Que hombres adultos “criollos” persigan y violen a niñas indígenas por una “tradición ancestral” parece una situación de la época colonial. Sin embargo, esto se llama Chineo y actualmente ocurren en Salta, Chaco y otras partes de Argentina.
El Chineo se practica con niñas a partir de los 7 años y mujeres de Pueblos Originarios por parte de hombres blancos terratenientes, con poder económico y político. Por esto, se trata de una costumbre de violencia machista, étnica y racial que se remonta a la conquista española: los españoles llamaban “chinas” a las niñas indígenas, por sus ojos rasgados y esta práctica se perpetúa desde entonces.
Estos hombres se organizan en grupo para “salir a cazar”: animales, plantas, niñas y mujeres del lugar y lo toman como un rito de iniciación sexual, un ritual de hombres para construir su masculinidad.
Eligen mujeres y niñas de lugares alejados, donde denunciar para ellas ante la policía es dificultoso, no sólo por la lejanía física sino también por la desigualdad de poder con estos “criollos”. Además, la Justicia hace caso omiso a estos ultrajes por considerarlos como una “cuestión cultural”.
El Chineo comienza con el acoso: los hombres las persiguen, las observan, las piropean e interceptan. A las niñas las engañan para ganar su confianza. Aparecen en lugares comunes como la salida de la escuela o en su camino a casa y, es por esta razón, que muchas madres y padres no envían a sus hijas mujeres a la escuela.
No sólo es acoso y abuso sexual lo que sufren las niñas y mujeres norteñas, sino que el Chineo las priva de su derecho a la educación, a una infancia libre de violencias sexuales y a la libertad en sí, porque vivir con miedo y encerrada es una forma más de aprisionamiento. Quien quiera salir, deberá entonces pagar el costo de su decisión.
Una vez producido el Chineo, los hombres devuelven a sus víctimas a su casa.
Cabe mencionar que la naturalización del abuso sexual a mujeres y niñas de pueblos originarios es perpetuada con o sin el Chineo por medio, ya que la edad de iniciación sexual de las niñas en zonas rurales ronda los 10 y 12 años. Ante esto, cabe recordar que una persona menor de edad no puede brindar consentimiento hacia el acto sexual a un adulto. Esto, por definición, es violación y abuso sexual.
Mujeres indígenas alzan la voz
Las mujeres de pueblos originarios se han cansado de acudir a la policía y denunciar estos hechos, sin éxito alguno. Por esto, ellas se han organizado en el Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir, para exigirle al Estado argentino ser finalmente escuchadas y poner fin al Chineo. Desde ese movimiento aseguraron que este el Chineo “es un genocidio” y que “se van a defender”.
Las mujeres y diversidades indígenas acordaron exigir que el Chineo sea declarado crimen de odio y que sea imprescriptible; que sean separados de la fuerza los gendarmes y policías que cometen estos crímenes y que cuando esos delitos sean cometidos por empleados de las “empresas extractivistas”, esas firmas “sean inhabilitadas de por vida para entrar al territorio”.
Que paguen todos
El movimiento de mujeres indígenas entiende que existe un pacto machista que les imposibilita su acceso a la Justicia y, por eso, realizan la campaña “Basta de Chineo”, donde proponen también demandar a jueces, fiscales y a las iglesias que encubren estos crímenes y al mismo Estado argentino por genocidio. La responsabilidad de esta “tradición ancestral” no es responsabilidad solamente de los violadores, sino también de quienes decidieron que los derechos humanos de las mujeres indígenas no tenían ningún valor. Por esto, ellas piden que paguen todos.
Ellas especifican que la demanda debe ir acompañada de un embargo de bienes y de multas millonarias ya que “el dinero y la propiedad son lo único que les importa”.
Asimismo, expusieron que deben abrirse centros de contención que debería ser pagado por los violadores. Todos los medios que requieren para su fortalecimiento, deberá ser abastecido con los bienes de los adinerados criollos que violan sistemática e impunemente.
El Estado busca investigar
Tras reiteradas denuncias por “Chineo”, la presidenta del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI), Magdalena Odarda, pidió que se investiguen las causas de abuso sexuales a menores de la comunidad wichí de la provincia de Salta, así como también otros tipos de violencia de género, como la psicofísica e incluso el femicidio.
A esto se suman las muchas denuncias que no han sido debidamente investigadas. Por el contrario, muchas denunciantes fueron silenciadas con condicionamientos y amenazas, otorgando una fuerte impunidad a sus agresores.
La titular del INAI explicó que la denuncia va de la mano de la Ley 26.485, de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que se desarrollen sus relaciones interpersonales.
Odarda, en diálogo con Radio Nacional Salta, habló de un caso de abuso sexual hacia una nena de la Comunidad Indígena La Puntana, ubicada en el Municipio de Santa Victoria Este. En este sentido, comentó que “resulta intolerable que en la actualidad se sigan llevando adelante prácticas aberrantes de abuso sexual como el ‘Chineo’”.
“Hicimos una denuncia, justamente para que se investiguen, no solamente los casos concretos de mujeres que hoy están pidiendo el reconocimiento de filiaciones o de prestaciones alimentarias para sus hijos, sino también para que se investigue este crimen aberrante, que es el abuso sexual basado en el concepto de discriminación o de considerar que la mujer es un ser inferior al hombre”, señaló.
*Si sufriste abuso o conocés a alguien que lo haya sufrido llamá al 137 o al 144, para guía y asesoramiento gratuito las 24 horas.