La Casa Rosada se renueva una vez más para hacerle frente a la coyuntura económica y política. Luego de escuchar a todo su entorno y dirimir las tensiones con los aliados dentro de Cambiemos, Mauricio Macri decidió replegarse sobre sí mismo y no sacrificar a Marcos Peña, a quien considera una pieza fundamental en la planificación estratégica de las políticas oficiales, pese a todos los reproches externos y de los aliados radicales, que pedían su cabeza como un argumento para calmar a los mercados.
El respaldo del Presidente a “Marquitos” es una señal para una etapa que todavía no empezó a configurarse, pero que todos dan por descontada en Casa Rosada. El jefe de Gabinete será, una vez más, quien lleve adelante el diseño estratégico para intentar consagrar en las urnas un segundo mandato presidencial. Algunas de las últimas decisiones tienen su marca registrada: por ejemplo, la decisión de que los ministros salgan a poner la cara en los medios, como ocurrió en los últimos días. Su silencio mediático es “algo momentáneo” que resolvió el propio Macri, en sintonía con su jefe de Gabinete. “Mauricio y Marcos les pidieron a todos los ministros que salieran a hablar mucho más de lo que hablaban, porque la verdad es que venían hablando poco, y en las malas, mucho menos.”
“Les pidieron tener mayor presencia y ahora los tenés a todos dando notas como nunca antes”, resumió a Noticias Urbanas un funcionario que participa de las reuniones de los equipos de comunicación. Es cierto que los recortes alcanzaron a dos de sus subordinados, los que llevaban adelante la coordinación administrativa de la gestión, pero Mario Quintana y Gustavo Lopetegui habían arribado a la jefatura de Gabinete al comienzo de la gestión por recomendación de Horacio Rodríguez Larreta, quien diseñó ese esquema de gestión y puso a sus dos amigos en la Casa Rosada para replicar el mismo esquema que él llevaba adelante en la Ciudad de Buenos Aires, cuando lo acompañaba en la administración porteña.
Macri resolvió abandonar ese sistema y replegarse sobre sí mismo delegando esa coordinación en el ministro de Modernización, Andrés Ibarra, con quien lo unen más de treinta años de trabajo en conjunto y un pasado en común por el Cardenal Newman. Ibarra tuvo lugares de preponderancia en las empresas de la familia presidencial, en Boca Juniors, en la administración porteña y ahora es uno de los grandes ganadores de los últimos días, al haber sido designado como el nuevo coordinador del Gabinete nacional, que ahora solo cuenta con diez ministerios a partir de las fusiones de las carteras nacionales.
“Por su forma de ser, metódica y detallista, por la confianza de que gozó por más de treinta años, pero también por su bajo perfil, es que Macri se inclinó por él para ocupar el nuevo cargo.” A la espera del decreto presidencial que confirme la nueva estructura administrativa, el exministro de Modernización está definiendo por estos días el sistema de seguimiento que implementará para la gestión. “Hay algunas cosas que todavía se tienen que definir”, apuntaron a NU desde el Gobierno. Y agregaron: “Trabajaron juntos toda la vida y de alguna manera piensan igual en cómo se debe seguir la gestión. No porque él sea la cabeza de Macri, pero sí porque entienden y piensan las cosas de la misma manera. Es el hombre ideal para este rol”.
A sus anteriores funciones en Modernización, el nuevo secretario de Coordinación Interministerial sumará las negociaciones por el Presupuesto y absorberá, además de la coordinación, la responsabilidad sobre las designaciones oficiales en la planta estatal. Su reciente ascenso puso en alerta a los gremios estatales, aunque no estaría en sus planes promover una nueva ola de despidos masivos dentro del Estado. También agregan que “con todas las medidas de ahorro que ya se tomaron, no queda mucho más por hacer en ese sentido”. “Hoy el foco está puesto en cuidar las cuentas públicas y ser austeros, pero no se vienen medidas con olas de despidos desde la administración nacional”, precisó otro funcionario a este periodista, al ser consultado por los despidos en Agroindustria, hoy también bajo la administración de Dante Sica y con el exministro del área, Luis Etchevehere, atravesando su peor momento. Este aceptó a regañadientes, solo por ahora, su nuevo destino de menor jerarquía como secretario, además, con el anuncio caliente sobre las retenciones al sector agropecuario como una de las fuertes medidas oficiales con las que el Gobierno apuesta a recaudar para resolver la cuestión del déficit fiscal después de las olas devaluacionistas. El extitular de la Sociedad Rural Argentina, al igual que Jorge Triaca, ya recibieron instrucciones por parte del ahora superministro Sica.
“Muchachos, en los próximos cinco meses mi función va a ser una coordinación”, les habría dicho a sus nuevos subordinados en estos primeros días, en los que se avanzará, al igual que en otras dependencias estatales, en la simplificación burocrática y las áreas duplicadas. Triaca no presentó objeciones de ningún tipo al nuevo esquema de gestión, porque siente como suyo uno de los planteos que apuntaban a fusionar ambas carteras para tener a “toda la cadena de producción” en un mismo ministerio. Además, el hijo del exdirigente sindical del plástico confía en mantenerse como el interlocutor válido frente al sindicalismo argentino. “A Sica no le conviene meterse en la negociación sindical y sabe que Trabajo es un quilombo. Solamente cambia una cuestión administrativa, pero Triaca tiene el respaldo de Mauricio para seguir siendo el interlocutor ante el movimiento obrero”, confiaron desde su entorno, que repite siempre una máxima peronista sobre la lealtad como un principio básico y fundamental. “Hoy lo más importante es que a los argentinos les duela lo menos posible esta coyuntura”, apuntan.
En una nueva función, Gustavo Lopetegui responderá ahora directamente al Presidente como asesor, aunque mantendrá el ojo puesto en “al menos diez programas” del Gobierno, confiaron a Noticias Urbanas desde la Casa Rosada. “No va a controlar ni a coordinar nada; solamente va a ser un asesor más del Presidente”, dijo otra fuente gubernamental.
Pese a que su salida incluía el premio consuelo de controlar las empresas estatales, Mario Quintana acusó el golpe final y se despidió de sus colaboradores con un poema budista.
Quienes trabajaron con él hasta el último día aseguraron que tampoco lo imaginan regresando al sector privado en el corto plazo. Otros, en cambio, se entusiasman con contar con él como alguien de permanente consulta. “Su salida nos duele a quienes lo conocemos mucho y hasta lo hemos visto llorar por la pobreza argentina. Él entiende las reglas de juego y sabe que lo que está ahora en juego es el futuro del país y la credibilidad de nuestro Gobierno”, aseguró alguien del entorno del ahora exministro Jorge Triaca, que estrena su cargo como secretario laboral en la nueva estructura que tiene a su cargo Sica como flamante ministro de Trabajo y Producción. “Gustavo y Mario son dos que pusieron mucho por la gestión. Quintana va a seguir ayudando a todos los que nos sentimos cercanos a él, porque su compromiso no está en discusión, más allá de cualquier matiz que se pueda discutir: si se equivocó o no al pensar que podía hacer política dentro del Gobierno.”
UCR: Un ataque fallido
El domingo, Macri resolvió convocar a los aliados radicales a una reunión de urgencia en la Residencia de Olivos para terminar de dirimir los cambios que ya se avecinaban desde el sábado. Llegaron envalentonados y estuvieron cerca de concretar algunas de sus pretensiones, entre ellas una muy especial, que decretaba la salida definitiva de Rogelio Frigerio del gabinete nacional. El radicalismo quería colocar en esa función a Ernesto Sanz y, además, nombrar a Alfonso Prat-Gay como canciller y a Martín Lousteau al frente del Ministerio de Educación. “Estuvo todo a punto de prosperar, que entraran tres y saliera un radical, pero finalmente Mauricio lo terminó bancando a Rogelio, porque no quería realmente que se fuera. La historia es real”, señalaron cerca del ministro. Este negocia por estos días con los ministros económicos de las provincias un principio de acuerdo por el Presupuesto del próximo año, por el que todos los gobernadores serán convocados la próxima semana para darle un cierre al consenso alcanzado en los últimos días.
“El acuerdo con los gobernadores está muy avanzado”, resumen desde esas oficinas, en sintonía con lo expresado por algunos de los emisarios provinciales que participaron el martes del encuentro en Gobierno, también como una respuesta que explica que la gestión está antes que cualquier tensión interna con los radicales. Desde la UCR aseguran ahora que la “agenda” de ellos es la misma que la del Presidente.
“No estamos ni bien ni mal por lo del domingo; son cosas que él decidió y no hay resquemores. Nuestra agenda sigue siendo la misma: el radicalismo tiene su rol preponderante en el poder legislativo y trabajará coordinadamente para lo que se necesite”, señala un vocero histórico de los correligionarios, que también reconoce que en el medio de la disputa del domingo, cuando el ministro del Interior puso a disposición su renuncia para dejarle su lugar a Ernesto Sanz, Macri terminó rechazando de plano cualquier presión de los aliados.
Frigerio puso a disposición su renuncia, pero eso desactivó automáticamente el listado de pretensiones de los aliados, que de a poco van erosionando su permanencia dentro de Cambiemos. Macri, convencido ahora de que el único camino posible era replegarse sobre sí mismo, decidió potenciar a los suyos: por eso, Carolina Stanley absorbió finalmente el Ministerio de Salud y se convierte ahora en una pieza fundamental para garantizar la gobernabilidad y la contención social en estos tiempos de alto voltaje.
Otro ganador fue el ministro de Educación, Alejandro Finocchiaro, con desmedidas –y hasta ahora frustradas– pretensiones electorales en La Matanza y uno de los que absorbe más funciones en su estructura, quedándose con Cultura y Ciencia y Tecnología.
En tanto, el secretario general de la Presidencia, Fernando de Andreis, se quedó con Ambiente y Turismo, con Sergio Bergman y Gustavo Santos como nuevos secretarios a sus órdenes. Tampoco avanzó la contrapropuesta de Macri a los radicales, que pedían fusionar los ministerios de Seguridad con Defensa. Esa estructura no se toca, al igual que Seguridad y Justicia, a cargo de Patricia Bullrich y Germán Garavano, dos de los que esta semana encabezaron, junto al titular de la AFI, Gustavo Arribas, una mesa sobre seguridad en Casa Rosada con especial atención sobre situaciones de saqueos en todo el país, como el que terminó en Chaco con la vida de un joven de trece años.
“Macri les dijo muy clarito que Patricia Bullrich y Oscar Aguad eran personas de su expresa confianza y que no estaban en discusión. Oscar está alineado con el Presidente, pero el radicalismo lo maltrata, no por sus posiciones políticas sino por las internas que mantienen entre ellos”, describen desde adentro. La cúpula radical (Sanz, Cornejo y Morales) quiso desplazar al exinterventor de Corrientes y poner en su lugar a Ángel Tello. Tampoco avanzó esta propuesta y finalmente se retiraron de Olivos con las manos vacías.
Todavía falta en el horizonte ver hasta dónde llegarán las secuelas del encuentro y si Lousteau finalmente deberá competir por fuera de Cambiemos en la Ciudad de Buenos Aires. Un diputado nacional del oficialismo, formado en el sindicalismo peronista, lo definía de la siguiente manera: “El radicalismo no le quiere poner el culo a la jeringa. Estuvieron rapiñando todo el fin de semana y pensaron que íbamos a entregar a Marcos, que es lo mismo que entregar a Mauricio Macri. Algunos radicales todavía se creen que son accionistas mayoritarios de Cambiemos y están totalmente equivocados”.
Por último, el ministro de Economía, Nicolás Dujovne, negocia en Washington los detalles de un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), aunque antes de partir rumbo a los Estados Unidos y tras el apoyo de Donald Trump a las negociaciones entre el organismo y los emisarios argentinos, aseguraba: “Los ministros estamos siempre a disposición del Presidente, y tanto yo como mi equipo estamos para dejar todo en la cancha en los momentos difíciles para trabajar por los argentinos. No se nos pasa por la cabeza abandonar de ninguna manera al Presidente y queremos seguir colaborando con él, pero siempre estamos a disposición de su decisión para cuando él considere que deba tomar alguna determinación”.
Su destino final, al igual que el de los argentinos, quedará subordinado, entonces, a la pluma de Madame Lagarde, devenida en la madre sustituta que tiene en sus manos el rumbo económico y político de la Argentina, mientras ella misma debe cruzar los dedos para que Cambiemos consolide el acuerdo político que destrabe el Presupuesto del próximo año, que garantiza el cumplimiento de los pagos de la deuda externa.