Sergio Massa está demostrando por estos días ser uno de los políticos más efectivos que tiene la Argentina en este mundo de tiempos difíciles. Y lo certifica en su accionar tanto en el plano nacional como el internacional, demostrando una versatilidad y un fuerte compromiso en los acuerdos a los que arriba, que generan confianza cualquiera sea el interlocutor. Las mediciones de las variables económicas que presentan en forma negativa desde la oposición tienen que ver más con el arrastre con que el ministro de Economía se topó al arribar a ese cargo que con su propia gestión, en la que día a día se desenvolvió como “gato panza arriba” ante la infinidad de problemas heredados. Lo definió claramente cuando expresó “no nos cabe un kilombo más” ante disputas políticas de menor cuantía que planteaban desde su mismo gobierno.
En el plano local, Massa dispone de tres herramientas a las cuales trata de sacarle el mayor provecho posible para llegar a sus objetivos. Para empezar una fuerza propia, el Frente Renovador que funciona como ariete en cada una de sus congresos y dice siempre lo que él mismo no puede adelantar y eso tiene que ver con los tiempos, casi siempre en litigio de lecturas con sus responsabilidades de gobierno. En segundo término, una red de contactos y alianzas inigualable a nivel federal, con gobernadores e intendentes de las distintas provincias del interior siendo la Provincia de Buenos Aires la base de este motor federal. Desde allí aporta y suma desde hace más de 10 años, sin olvidar que allí en agosto del 2013 Massa triunfó en las elecciones con el Frente Renovador.
Por último y en este tramo de su devenir político, ha conseguido el respeto político de quién ha co- conducido el proceso político argentino desde el campo popular hace 20 años, con el peronismo o sellos con distintos nombres, que es la actual vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner. Muchos simplifican este tema, poniendo a Máximo Kirchner como único gestor y el mago que sacó ese “indulto” de la galera, es solo una parte de la historia. El resto tal cual es la costumbre de ambos dirigentes, CFK y el tigrense, es principalmente un signo de madurez y pragmatismo de ambos lados del mostrador. Del mismo modo que se generó la empatía entre Sergio y Máximo, también se gestó la segunda parte con su madre, en donde la confianza y la necesidad del conjunto jugaron a favor para este sprint final, que los tiene en el mismo barco, del que se bajó por carecer de una mínima potencia electoral y anticipando su jubilación, el actual presidente Alberto Fernández.
Sergio Massa soñó siempre con ser Presidente de la Nación y aún no está descartado que sea candidato en este turno. Jamás se expresó en este sentido, pero son muchos los gestos en los cuales se puede interpretar que la idea todavía no murió en su cabeza, es más, a la luz de las encuestas pareciera estar más viva que nunca. Comparte ese tramo de la ruta con dirigentes ligado de un modo u otro, a Cristina. Más allá de no tener fijos los casilleros, Axel Kiciloff es el preferido de la ex Presidenta, pero estaría ya casi decidido (y es lo que él desea) proteger la retaguardia bonaerense para el caso que no se pueda retener el gobierno nacional. Y quien también surgió con una campaña importante en la calle, luego de la invocación a la generación diezmada, es el ministro del Interior, Wado de Pedro, otro ahijado de su Jefa. Con mucha voluntad, Wado es el Plan B si Massa decidiera terminar su mandato como el comandante del vuelo que le dio sobrevida y aterrizaje al avión que estaba perdiendo altura con Silvina Batakis, tras las discutibles maniobras de Martín Guzmán.
Para terminar, un toque de actualidad, ya que el ministro está de viaje por la República Popular China intentando emprolijar muchas cuestiones relacionadas con las reservas, el swap y sobre todo cuestiones de obras de infraestructura general, algunas en marcha, pero retrasadas y otras por venir. Será un paquete importante en el marco de la Ruta de la Seda, que propone el gobierno de Xin Jinping para optimizar el comercio en el mundo y a la que Argentina ya adhirió. Lo del BRICS (versión Banco) quedó confirmado por Dilma Roussef -su presidenta- a Massa habilitando el ingreso de la Argentina a la institución. Quedaron en vano las expresiones de Lula en este tema con Alberto adelante, lo que hizo crecer la ya innegable disputa entre Presidente y Ministro.
El primer acierto en este viaje fue el diseño de la comitiva, llevó toda gente útil a las negociaciones, pero además de gran reconocimiento y acogida en el gigante asiático. Máximo, Cecilia Moreau y Juan Manuel Olmos fueron los acompañantes ideales para el periplo que organizara con extrema precisión el embajador Sabino Vaca Narvaja, gran conocedor del sistema local y que además domina el idioma mandarín.
Y en otro orden de cosas, siendo Massa (sin dudas) el político argentino más valorado en las elites de Estados Unidos –y debiendo visitar Washington en unos pocos días- no se metió en líos con los compromisos ya asumidos con ellos, con determinadas áreas como las de telecomunicaciones, armamento e Hidrovía, ya que tales eran las preocupaciones norteamericanas en su frenética competencia con China.
El adelanto del FMI en este formato parecería que está más cerca y la liberación de parte del swap con China también. Un pragmático total, pero firme cuando acuerda. Quedan 23 días para definir lo demás.