara las castañas del fuego cuando la oposición recusaba al jefe de Gobierno porteño por el caso de las escuchas y en las sesiones en las que se votaba el presupuesto, entre otras.
Cristian Ritondo, el señalado timonel de aguas difíciles, es uno de los nombres que suena en estos mismos días para el caso de que la opción elegida por el Pro sea la segunda, es decir, previniendo ciertas estrecheces electorales que si ocurrieran obligarían al partido del ex presidente de Boca a elegir una opción menos ideológica y más pragmática.
Hasta ahora todo se evalúa pero aún no hay decisiones definitivas. Lo único seguro es que el segundo nombre de la fórmula será del Pro y que no lo van a buscar afuera. La única duda que persiste tiene que ver con la manera en que el Pro deberá encarar la potencialidad que posee el vasto universo peronista, que definirá con su voto al ganador de la elección ejecutiva de este año.