La expresidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, concurrió a la Universidad de Lanús con dos objetivos, cerrar el Congreso Nacional de Salud y recibir el Doctorado “Honoris Causa” que le otorgó esa casa de altos estudios. Eso, a priori, porque al fin del acto se desataron las conjeturas, dada su sorpresiva disposición a declinar su candidatura el año próximo.
Cristina comenzó cuestionando las medidas neoliberales del Gobierno, que -advirtió- “les hace mal a la cabeza de la gente, son políticas criminales y genocidas”.
Con respecto a la promesa que encierra una de las consignas más coreadas por sus seguidores, aquella que reza: “Vamos a volver” la exmandataria les recordó que “la ansiedad de los militantes tiene tiempos diferentes a los que se toman la historia y la política. No se trata de que vuelva una persona, sino la sociedad empoderada. La sociedad tiene que hacer un análisis introspectivo acerca de las responsabilidades de que las cosas esten como están”, clamando por que “si no se ocupan ustedes de ustedes mismos, nadie más lo va a hacer”. Paralelamente, recordó que “los liderazgos necesitan la tarea fundamental de la sociedad de construir nuevamente organización”.
La expresidenta volvió a referirse a la organización popular, al afirmar que “hoy el estado ha sido tomado por el neoliberalismo, así que no es una herramienta con la que contamos. Pero contamos con la memoria, la defensa de nuestro derechos y la organización popular y es vital que las utilicemos”, reclamó.
Enigmáticamente -o quizás no tanto- la exjefa de Estado deslizó repentinamente una pista sobre su futuro y el del peronismo, cuando destacó que “no se sustituyen sólo importaciones, quizás también hay que sustituir dirigentes, porque se necesita sustituir ideas” comenzó.
A continuación, sorpresivamente, Cristina se autoexcluyó del futuro inmediato. “Y yo me incluyo también. Debemos pensar con generosidad que ninguno de nosotros es imprescindible, lo único imprescindible es organizar al pueblo en todos los frentes, porque es la única forma de que los argentinos vuelvan a ser protagonistas de su destino y de sus vidas”.
Pero quizás la sorpresa sea, en realidad, la culminación de una primera etapa de una negociación interna que, de todas maneras, precisará de otros pasos para llegar a puerto. La cabeza de la CFK es, indudablemente, Máximo Kirchner, aunque ésto no haya sido especificado en ninguna parte, ni siquiera por su mentora y madre, Cristina Fernández.
En este sentido, fuentes del Congreso ligadas a la CFK adelantaron que la negociación aludida en el párrafo anterior tiene que ver con la casi segura candidatura de Máximo a senador por esa corriente el año que viene. No casualmente, en los últimos días dirigentes peronistas de primera línea, como Emilio Monzó, Eduardo Duhalde y José Luis Gioja se refirieron elogiosamente al joven líder de La Cámpora. La otra pata de la operación tiene que ver con los acuerdos que será necesario cerrar para ganar en 2017 y en este punto no todo está cerrado.
Máximo se reunió hace unos días en una parrilla de Barracas con referentes del Movimiento Evita, con quienes habló en un tono notoriamente menos admonitorio que el que utilizó un amplio sector de la militancia kirchnerista para condenar el acuerdo que cerraron con el Gobierno, que culminaría quizás este lunes con la sanción de la Ley de Emergencia Social.
También se reunió con los intendentes del Grupo Esmeralda Juan Zabaleta y Gabriel Katopodis, con quienes dialogó sobre la ampliación de los apoderados del PJ, una materia que les permitiría a otros sectores acceder a “la lapicera” que escribe las listas de los candidatos.
Estas reuniones permiten inferir que se está gestando un candidato, aunque en un año muchas cosas pueden ocurrir.