El comienzo de un gobierno suele transitar por la llamada ‘luna de miel’, en la cual recibe una especie de “tiempo de gracia” para avanzar en sus reformas políticas. Pero es tan disruptiva la cultura que impuso Javier Milei, que éste no estaría siendo el caso.
El camino que condujo a un futuro incierto
En el entorno del libertario consideran que ese 55% de los votos que obtuvo en el balotaje con el exministro de Economía, Sergio Massa, lo habilitó para ir a fondo con el ajuste, que ya había anunciado en su campaña.
El problema surgió cuando la promesa electoral de que ese esfuerzo lo haría ‘la casta’ fue incumplida y todo el peso recayó sobre las clases medias y bajas, que llevan ocho años de tránsito por el desierto económico y ya no pueden esperar más.
El mismo día en el que el jefe de Estado brindó su primera cadena nacional y dio a conocer parcialmente el ‘mega DNU’ que deroga y modifica más de 300 leyes, miles de manifestantes, en especial de clase media, salieron a manifestarse en contra de la medida.
Pero la contestación desde la cúpula no tardó en llegar y Milei señaló que la gente que estaba con sus cacerolas en distintos puntos del país sufría el “síndrome de Estocolmo” (es decir, empatía con sus agresores) y defendió su decisión.
Por otro lado, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, activó un nuevo protocolo ‘antipiquetes’, que estipulaba una serie de puntos que debían cumplir los que se manifestaran en las calles.
“El que corta, no cobra”, expresó la funcionaria, haciendo referencia a los beneficiarios de planes sociales. “Dentro de la ley todo, fuera de la ley nada”, dijo por su parte Milei, en reiteradas ocasiones. Esta fue la estrategia ideológica del Gobierno frente a quienes salieron a reclamar porque sus políticas iban contra el pueblo y no contra la dirigencia política.
Cabe resaltar que el tiempo que lleva el flamante presidente en el poder ha generado un gran impacto político, no sólo en la Argentina, sino en el mundo. La moderación quedó fuera del camino y la sociedad eligió a un ‘outsider’, que vino a romper con el status quo y, de esta manera, ir contra la política tradicional.
Entre la esperanza de algunos y la preocupación de otros, nació una nueva grieta social que continuará en el tiempo. Y mientras algunos pierden el trabajo o no tienen para comer, otros dicen que ‘era necesario’ y que esto ‘tenía que hacerse’. El gran slogan ‘no la ven’ que navega por las redes sociales -como una forma de justificar cada medida- vino a interpelar a más de uno y a profundizar el malestar.
A su vez, la dirigencia política no está ausente en esta discusión y también tomó posición con respecto a los ajustes asestados por el flamante presidente libertario.
Aumenta la tensión política en el Congreso
Como se vino advirtiendo en estas columnas a lo largo de todo el año, era casi seguro que Milei llegaría a la Presidencia para vivir una encrucijada, porque no lograría cosechar mayorías parlamentarias.
Con tal sólo ocho senadores y 38 diputados, el desafío que tiene el libertario por delante es cada día más grande. Más allá del bajo número de votos que cosecha en el Congreso de la Nación, la postura combativa que tuvo hacia la oposición desde el inicio de su gestión hizo que la situación se complicara cada vez más.
Todo comenzó cuando Milei no habló ante la Asamblea Legislativa el día que asumió la Presidencia de la Nación. Allí, las críticas fueron aumentando y los legisladores manifestaron que “le dio la espalda al Congreso”.
Pero la intensidad fue aumentando a medida que avanzaron los días, porque la noticia del DNU generó tal repercusión en los bloques de las distintas fuerzas políticas que casi dinamitó cualquier tipo de consenso.
Luego de conocerse el impacto social que tendría el decreto, varios dirigentes opositores denunciaron que era “inconstitucional” y que el presidente estaba avasallando las “funciones del Poder Legislativo”.
Sin embargo, el mandatario redobló la apuesta y apuntó contra los representantes del pueblo y dijo que “la lentitud que le ponen los legisladores al debate del DNU” se debía a que estaban buscando “coimas por votos”.
A los pocos minutos, el titular del bloque de Unión por la Patria de la Cámara de Diputados, Germán Martínez, reaccionó ante las acusaciones y cruzó al libertario: “Muy grave” -calificó a la acusación-, Milei fue diputado hasta hace pocos días. Si conoció o conoce algún pedido de coimas o soborno en la Cámara de Diputados debería denunciarlo. Un fiscal tiene que actuar de oficio y exigir urgentes explicaciones. Si no, impulsaremos una denuncia. No vale todo”.
Asimismo, el jefe de Estado avanzó todavía más e interpeló al Congreso y le advirtió que si rechaza el DNU llamará a un plebiscito, para que la sociedad opine sobre el tema, ya que cuenta con el “75% de aprobación”.
De esta manera, lejos de cualquier acercamiento hacia los bloques de la oposición, Milei decidió tomar una postura más radical e ir hasta las últimas consecuencias para que sus medidas sean aprobadas por el Poder Legislativo o, en caso contrario, manejarse a través de Decretos de Necesidad y Urgencia para no paralizar su gestión.
En tanto, el economista oficializó la convocatoria a sesiones extraordinarias, que inició el 26 de diciembre y se extenderán hasta el 31 de enero, para que el Congreso debata durante el verano los once proyectos que envió el Ejecutivo, entre los que se encuentran la reforma del Estado, la incorporación de la Boleta Única de Papel, la Ley de Impuestos a Ingresos Personales y otros que tienen que ver con acuerdos bilaterales.
La ‘Ley Ómnibus’, que ya ingresó al Legislativo, cuenta con 351 páginas y Milei adelantó que no habrá margen para realizar modificaciones.
Las cartas fueron echadas. Ahora será el turno de ver cómo transcurrirán estos meses. Declarada la guerra, ¿qué hará el Congreso?
De ello dependerá el futuro del país, un futuro aún incierto.