Los argentinos y argentinas sabemos bien, que cuando hay una crisis se sale con esfuerzo y con Estado. Y sabemos, también, que cuando la política mira para otro lado, por más que rememos no llegamos a ningún lado.
El liderazgo del Presidente Alberto Fernández empieza a dar esos frutos que nuestro Pueblo necesita, a través de distintas herramientas que se ponen en marcha para que la esperanza se transforme en realizaciones: Mi Pieza es eso, la esperanza de una reforma, de una ampliación para la casa, la habitación para el nene o la nena, la mejora de una instalación sanitaria, la posibilidad de una familia de salir del hacinamiento al que la condenó décadas de una realidad social injusta.
Esta línea de financiamiento de la Secretaría de Integración Socio Urbana es, también, como suele decir Fernanda Miño “un reconocimiento al rol de las mujeres de los barrios populares en esta etapa tan compleja que nos tocó vivir” y a la que ya inscribieron doscientas diez mil mujeres y cerca de la mitad ya recibió un aporte económico para mejorar las condiciones de su hogar.
El camino es este. La mejora de las condiciones de vida de las familias es el motor necesario para que la economía repunte. Las beneficiarias de Mi Pieza compran en el corralón del barrio, contratan trabajo en el barrio y eso empieza a mover una economía que comienza a dar señales positivas. Lo escucho todos los días conversando con mis vecinos y vecinas de Hurlingham. Lo veo en la calle, en la bolsa de arena, en los ladrillos en la puerta de las casas. De a poquito pero a paso firme.
Tengo la alegría de un largo recorrido junto a Juan Zabaleta y aprendí a su lado algo que repite incansablemente como un consejo pero también como una directiva: “escuchar, conocer, resolver”. Escuchar a la gente; conocer los problemas; resolver, solucionar, gestionar soluciones.
Este programa nace de la escucha de las necesidades de los barrios populares, de conocer con el corazón la demanda y de la decisión política de transformar esa esperanza en acción, en política pública, reordenando las prioridades al modo que nos enseñó Evita: donde existe una necesidad nace un derecho.
Siempre.