La histórica elección del domingo cerró una etapa política en la Argentina. El peronismo lo hizo de nuevo. Llevó a Sergio Tomás Massa a la victoria en condiciones adversas y provocó –sin proponérselo- una fuerte crisis en las coaliciones opositoras.
Pero a Unión por la Patria aún le queda enfrentar un balotaje en el que el triunfo no está asegurado. De todos modos, en los manuales de la política mundial va a quedar como materia de estudio una elección en la que triunfó un ministro de Economía que maneja una coyuntura con graves problemas de caída salarial y de acumulación constante de los sectores del dinero, en detrimento de los trabajadores.
Massa, de la incertidumbre a la victoria (parcial)
Contra todos los pronósticos, Massa, que había obtenido 6,5 millones de votos en las PASO, en esta primera vuelta fue votado por 9,5 millones de argentinos. Javier Milei, en cambio, obtuvo 7,1 millones de sufragios en las PASO y este último domingo sumó sólo 700 mil votos más y quedó arañando los ocho millones de sufragios. Ése es su techo, según algunos analistas. La derecha liberal nunca fue demasiado popular en la Argentina, aunque tiene sus minorías seguidoras.
En la etapa que culminará el 19 de noviembre en el balotaje, Massa necesita acumular unos 3,5 millones de votos más para ganar, mientras que Milei debe aumentar su cuenta con unos cinco millones adicionales. En una palabra, UxP obtuvo el domingo algo más de nueve millones y medio de votos, en tanto que LLA llegó casi a los ocho millones.
Lo que queda exigirá una tarea muy fina para ambos candidatos, en la que el tigrense tiene una cierta ventaja, ya que la soledad política de Milei está haciendo mella en su capacidad para armar alianzas partidarias.
Por ahora, el diez de diciembre próximo Unión por la Patria tendrá 108 diputados, en tanto que Juntos por el Cambio llegará a los 93 y LLA tendrá 37. Entretanto, en el Senado, UP sumará un bloque de 35 senadores, JxC tendrá 24 y LLA, ocho bancas.
Juntos por el Cambio: Crisis y dispersión Pro: La madre de todas las derrotas
Los perdedores, entretanto, se encuentran inmersos en conflictos que no tienen, por ahora, visos de solución. La coalición de Juntos por el Cambio perdió en los algo más de dos meses que mediaron entre las PASO y el 22 de octubre, 400 mil votos, que migraron en masa hacia La Libertad Avanza.
Mientras todo esto ocurre, una vez definida la primera vuelta, Massa permanecerá sentado en su silla, alentando a sus adversarios a que sigan equivocándose.
En el mediodía de este miércoles, Patricia Bullrich informaba en conferencia de prensa sobre un encuentro secreto con Javier Milei, en el que “nos perdonamos mutuamente”, una premisa que sonó a justificación por una acción que excede a su persona. Bullrich hizo la salvedad de que su apoyo a Milei “es a título personal”, otra premisa casi absurda para quien termina de constituirse en una candidata que obtuvo seis millones de votos.
En definitiva, la exministra de Defensa llamó a votar por el libertario, a pesar de los agravios, que no fueron borrados por los perdones, ya que persisten en la memoria reciente de todos sus votantes.
De todos modos, hay temas incomprensibles. Por de pronto, figura en la página uno de todos los manuales de la política que ningún líder derrotado puede direccionar, al día siguiente, el voto de sus partidarios en ninguna dirección. Éstos, desgraciadamente para su mentor, tienden a acentuar su independencia después del desastre, por lo que hablar “a título personal” configura una trampa en sí misma.
Por esta razón, tres días después de concluida la primera ronda electoral, existen materias que no deberían figurar en una crónica política, sino en los manuales de la psiquiatría.
En las últimas horas del día, el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta le echaba nafta al fuego convocando a “tener humildad, reflexionar, reconocer errores, aprender”. Luego advirtió que “las dos opciones que tenemos para el balotaje son muy malas para todos los argentinos”. Luego el porteño calificó a Massa como “la reelección del populismo kirchnerista”. En tanto, a Milei lo definió como “un nuevo populismo, es un salto al vacío”. A causa de estas razones, Larreta anunció que “no le voy a decir a la gente a quién votar”, dejando claro su prescindencia electoral en el balotage.
Lilita Carrió: Cronista de la catástrofe
La líder de la Coalición Cívica, Elisa Lilita Carrió, aseguraba en la mañana de este miércoles que “siempre Macri jugó para Milei y para la destrucción de Juntos por el Cambio, la verdad histórica es ésa”, rematando luego con que “nosotros no vamos a someternos a ninguna extorsión”.
Luego, en su carácter de reciente disidente de Juntos por el Cambio, la blonda chaqueña relató que “me di cuenta en su cara y su zona oscura. Se lo dije a Maxi (Ferraro) y a Maricel (Etchecoin): lo que va a hacer Macri es desgastar a Horacio, entregarla a Patricia e irse con Milei”.
Al final, en un rapto de fugaz cordura, Carrió reclamó que “hay que impugnar el voto y el que quiera votar, que se haga responsable, porque está avalando”, remató, sin aclarar a quién.
La UCR, en el centro: ni con uno ni con otro
Entretanto, los despechados dirigentes más encumbrados de la Unión Cívica Radical expusieron su desilusión con sus socios políticos, aunque sin hacerse cargo de la decisión que alguna vez los unió a Juntos por el Cambio.
“Macri está feliz porque es lo que quería, joderle la vida a Juntos por el Cambio”, comenzó expresando el presidente del partido, Gerardo Morales, para quejarse de que “es de una gran irresponsabilidad lo que ha hecho Patricia. No es quién para hablar en nombre de los seis millones que nos votaron. Son grandes responsables de poner en riesgo Juntos por el Cambio”, completó, asociando al jefe de la coalición, Mauricio Macri, con la operación.
Inmerso en un mea culpa lleno de rispideces, el carcelero de Milagro Sala declaró que “me da vergüenza ajena, es vergonzoso, lo lamento mucho, está afuera de la coalición. Es una falta de respeto hacia nosotros, que no perdonamos. Eso es abandonar Juntos por el Cambio, es abandonar el mecanismo de decisiones colectivas”, se condolió el jujeño.
Cuando se le preguntó acerca de la afirmación de Bullrich de que la “patria está en peligro”, Morales consideró que “la Patria está más en peligro con ella y con Milei. Ahí está en peligro”.
De todos modos, Morales se negaba a quitar sus extremidades inferiores de la fuente. “Se fueron ellos –disimuló-, nosotros no rompimos Juntos por el Cambio, ni lo queremos romper. Lamentamos que se hayan ido Mauricio y Patricia. Vamos a ver qué pasa en los próximos días”, expresó, sin aludir su rol dirigencial en esta crisis.
Sentado a su lado, el senador Martín Lousteau se quejó de que “nos enteramos de esa conferencia (la de Bullrich y su correligionario Luis Petri) mientras se estaba preparando. La falta de consideración con la coalición, no existe la fórmula, no pueden ir dos personas a decir que representan a los 6 millones que nos votaron”.
Al igual que su excorreligionaria, Lilita Carrió, tampoco Lousteau se hizo cargo de su papel y puso afuera de la UCR el estallido de la crisis. “Yo también la voté y no estoy representado en lo que dijeron. En mi opinión, Bullrich y Macri decidieron abandonar Juntos por el Cambio, porque los partidos hicieron el ejercicio que hicimos hoy. La Coalición Cívica se reunió, Confianza Pública se reunió, pero el PRO ni siquiera se reunió y tomaron una decisión unilateral”.
Finalmente, la decisión de los radicales, que estuvieron reunidos en el Comité Nacional del partido, fue no apoyar en la segunda ronda ni a Sergio Massa (UxP) ni a Javier Milei (LLA), poniendo entre paréntesis el futuro de la coalición que gobernó la Argentina entre 2015 y 2019.
Milei: El recurso del desprecio
Este seguidor de Friedrich Von Hayek, después de haber insultado de manera soez a todo el arco político que no responde a sus ideas, ahora se convirtió en el rey de la disculpa. Se parece cada vez más a aquel actor que, una vez terminada la función, se sienta frente al espejo, toma un paño y comienza a desmaquillarse, luego se quita su disfraz y poco a poco va perdiendo la esencia de ese personaje que lo llevó al éxito, pero que no es él. Al fin y al cabo, el teatro es una mentira compartida entre el talento del artista y la complicidad de un público captado por su mímesis.
Ahora, Milei debajo del escenario, ¿es el mismo Milei que convenció a miles para que lo ayudaran a derrotar a la casta, a quemar el Banco Central y a desterrar al peso argentino y pasarse al dólar? ¿O es éste, que rasca el fondo de la olla para encontrar un voto que le evite sufrir el oscuro destino del derrotado?
Como Jedidiah Sawyer (a) Cara de Cuero, el protagonista de La Masacre de la Motosierra de Texas, Milei no necesitaba ambulancias, pero ahora las mismas le urgen para que acerquen a los votantes heridos de Juntos por el Cambio, de Juan Schiaretti y aún de Myriam Bregman. Lo que va de ayer a hoy, ¿no?
Entre sus ofendidos descuellan los famosos “viejos meados”, a los que despreció sin empatía. En estos días, tras su derrota, éstos se encuentran en estado de éxtasis, atacándolo sin descanso. Si hasta Baby Echecopar se prestó a un reportaje en una radio pero-kirchnerista.
Ahora, al libertario sólo le queda capitalizar su inexperiencia política, que lo llevó, en primer lugar, a calificar al Papa como “el representante del Maligno”, en segundo lugar, a despreciar a la moneda argentina en aras de dolarizar la economía; en tercer lugar, a proponer la quema de edificios públicos; en cuarto lugar, a distribuir insultos a diestra y siniestra y por fin, craso error, a vituperar a la “casta política”, a la que ahora, precisamente, debe ir a pedirle ayuda para enfrentar una adversidad que no esperaba que iba a tener que soportar.
La elección no está perdida para él, pero fue afectado por este descenso del primero al segundo lugar, tan similar a un descenso a los infiernos. Desde el 13 de agosto hasta el 22 de octubre sólo sumó 700 mil votos, una cifra que lo ubica en un camino dificultoso, como mínimo. Aquí es necesario recordar que debe sumar cinco millones de votos más para ganar.
Las Peceras
El acuario en la que deberá tirar sus anzuelos Milei es casi el mismo que dejó de alimentar la ínclita Patricia Bullrich. De los seis millones de votos de JxC, casi el 75 por ciento migrarían hacia el libertario, lo que lo pondría al borde de ganar. Pero la matemática no explica a la política.
Milei deberá seducir, amar e incluso rezar para atraer a los seguidores de Bullrich y Macri, para lo que deberá cambiar de modales, dejar atrás cierto léxico de dudoso buen gusto y mostrar un comportamiento medido, algo que está fuera de su naturaleza. Además, este repentino ataque de urbanidad y cortesía podría alejarlo del núcleo duro de sus votantes, que aman la motosierra y el aire desafiante del que hizo gala hasta ahora el libertario. Este dilema podría afectar sus resultados finales.
Massa, en cambio, irá a buscar el siete por ciento de Juan Schiaretti y el tres por ciento de la izquierda. Son diez puntos cruciales, que totalizan entre los dos casi dos millones y medio de votos.
Pero la pelea de fondo estará en el voto flotante de los radicales, que se sintieron insultados por el libertario, que ahora se debe estar arrepintiendo de haber puesto tanta energía en vituperarlos de manera tan soez. Es difícil medir el volumen electoral de los herederos de Yrigoyen, pero si UxP consigue que los voten en bloque, la victoria podría estar cerca.
Nadie puede asegurar el triunfo y esa incertidumbre acompañará a ambos candidatos hasta el final, pero los errores de Javier Milei le bajaron sensiblemente el precio. Por el contrario, el profesionalismo político de su rival, formado en el áspero mundo del conurbano, le sumó volumen electoral en los últimos días.
El final es abierto y la balanza puede inclinarse hacia cualquiera de los dos costados. El que cometa menos errores será el próximo presidente, pero le espera una tarea tan dura que quizás sea incomprensible que exista tanta voluntad de poder en ambos contendientes.