Incluso en la salida del poder gobernante, Cambiemos continúa teniendo internas y fisuras, aunque esta vez es por quién liderará la oposición.
Para hablar de este tema, el presidente Mauricio Macri se reunió con María Eugenia Vidal, Horacio Rodríguez Larreta, Alfredo Cornejo y Miguel Ángel Pichetto, además de otros gobernadores, pero sin el jefe de Gabinete, Marcos Peña.
El Presidente pidió un “compromiso” para mantener la unidad y habló de repetir esos encuentros cada 15 días, al tiempo que dejó en claro que quiere liderar el armado de Juntos por el Cambio ante el gobierno del peronismo. La ausencia de Peña genera una luz de esperanza en quienes reclaman una apertura “verdadera” y la constitución de una mesa horizontal para ordenar la alianza cuando Alberto Fernández arribe a la Casa Rosada. Son quienes apuntan al tándem Macri-Peña por la derrota y la salida de Cambiemos del Gobierno. Sin embargo, el Presidente sentó a su lado a Pichetto, siguiendo con su plan para engrosar el poder de los ultras dentro de la alianza.
También, estuvieron el gobernador Gerardo Morales (Jujuy) y los legisladores Humberto Schiavoni y Maximiliano Ferraro, presidentes del PRO y la Coalición Cívica, respectivamente. Este grupo, más el gobernador Gustavo Valdés (Corrientes), es el que Macri quiere mantener unido para, desde allí, apuntalar la cohesión de los distintos espacios que co-habitan Cambiemos y se expresarán, desde diciembre, desde el Congreso.
No hubo reproches y primó la correción política, pese a la parva de cuestionamientos que se dispensan estos dirigentes a sottovoce. Se conversó sobre la “importancia” del resultado electoral y el “mandato” de representar al 40% de los argentinos que votó la opción Juntos por el Cambio. El radicalismo hizo énfasis en el rol de la “horizontalidad” de la coalición para, de alguna manera, obturar el leitmotiv que marca que esos apoyos son de Macri, como repite Peña.
Macri ya había enviado mensajes de lo que pretende para después de su presidencia: como había mencionado Letra P, impuso a Patricia Bullrich como jefa del Pro y, además, se inmiscuyó personalmente en el reparto de cargos de la Ciudad, para la sorpresa de Rodríguez Larreta, que eligió no confrontar.
Quienes estuvieron en Olivos se comprometieron con la unidad del espacio y marcaron la centralidad que tendrá el Congreso. Por esas horas, el interbloque oficialista era un tembladeral porque la discusión por la condena al golpe de Estado en Bolivia desnudó las grietas del posmacrismo.
A este agrupamiento, sostienen en el Gobierno, se sumarán los jefes parlamentarios de Cambiemos que sus nombres están en plena definición a la espera de la resolución de la interna Pro y radical en Diputados y el Senado.