Guillermo Madero es el director nacional de Eventos Futbolísticos y tiene una tarea nada sencilla: eliminar a los violentos de las canchas. Pero, tal como le aseguró a Noticias Urbanas, el desafío lo motiva. Y a través del Programa Tribuna Segura va logrando, fecha tras fecha, ralear a los violentos de los estadios. Madero adelantó a este medio cómo es el plan del Gobierno para lograr ese objetivo.
–¿En qué etapa de ejecución se encuentra el plan para erradicar la violencia de las canchas?
–El plan tiene tres ejes, porque el objetivo de terminar con la violencia en el fútbol es un tema muy abarcativo, es casi como pretender terminar con la violencia de la gente. Es muy difícil acabar directamente con esto, hay que trabajar con un montón de aristas que desembocan en ir disminuyendo el tema de la violencia. Primero fui director de Políticas de Seguridad del Gobierno porteño. Cuando la ministra Patricia Bullrich asumió, me llamó por teléfono y me dijo textualmente: “El Presidente quiere terminar con la violencia en el fútbol, ¿te animás a hacerte cargo?”. Con el “te animás”, Patricia me pinchó un poco. Acepté el desafío aunque ya tenía otros ofrecimientos, pero le dije que sí ese mismo día por lo que significaba el problema del fútbol, que atañe al 99 por ciento de los argentinos, y por ser un tema tan complejo. Uno está en política para asumir desafíos y no para pasarla bien o tranquilo. Yo ya me había formado en seguridad, tengo maestrías y diplomaturas en seguridad y defensa, y ya tenía la experiencia en seguridad, pero nunca vinculada con el fútbol directamente, aunque en algún punto eso es bueno porque no estaba contaminado de lo que rodea al fútbol, que muchas veces está teñido de vicios. Este tema de la violencia está vinculado a lo cultural, a lo urbanizacional y a lo que vendría a ser la problemática que tienen los clubes y sus dirigentes, y que se ven en las acciones humanas que se dan dentro de una cancha. Esto es un tema cultural muy grande. Pero después hay otra violencia, asociada al crimen organizado, al narcotráfico, a las barras bravas, etcétera. Y esto es un fenómeno de los últimos 20 o 30 años, muy acentuado en los últimos 15 años. Entonces, desde el Ministerio de Seguridad de la Nación, entendí que tenía que atacar ahí, porque todo lo otro es más de competencia de diferentes jurisdicciones. Es decir, la Ciudad de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, etcétera, se ocupan de regular el fútbol, pero desde Nación yo tenía que ocuparme del problema del crimen organizado metido en el fútbol. Esto lo menciono para que se entienda por qué nosotros apuntamos ahí. Igualmente, estamos trabajando muy en vinculación con lo otro, lo cultural. Una vez que estuvo detectado el problema, diseñamos un plan inmediato, ya que Patricia quería que se comenzara a trabajar en el tema enseguida. Así que diseñé ese plan de emergencia a mediano plazo y otro a largo plazo.
–También tuvieron que desarticular lo que venía haciendo el Gobierno anterior, como el fuerte operativo de seguridad que acompañaba a las barras a los estadios, ¿no?
–Eso, quizás, no era lo peor de lo hecho por el Gobierno anterior en la materia. Creo que lo peor es que se alentaba, en algún punto, a estos grupos. Hasta se los financió para que fueran al Mundial. A mí, lo primero que me llevó a aceptar el cargo es que el presidente Macri y la ministra Bullrich querían cortar con eso, y que tenían una visión totalmente distinta. Yo no podía asumir un cargo con condicionamientos o límites. Tengo total apoyo de ellos. Ese fue el primer cambio. Acá heredé un área que trabajaba con el Gobierno anterior, pero me encontré con un buen recurso humano para trabajar. Una vez que ellos, políticamente, cambiaron de rumbo, pudimos direccionarnos bien. Hay tipos que están hace 15 años o más trabajando en esto. Era un recurso humano desperdiciado, porque se lo utilizaba para cosas que no servían. Entonces, en ese sentido, se generó un cambio de paradigma. Tanto es así que en ese verano que asumí me llamaban todos los jefes de las barras. Para ellos, lo normal era hablar con el nuevo encargado de seguridad en el fútbol y ahora no entendían cómo yo no los recibía. Entonces, intentaban rebuscárselas para hablar conmigo. Si se enteraban de que alguien estaba conmigo, lo llamaban y le pedían que me pasara el teléfono, o personas que yo conocía eran invitadas a reuniones con barras. Cortar con eso me dio una legitimidad en lo que hice, porque los tipos estaban acostumbrados a hablarte y a pactar ciertas cosas, pero después te empiezan a extorsionar y a apretarte.
–También es una forma de blanquearse, si ellos hablan con el funcionario…
–Claro, los empodera, los convierte en tipos que después son poderosos. Me pasó en Colombia, que me junté con jefes de las barras, que allá están reguladas y legalizadas, por lo que mantienen reuniones con las instituciones. Entonces me llevaron a una reunión con todos los jefes de las barras de Colombia y, hablando con ellos, yo les decía: “No se piensen que los barrabravas argentinos son los más malos. Son los más impunes, por eso ellos después, en la cancha, se llevan a todos puestos”. Entonces, cortar con eso para mí fue muy importante. Después, cuando diseñamos el plan, el objetivo a largo plazo era ese: el cambio de la cabeza, cultural. Hay una concepción que cree que en el fútbol argentino somos especiales porque somos distintos u originales. Todos los países del mundo hicieron cambios en el fútbol: Uruguay, Chile, Colombia, Perú. Salvo nosotros, porque “somos distintos”. Una pavada total. Se cree que “esto se hace así” porque “siempre se hizo así”. En el fútbol es muy difícil lograr meter un cambio.
–Las barras cambiaron con el correr de los años. Antes se enfrentaban entre ellas y ahora son organizaciones que se enfrentan internamente por ciertos negocios (el del narcotráfico suele ser el más importante), pero el tema es que siempre están en relación con los dirigentes. ¿Cómo van a hacer para que los dirigentes entiendan que el paradigma cambió?
–En el tema del cambio a largo plazo hicimos un convenio para trabajar con la AFA y, así, con todas las divisiones inferiores, para empezar a meter la cultura del respeto que no existe en el fútbol, de la autoridad del árbitro que entra y todos lo chiflan, etcétera. Y ahora, con la Superliga, estamos por firmar un convenio para trabajar en valores y respeto en el fútbol. En el mediano plazo prevemos el cambio normativo. Tenemos que empezar a cambiar un montón de normas. Por eso, celebro que la Ciudad sancione una ley específica para fútbol, porque es lo que a nosotros nos da herramientas para empezar a cambiar. También, como Ministerio de Seguridad de la Nación, metimos un proyecto de ley penal que tiene tres ejes: tipificar al barra, porque cuando hablamos de “barras” no sabemos de qué hablamos, ser barra no es hoy un delito, por eso, hay que tipificarlos como miembros de una organización que comete delitos para apoderarse de dinero negro alrededor del fútbol, como una asociación ilícita simplificada, y se promueve una pena de prisión para ellos. Otro punto de la ley son las contravenciones que se dan en cada partido, que, como son locales, cambian según el distrito. Esto abarca a todo el espectáculo futbolístico en el antes, durante y después del partido. Lo que queremos hacer es que las contravenciones que se produzcan en el marco del espectáculo futbolístico sean consideradas delitos, y así pasen a ser nacionales. Nuestro argumento es que tirar una bengala en la playa no es lo mismo que tirarla en una cancha de fútbol, porque ahí adentro es un arma. Y después tenemos todo el tema que tiene que ver con los dirigentes, la connivencia entre estos grupos está tipificada, con pena de cárcel para los dirigentes que financien al grupo de barras, así sean funcionarios públicos. Si nosotros, como Estado, le ponemos el cascabel al gato, ellos tienen que acompañarnos en estas cosas. Toda esta reforma en lo penal está impulsada en el Senado, va a tener tratamiento a nivel nacional. Y también, dentro de esta reforma normativa, propusimos un reglamento para el fútbol argentino, que no es vinculante, pero con el que ponemos un estándar de seguridad que tiene que haber a nivel nacional. Y también sacamos un decreto presidencial, el 246, que nos da la posibilidad a nosotros de empezar a crear los registros de las personas que están vinculadas directamente con violencia de fútbol, para que no ingresen en las canchas.
–Eso se estuvo aplicando en el campeonato.
–Creamos una base nacional que tiene tres listados: los que nos mandan los jueces, los clubes y otro que creamos nosotros. Las personas que tengan casos judiciales vinculados con el fútbol no pueden ingresar en las canchas por seis meses, un año o dos, dependiendo de la gravedad de lo que hizo. También puede restringirse el evento de aquellos que se encuentren procesados por otro tipo de delito: relacionado a menores, violencia de género, violación, asesinato, etcétera. Para esto necesitamos trabajar con los clubes y también con las jurisdicciones, porque si, por ejemplo, la Ciudad me envía una cantidad de personas que cometieron infracciones, tenemos que tratar el tema con más precisión. Hoy tenemos más de tres mil personas restringidas de ingreso, de las cuales a muchas las ponemos directamente nosotros, empezando por la cabeza de las barras.
–¿Cómo se hace el control?
–Esta es una acción del corto plazo. Pero en el mediano, hablamos de las cuestiones normativas. Y en la emergencia salimos con Tribuna Segura, que es algo muy sencillo de entender. El gran problema que había con el fútbol es que no se sabía quién entraba en la cancha, se cambiaban los carnets, etcétera. Una vez, un policía me dijo que si al barrabrava le pedís el DNI en el ingreso y le marcás su alias, al tipo “lo desnudás”, porque ellos se escudan en la masa y el seudónimo. Es cuestión de que se sientan marcados, que sepan que sabemos quién es cada uno. Con esa lógica, empezamos a pedir DNI, lo cual, al principio, fue todo un tema, creó muchas críticas y reticencias. En el primer partido fuimos con fuerzas federales, hicimos un cordón de policías y una app que la desarrollamos acá y que costó cero peso.
–Tribuna Segura prevé también que haya butacas en las tribunas.
–Esta parte organizacional es la que digo siempre que es fundamental, porque, sin duda, esas tribunas que tienen el doble de la gente que deberían tener hacen que no se tenga la seguridad que se tendría que tener.
–Y crea otros inconvenientes, como el robo en la misma tribuna.
–Es como si vos hicieras una fiestita de 15 para una hija tuya y, en vez de venir 100 personas, vienen 5 mil; no lo podés manejar. Y si roban en esa fiesta no vas a encontrar nunca al tipo. Podrá haber, tal vez, un sector más chico para aquellas personas que quieran estar paradas, pero si están sentados, mejor. La app Tribuna Segura, a través del ingreso del número del celular o el escaneo del código de barras, define si se trata de una persona que no puede ingresar en los estadios. Esto aparecerá marcado en la pantalla. Solo puede tenerla la Policía. Además, hay pedido de captura para más de 50 mil personas en la Argentina por un montón de delitos, y a esas personas las estamos deteniendo también. Ya hay 151 personas detenidas bajo esta circunstancia: personas que entraban en los estadios y que eran buscadas por la Justicia. Y unas 800 personas a las que les fue denegada la admisión. En esta última fecha ya controlamos a dos millones de personas. Hoy estamos en prácticamente todos los partidos de la Argentina, con todas las provincias trabajando, controlando para ver quién ingresa. Uno a uno. Yo quiero que este sistema ya esté unido cuando vayan a comprar la entrada, para prevenir. Y después, a través de la detección facial, que es lo que se viene, quiero ver si alguna persona se nos metió.
–¿Cómo sería la solución para que vuelvan los visitantes a las canchas?
–Ese es un tema puramente de la organización de los clubes de fútbol. Volviendo al ejemplo de la fiesta de 15, es como si vos quisieras meter, además de a los chicos del colegio de tu hija, a los de otro colegio. Primero tiene que haber una administración de los clubes que tienen tantos hinchas. Es, inicialmente, una decisión de ellos. Lo que nosotros, desde la seguridad, les tenemos que decir es que tengan la casa en condiciones para recibir a toda esa gente. Hoy los estadios tienen 60 o 70 años, son un desastre. Estamos 30 años retrasados en relación al mundo, hablando de Chile, Perú o Paraguay, sin ir más lejos. En ese ámbito, estamos en la prehistoria. Las tribunas de visitantes, después de tantos años de desuso, están muy venidas a menos. Una vez que se pongan en condiciones, los visitantes van a poder volver. Yo, como hombre de la seguridad, les recomiendo tener todo esto para poder recibir a esa magnitud de gente. Todo evento masivo es crítico de por sí, y más el fútbol. Los visitantes, entonces, van a volver cuando lo decidan los clubes y la Superliga.
–Los clubes más pequeños dicen que necesitan ayuda del Estado.
–Eso tiene que ver con la gestión del fútbol. Primero, es un ente jurídico privado. Si quieren que el fútbol pase a ser estatal y los estadios del Estado, bárbaro, pero muchas veces los clubes piden cosas al Estado como delegando tareas, pero en las ganancias el Estado no está, las ganancias son para la gente. Ellos te piden por sus malas gestiones. No pueden comprar butacas pero compran jugadores millonarios. ¿Me explico? Pero más allá de eso, el fútbol argentino, en síntesis, tiene que mejorar también a nivel gestión, así, incluso, les va a entrar más plata. Ahora en la Superliga veo otra cabeza, donde la idea es que todos mejoren de la mano de los grandes y que así crezcan en ganancias, y cuando eso pase, les vamos a pedir que inviertan en seguridad, es lo lógico.
–En los operativos policiales decían que había más policías de los que realmente había, y, por otro lado, cierto sector de la Policía tenía relación con los barras.
–Entiendo. Dirigente o funcionario político que tenga connivencia con los barras va a ser penado. En segundo lugar, adicionales. Nosotros buscamos un modelo distinto de seguridad en el fútbol, en el que se reduzcan los operativos policiales para que la Policía pueda ir a otros lugares. En los Boca-River se necesitaban como dos mil policías. Sí hay que destacar, de la última gestión de la Ciudad, que estos se redujeron a mil. Y por eso estamos trabajando mucho con el Ministerio de Seguridad de la Ciudad, pero tiene que elevarse la calidad de la seguridad privada. El club tiene que tener una seguridad privada más preponderante dentro del estadio, y menos cantidad de policías. La Ciudad tuvo una muy buena medida, que es que la seguridad privada empezó a hacer cacheos. El policía está para restablecer el orden, no está para hacer todos los procesos de seguridad. Para eso se está trabajando en una ley nacional de seguridad privada que aún no hay en la Argentina. Estamos tendiendo a homogeneizar las normas.
–Y tiene que haber voluntad política para que se apruebe.
–A pesar de todo, me gustaría recalcar que veo con optimismo la creación de la Superliga y hacia dónde van, y que es fundamental el trabajo coordinado con la Ciudad y cada provincia en materia de fútbol. Que no haya banderas políticas, sino tener en claro cuál es el objetivo político. Además, con la tecnología que hoy existe, realmente se puede terminar con la violencia en el fútbol.