Las Madres de Plaza de Mayo -Línea Fundadora- emitieron un duro comunicado, en el que cuestionaron la idea la de reconciliación que fue lanzada el cinco de agosto en un acto realizado en la sala “Octavio Derisi” de la Universidad Católica, en el que Arturo Larrabure, hijo de un coronel muerto or la guerrilla en 1975; la senadora Norma Morandini, que tiene dos hermanos desaparecidos; Jorge Casaretto, obispo emérito de San Isidro; Emilio Cárdenas, ex presidente del HSBC Argentina y ex embajador argentino en la ONU y Graciela Fernández Meijide,madre de un joven desaparecido y ex ministra de Desarrollo Social de ese acto fallido que fue el gobierno de la Alianza, pidieron el perdón para los militares encarcelados por violaciones a los Derechos Humanos.
El organismo de Derechos Humanos, que agrupó en los tiempos difíciles de la dictadura a las madres de los militantes que iban siendo desaparecidos y asesinados por la represión que lanzó el Gobierno militar contra sus opositores, comenzó recordando que “Los años van pasando, pero los principios fundadores que nuestro movimiento ha mantenido durante la dictadura y la transición democrática –Justicia y Verdad a través de la Memoria- siguen vigentes”.
Luego, las madres de los desaparecidos explicitaron “la vigencia de las palabras de Julio Cortázar, en su discurso de apertura del Coloquio de Abogados de París realizado en 1981 para tratar el crimen de lesa humanidad que es la desaparición forzada de personas: (…) Y si toda muerte humana entraña una ausencia irrevocable, ¿qué decir de esta ausencia que se sigue dando como presencia abstracta, como la obstinada negación de la ausencia final? (…). Aquí, en esta sala donde ellos no están, donde se los evoca como una razón de trabajo, aquí hay que sentirlos presentes y próximos, sentados entre nosotros, mirándonos, hablándonos. El hecho mismo de que entre los participantes y el público haya tantos parientes y amigos de desaparecidos vuelve todavía más perceptible esa innumerable muchedumbre congregada en un silencioso testimonio, en una implacable acusación. Pero también están las voces vivas de los sobrevivientes y de los testigos (…).
(…) Hay que mantener en un obstinado presente, con toda su sangre y su ignominia, algo que ya se está queriendo hacer entrar en el cómodo país del olvido; hay que seguir considerando como vivos a los que acaso ya no lo están pero que tenemos la obligación de reclamar, uno por uno, hasta que la respuesta muestre finalmente la verdad que hoy se pretende escamotear. Por eso este coloquio y todo lo que podamos hacer en el plano nacional e internacional, tiene sentido que va mucho más allá de su finalidad inmediata; el ejemplo admirable de las Madres de Plaza de Mayo está ahí como algo que se llama dignidad, se llama libertad, y sobre todo se llama futuro”.
Finalmente, las Madres aseveraron que “Cortázar nos ve como signo de futuro. No lo defraudamos. Contra los irresponsables y vanos intentos de instalar una imposible reconciliación entre quienes sufrieron el terrorismo de Estado y quienes lo perpetraron, repetimos y lo seguiremos haciendo: ¡NO A LA RECONCILIACIÓN! ¡NI OLVIDO NI PERDÓN! JUSTICIA CONSTITUCIONAL”.