El expresidente Mauricio Macri fue el otro gran ganador de las elecciones del domingo, que consagraron al candidato de La Libertad Avanza (LLA), Javier Milei, como el nuevo presidente de la Nación. Para el expresidente, el triunfo del libertario en el balotaje tiene un sabor a revancha personal y a la revitalización de su liderazgo político en una oposición que quedó a un paso de oficializar su ruptura. Terminadas las elecciones generales, el 22 de octubre, Milei era un dirigente sin rumbo y Macri lo direccionó y encaminó para que pudiera conseguir el triunfo de hoy. El Pacto de Acassuso dio resultado.
Hay muchos interrogantes con eje en Macri que comenzarán a instalarse en las próximas horas y, sobre todo, cuando Alberto Fernández le ponga la banda presidencial a Javier Milei. Pero ninguno opacará la certeza de que el fundador del Pro se puso al frente del operativo que desplazó al kirchnerismo del poder y ayudó al encumbramiento de una figura política nueva, que le da más seguridad que la propia Patricia Bullrich de que será implacable para arrasar con el status quo.
La otra certeza es que será difícil unir los fragmentos de Juntos por el Cambio (JxC) que se esparcieron a partir del pacto Milei-Macri-Bullrich. Si la consigna que viene es “Milei al gobierno, Macri al poder”, el Pro quedará fracturado antes que la coalición opositora. El ala moderada que encarnan Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal no quiere saber nada con atar su destino al líder libertario. Y Macri y Bullrich tendrán una segura participación en el próximo gobierno, además de avanzar sin complejos hacia el armado de una nueva alianza de derecha piloteada por el Pro y La Libertad Avanza (LLA), sin el lastre “populista” de la UCR y de la Coalición Cívica.
La victoria de Milei simboliza la derrota definitiva de Juntos por el Cambio (JxC) tal como estaba estructurado desde 2019. Para Bullrich, JxC “era un envase que ya estaba muy destruido”. Este momento representa el triunfo intelectual de Macri: desde el 28 de abril de 2022 que se mantenía lejos de la Mesa Nacional de Juntos por el Cambio (JxC), justamente el día en que la mayoría de sus líderes decidió cerrarle las puertas a Milei.
Diez días después, el expresidente reclamó a los máximos referentes del Pro que el partido “no se deje manejar por la UCR en el Congreso, como sucedió en las últimas votaciones” (por el proyecto que fijaba el marco regulatorio del cannabis medicinal) y advirtió: “Tenemos que diferenciarnos y no seguir cayendo en la trampa del radicalismo”.
Desde entonces, Macri entró en un estado de fricciones permanentes con el titular de la UCR, Gerardo Morales, y con la fundadora de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, la primera que alertó sobre los coqueteos del ex mandatario con el libertario y que ahora le apuntó de manera directa: “Siempre jugó para Milei y para la destrucción de Juntos por el Cambio, la verdad histórica es esa”.
Para terminar de romper la coalición, Macri se reunió en secreto con Milei dos días después de que Bullrich quedara tercera en las elecciones generales, con el 24% de los votos, e incluso lo elogió de una manera que sonó como crítica a sus ex socios políticos: “Es una incógnita, pero nunca me mintió”.
Con Milei en la Casa Rosada, muchos creen que tendrá un frente más despejado para lograr su regreso a la conducción de Boca Juniors en las elecciones del 2 de diciembre, donde secunda a su ex ministro Andrés Ibarra como candidato a vicepresidente. En la visión del expresidente, Juan Román Riquelme es una suerte de versión futbolística de Sergio Massa, su máximo enemigo luego de Cristina Kirchner.
Karina Milei: quién es “el jefe ” del próximo presidente
El domingo, luego de confirmado el triunfo de Javier Milei, su hermana, Karina, fue la primera vez se subió a un escenario para hablar. No es para menos: su hermano acaba de convertirse en Presidente de todos los argentinos. El público, adentro y afuera del hotel Libertador, está a la espera de las primeras palabras del economista como mandatario electo.
Pero -con un guiño del protagonista- la primera en abrir la jornada es ella. “Jefe, jefe, ole ole ole, jefe, jefe”, canta la multitud. “Gracias, gracias. Buenas noches. Los dejo con el presidente electo, Javier Milei”, dice ella, y deja subir al mayor de la familia. Durante todo el resto de la jornada estará, como siempre, celosamente a su lado.
Karina Milei no va a necesitar cargo en el próximo gobierno. Cualquier puesto le quedaría chico, y ella no lo necesita. Los 51 años de vida los pasó siendo la persona más importante para su hermano. En grandes tramos –la mayoría- de todos esos años era, de hecho, la única que estaba a su lado, sin contar la presencia –ahora espectral- de su fallecido perro Conan.
Para dimensionar el rol de la hermana hay que entender primero la compleja dinámica que tiene La Libertad Avanza (LLA). El espacio tiene una estructura profundamente caótica, sin lugares asignados en el escalafón ni ningún tipo de orden jerárquico como tienen otros partidos. Es zigzagueante, y el mejor amigo mañana puede ser un traidor y viceversa.
Además, sufre de otro problema: se desarrolló demasiado rápido. Por poner un ejemplo, el Pro compitió y perdió una elección antes de ganar la votación que en el 2007 convirtió a Macri en jefe de Gobierno. Recién dos mandatos después dio el salto a nivel nacional.
Pero este caso es muy distinto. El crecimiento de La Libertad Avanza (LLA) fue brutal. Salió de su primer semestre de vida, en el que estuvo completamente abocada a la campaña, con el propósito de llevar a Milei a la presidencia en tan sólo dos años.
Eso lo hizo sin tener algún tipo de orden interno, ningún mecanismo de debate o de resolución de conflictos, ni tener tampoco la intención de diseñarlos. Lo único claro para todos los involucrados era que los que mandaban eran Javier y Karina, una lógica ultraverticalista que encerraba un problema: ambos pueden cambiar de opinión sobre un tema varias veces en una semana. En un espacio que copió las formas y los vaivenes emocionales del líder y de su hermana, el caos era inevitable.
Karina fue la que llenó todos los agujeros. Aunque su hermano es la cara visible, aunque casi no se le conoce la voz, aunque toda su vida estuvo aún más alejada de la política que Javier, es “el jefe”, como la llama, la que lleva la voz cantante en La Libertad Avanza (LLA). En algunos temas tiene el monopolio total, tópicos que en cualquier otro partido suelen estar divido entre varias personas. Pero a ella no quiere o no sabe delegar.
Uno es el manejo de la plata. Ella es la cajera, la que controla el dinero que entra y sale, la que toma las decisiones sobre la recaudación y la que se encarga del cobro. Los que la tratan dicen que es mucho más rápida para estos trámites que su hermano.
“Moisés”, como se refiere a ella el libertario, es también quien maneja la estrategia. De hecho, a Javier las alternativas a seguir, los nombres a los que apoyar o a los que expulsar, la agenda, las entrevistas, los actos, la estética, y los lugares a visitar le llegan a través de su hermana. “Eso hablalo con Kari”, es la frase más escuchada dentro del frente, una lógica que saca de quicio a más de uno y que a la larga termina siendo un freno a la resolución de cualquier asunto. Algunos le tienen pavor. Basta ver la cara de Fátima Florez, la flamante pareja de Milei, cuando en el último discurso de ayer quiso recuperar cierto protagonismo en el escenario pero fue cortada de cuajo con tan solo una mirada de la Karina.
Todos los que están dentro del armado -o los que quieren pertenecer- saben que para hacer cualquier cosa necesitan primero la bendición de Karina. Ella es la manera de llegar a Milei, ella es quien lo convence de los pasos a dar. Ella es la única persona en la que realmente confía. La danza de figuras alrededor de la hermana se explica por esta realidad. “Si quieren estar acá ya saben a qué teléfono llamar”, suele repetir Karina.