Los cierres de las fórmulas presidenciales del sábado pasado no han hecho más que potenciar la guerra dialéctica entre quienes aspiran a ocupar el sillón de Rivadavia a partir del 10 de diciembre. Un sinfín de interpretaciones acerca de los porqués y cómo se llegaron a conformar esos binomios provocó que los propios candidatos de cada uno de los espacios salieran a explicar tanto las decisiones propias como las de todo el escenario conformado.
Son muchos los acontecimientos que rodearon estas definiciones, por ejemplo la polémica elección santafesina, el pase a retiro del general César Milani, los paros de transportes en los días previos, las idas y venidas del Pro en provincia de Buenos Aires y el “jaque mate” a Florencio Randazzo diseñado de una manera un tanto desprolija en la Casa Rosada, además de la espera infinita a la que sometió Sergio Massa a su espacio antes de sus forzados anuncios.
En este breve análisis de lo ocurrido trataremos de desentramar las decisiones de una manera objetiva y sin la intencionalidad política que les prodigan a estas acciones aquellos medios de comunicación masiva –de activa participación en esta contienda– que están comprometidos, cada uno, con su candidato.
Daniel Scioli-Carlos Zannini
La debacle política, emocional y personal del ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo, comenzó minutos antes del partido por Copa América entre Argentina y Uruguay. En una entrevista periodística, Scioli deslizó al pasar que le había ofrecido la candidatura a vicepresidencia a Zannini. Tras todos los dimes y diretes de quién lo decidió y cuándo y dónde sucedió, subyace la realidad incontrastable de que el gobernador de la provincia de Buenos Aires era desde el inicio de este proceso el candidato natural del Frente para la Victoria, por lo que ninguna sorpresa se da en esa decisión.
Dando por buena la hipótesis anterior, en la que el número 1 estaba puesto en la fórmula del espacio oficialista, quedaba develar de qué modo se armaría el resto del tablero, que para el FpV, centralmente, implicaba definir el vice y la provincia de Buenos Aires.
Randazzo no estuvo rápido de reflejos. El “clamor” por su candidatura que le habían generado desde el relato épico de la continuidad “pura” fue borrado de un plumazo por los puros de verdad, para ser más preciso, por la propia Presidenta de la Nación. Así, quien se decía el principal defensor de esta conducción en la grilla de aspirantes a la continuidad, cuando una decisión de Cristina lo afectó de modo personal no tuvo la capacidad de asimilar el golpe, estiró la epopeya de su virginidad K hasta poner en riesgo al conjunto, no aceptando la postulación a gobernador de la Provincia que le habían ofrecido a cambio, lo que le valió una dura reprimenda en los días siguientes de funcionarios de primera línea y el castigo del ninguneo a sus amigos en el cierre de las listas a cargos nacionales y provinciales.
Si el esquema de la coherencia del oficialismo consistió en cumplir al pie de la letra los deseos de la “jefa”, la actitud de Randazzo es por lo menos infantil y caprichosa. Él nació precandidato desde esa coherencia, y esa misma coherencia, basada en la realidad, lo reubicó. Y después lo castigó. Vale preguntarse: cuál es la coherencia de Randazzo, esa que reinvindican él mismo y sus seguidores. Pasar de la inexistencia en las grandes ligas a ser un precandidato por exclusiva decisión –y aval político y económico– de Cristina y decir “de ahí no me bajo” y cumplirlo. Pareció no recordar cómo ascendió hasta allí. Un error grave en un hombre de su experiencia. Ya debe de estar arrepentido. Tarde. El mercedino se comió la curva y volcó.
Scioli al Gobierno, ¿Cristina al poder?
Desde la Casa Rosada se implementó para los propios una estrategia de reagrupamiento en el parlamento nacional. En las listas de diputados, los nombres muy cercanos a la Presidenta le podrían otorgar un bloque “propio”, al menos en una primera etapa, de 65 legisladores (sobresaliendo La Cámpora, Máximo incluido), menos de la mitad de lo que podría mantener el FpV en el próximo período, más la presidencia del Senado en manos del Chino Zannini.
El tema es que el acuerdo entre Scioli y Cristina por la fórmula seguirá vigente si el exmotonauta alcanza la Presidencia. Y lo harán de la misma manera con que se hace todo en la política: midiendo la correlación de fuerzas. En ese escenario a futuro, se supone que Scioli liderará la fuerza del PJ federal y Cristina la de La Cámpora y sus exfuncionarios cercanos. Aunque los vasos comunicantes entre ambos grupos son tantos que esa división se hará invisible la mayoría de las veces. El Senado tendrá un vicepresidente ultra-K, pero los senadores no responden al presidente del cuerpo sino a los gobernadores de sus provincias, esas que necesitan recurrentemente ayuda del Estado nacional. El sistema fuertemente presidencialista que impera en este país anulará las conjeturas de los que quieren mostrar la capitulación de Scioli y el triunfo aplastante de Cristina. Para ser más claro, y sin poner en duda la legitimidad de la jefatura política de la Presidenta, acaban de pulsear la semana pasada y Scioli se quedó con el 1 y ella, poniendo a Zannini, con el 2 (y suerte para los ultra-K que Cristina es de reflejos rápidos). El resultado podría haber sido peor. ¿Quién ganó, entonces?
Mauricio Macri-Gabriela Michetti
Nuevamente, como en la caso de la Alianza, una fórmula nacional netamente porteña. Distinta: ambos comparten el mismo espacio político, y con una similitud: son la fuerza emergente legitimada (como era el Frepaso entonces) y comparten el mismo aliado, la Unión Cívica Radical.
En la Ciudad de Buenos Aires, el submarino amarillo se encamina a ganar la Jefatura de Gobierno con cierta holgura, que quizás lo exima de segunda vuelta, más por la realidad política que por los guarismos. La fuerza original (Pro) y su colectora (ECO) no deberían, con 20 puntos de diferencia, generarles más gastos al Estado y otro gasto de tiempo a los contribuyentes. Salvo que Mariano Recalde, hoy a escasos tres puntos de Lousteau, logre doblegar a este último en la recta final. En ese caso, los kirchneristas irán hasta el final del proceso, debido a que sus propuestas sí son claramente opositoras al Pro.
La derrota en Santa Fe afectó a todo el Pro, pero de manera especial al sector del macrismo que renegaba de las alianzas y pedía pureza. Aunque, en realidad, no siempre los inventos salen bien. Si bien no ganaron por escasos 1.700 votos, Miguel del Sel no parecía la respuesta adecuada a la agenda sensible que afecta esa provincia. Macri seguramente podrá sumar más votos que el ex Midachi en esa provincia en las PASO y octubre. Se les avecina otra derrota provincial a manos de Juan Schiaretti en Córdoba, aunque compartieron el triunfo en Mendoza, con otros padres de la criatura. Parecían ser demasiados para festejar, aunque quizás esa foto un tanto multitudinaria mostraba cuál era el camino de la oposición.
Si Macri logra revertir ese mal momento, tal como ya lo hizo en otras oportunidades, podría acumular gratis buena parte de los votos de Sergio Massa en un hipotético balotaje. Si no lo lograra, su futuro será incierto, pero más duro será el de Gabriela Michetti, que sumará una nueva derrota en menos de seis meses. Hay que ver cómo evoluciona su histórico problema de fiscalización en la provincia de Buenos Aires, donde a pesar de la titánica tarea de María Eugenia Vidal, ya instalada antes de la campaña como referente nacional del espacio, la presencia de Massa le quita fuerza a la polarización necesaria para lograr el objetivo del balotaje. Todavía faltan las PASO, la campaña y las elecciones, y Scioli, Macri y Massa se alternaron por períodos en la cima de las intenciones de voto.
Sergio Massa-Gustavo Sáenz
La apuesta más difícil de todas. La que nació favorita y casi no llega a ver la luz. Con errores en su desarrollo, fue la campaña de alguien que, a diferencia de Scioli, Macri o De la Sota, no tiene una provincia detrás, con todo lo que ello implica. De hecho, tuvo fugas para los lados de Macri y Scioli. Se relanzó en el peor momento de Macri, lo que le otorga alguna chance que tendrá que reafirmar en las PASO con el mandatario cordobés, para medir para qué está el espacio. Tiene algo más de un mes para repensar la nueva estrategia.
La izquierda
Tiene una muy buena posibilidad de aprovechar el otro costado de esa vocación inasible del cambio de preferencias. Con algunos resultados interesantes en provincias donde supera el 10 por ciento, intentará en la Ciudad alcanzar ese guarismo entre los dos candidatos que lograron saltar las PASO, Luis Zamora (Autodeterminación y Libertad) y Myriam Bregman (FIT). Difícil, pero están a dos puntos de lograrlo.