Durante la reciente ofensiva terrorista en Siria, la cual llevó a la caída del gobierno de Bashar al-Ássad, sumiendo al país en el caos, pudo verse, una vez más, la colaboración de dos tipos de extremismo terrorista, a los cuales, no siempre se los asocia entre sí, a pesar de tener vínculos muy estrechos desde hace, por lo menos, ocho décadas. Estos son los nacionalistas ucranianos y grupos del terrorismo islámico.
Hace apenas unos pocos días atrás, en el marco de la ofensiva terrorista contra las autoridades de Damasco, la República Islámica de Irán le reclamó oficialmente al régimen de Kiev, a través de su ministerio de exteriores, que cesara su colaboración y entrega de armas a los grupos terroristas en Siria.
También podemos recordar que a fines de julio pasado separatistas extremistas del grupo CSP, integrado por tuaregs, junto a yihadistas de Al Qaeda, emboscaron en Tinzaouatene, Mali, a fuerzas del ejército nacional del país africano y de la compañía militar privada rusa Wagner, causando la muerte de al menos 50 contratistas y 10 militares malienses. En declaraciones a la televisión ucraniana, el portavoz del servicio de inteligencia militar de Ucrania (GUR), Andriy Yusov, se jactó de la colaboración brindada por ese organismo, en materia de inteligencia, a estos grupos terroristas, para la ejecución de dicha acción armada contra las fuerzas del gobierno de Mali. Estas declaraciones por parte del funcionario de Kiev generaron la ruptura de las relaciones diplomáticas entre Ucrania y Mali, expresando el país africano, mediante un comunicado oficial que: “Estas afirmaciones gravísimas, que no han sido objeto de negación ni condena alguna por parte de las autoridades ucranianas, demuestran un claro apoyo oficial del Gobierno ucraniano al terrorismo en África, en el Sahel y, más precisamente, en Mali”.
A lo largo de este artículo trataré de exponer algunos de los antecedentes más relevantes de esta macabra sociedad, cuyo nexo ha sido, principalmente, la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
En 1928, un profesor egipcio llamado Hassan al-Banna, funda la Sociedad de los Hermanos Musulmanes en la ciudad de Ismailía, centro administrativo del canal de Suez, en Egipto. Esta organización, en muy poco tiempo, logro permear prácticamente todos los sectores de la sociedad egipcia, especialmente a través de escuelas, mezquitas y diversas organizaciones de bien público. Dentro de su ideario político, destacaban el islamismo radical y el panislamismo, así como también el antisionismo, el clericalismo, el anticomunismo y una férrea oposición a la secularización de la sociedad, contrastando fuertemente con tendencias que, por aquel entonces, comenzaban a surgir en el Mundo Árabe, como el nacionalismo y el socialismo panarabista y secular que más tarde sería representado por el Baazismo.
Al día de hoy, es difícil encontrar una organización terrorista islámica sunita, detrás de la cual no esté, por activa o por pasiva, en su origen, la Hermandad Musulmana, como, por ejemplo: Hamás, Al-Qaeda o el Estado Islámico (ISIS), por nombrar solo algunas de las más conocidas. En Egipto, los Hermanos Musulmanes han ejecutado atentados terroristas, incluido el asesinato de primeros ministros y es una agrupación prohibida en Rusia, Arabia Saudita, Egipto, Paraguay, Emiratos Árabes Unidos y Bahréin, entre otros países, por ser considerada una organización terrorista.
En la creación y primeros años de los Hermanos Musulmanes, no se puede descartar la participación y ayuda de los británicos, ya que las ideas que propagaba al-Banna se enfrentaban al naciente panarabismo socialista que representaba una amenaza a los intereses de Londres, además de ser una de las políticas favoritas del Reino Unido, la de generar enfrentamientos dentro de las sociedades que saquea, fiel al principio de divide et impera (divide y vencerás). Además, es poco probable que hubieran podido crecer tanto y tan rápidamente sin cierta participación de la inteligencia británica.
Sobre lo que no hay dudas es de los vínculos, por aquellos años, entre la Hermandad Musulmana y la Alemania de Adolf Hitler, la cual subvencionaba generosamente con grandes cantidades de dinero, a través de la Abwehr (inteligencia militar alemana), a la organización egipcia, manteniendo este vínculo desde varios años antes de la guerra y hasta la finalización de la misma. Para los nazis, esta relación con grupos radicales islámicos le era útil para sus planes de lograr ganarse el favor de sectores nacionales de fe musulmana en vastas regiones de la Unión Soviética y crear de ese modo grupos de quintacolumnistas. Para este fin, los nazis contaban con la división del Cáucaso en el Ministerio del Reich para el Territorio Oriental Ocupado (Ostministerium), cuyo jefe era Gerhard von Mende, quien había estudiado en profundidad acerca de las minorías asiáticas y musulmanas en la URSS.
Al año siguiente de la creación de la Hermandad Musulmana, Evguén Konovalets funda, en 1929, la Organización de Nacionalistas Ucranianos (OUN), grupo terrorista y supremacista de extrema derecha, que buscaba, mediante el uso de la violencia, escindir a la República Socialista Soviética de Ucrania de la URSS, hacerse con el poder y crear un país “étnicamente puro”, eliminando a rusos, judíos, polacos e incluso a los ucranianos que se opusieran a sus planes criminales. Este grupo terrorista, al igual que los Hermanos Musulmanes, recibía dinero por parte del régimen nazi, además de cobertura para mantenerse en la clandestinidad y entrenamiento paramilitar. También la organización nacionalista mantenía contactos políticos con autoridades de Gran Bretaña, otra similitud con el grupo de al-Banna.
Una vez comenzada la Segunda Guerra Mundial, los nacionalistas ucranianos que estaban en Alemania y otros países de Europa, iniciaron su colaboración activa con las tropas nazis en Polonia y a partir del 22 de junio de 1941, acompañaron al ejército alemán en la invasión de la Unión Soviética, protagonizando, los nacionalistas liderados por Stepán Bandera, el pogromo de Lvov con unas diez mil víctimas (en su mayoría judíos, aunque también atacaron a rusos, polacos y húngaros). Los terroristas banderistas también tuvieron un papel central en la masacre de Babi Yar, en las afueras de Kiev, donde se fusiló a unos treinta y cinco mil judíos.
En 1942 la OUN crea su rama militar, el Ejército Insurgente Ucraniano (UPA). Este grupo criminal fue responsable de masacres masivas de polacos entre 1943 y 1944, siendo la más famosa, pero no la única, la de Volinia, Ucrania, asesinando entre doscientos cincuenta mil y medio millón de personas indefensas. Muchos de los integrantes del UPA, también formaban parte de la décimo cuarta División de Voluntarios SS “Galitzia” de las Waffen SS nazis.
Una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial con el triunfo aliado y un enorme protagonismo y sacrificio por parte de la Unión Soviética, menos de un mes antes de este hecho, muere el presidente estadounidense Franklin Roosevelt y es sucedido por Harry Truman, quien cambia radicalmente la relación de confianza mutua que habían cultivado la Casa Blanca y el Kremlin, por la desconfianza, el recelo y las traiciones por parte de EEUU, que terminarían desembocando en la Guerra Fría.
La política de Truman no veía ningún impedimento moral en lanzar dos bombas atómicas contra ciudades sin valor militar alguno y sin una justificación táctica, más que la de enviar una amenaza velada a Moscú. Por supuesto que menos aun creía que no fuese ético el utilizar a criminales de guerra nazis en sus planes contra la URSS, y así lo hizo.
Así fue como la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS), organismo de inteligencia de EEUU, predecesor de la Central Intelligence Agency (CIA), procedió a buscar, encontrar y reclutar para sus intereses, no solo a exintegrantes de las fuerzas armadas del Tercer Reich, sino especialmente a exoficiales de las SS y exagentes de la Gestapo, además de otros colaboradores del régimen de Hitler, como los líderes de la Organización de Nacionalistas Ucranianos y la cúpula de los Hermanos Musulmanes. También quiero destacar que la mayoría de estos criminales nazis “reciclados”, pasaron a integrar organismos como la Agencia Central de Inteligencia, la Organización del Tratado del Atlántico Norte, el BND (Bundesnachrichtendienst) Servicio Federal de Inteligencia alemán e incluso la National Aeronautics and Space Administration (NASA).
La cooperación de la CIA con organizaciones integristas islámicas, como la fundada por Hassan al-Banna, le era de mucha utilidad, dado que, en los nuevos planes de Washington contra su exaliado, la Unión Soviética, estaban los de la desestabilización interna, infiltrando en las regiones y en las repúblicas de mayoría musulmana a estos agentes para crear los grupos quintacolumnistas que tanto habían deseado concretar los nazis en la guerra, sin conseguirlo.
En cuanto a los nacionalistas ucranianos, estos fueron protegidos por la inteligencia estadounidense y reubicados en los EEUU, Canadá y en la República Federal Alemana, principalmente. Algunos de estos criminales de guerra fueron usados para reanudar la propaganda antisoviética, como en los tiempos del magnate de los medios de comunicación William Randolph Hearst, en el periodo entreguerras, pero la mayoría serían reclutados por los servicios de inteligencia occidentales, como del MI6 británico, la CIA y el BND, para organizar y ejecutar actos de terrorismo y sabotaje en territorio soviético, especialmente en el oeste ucraniano, manteniendo un virtual estado de guerra civil que duró de 1945 a 1956.
Entre los terroristas ucranianos, requeridos por la justicia soviética, que vivían en la RFA, estaba su líder, Stepán Bandera, el cual residía en Múnich, e iba a ser en esa ciudad alemana en donde se cruzaron los caminos de importantes personajes de la Hermandad Musulmana, de la Organización de Nacionalistas Ucranianos y notables exfuncionarios nazis.
Acá entra en escena un importante integrante de los Hermanos Musulmanes, Said Ramadán, quien estaba casado con Wafa, hija de Hassan al-Banna. En varias ocasiones el presidente egipcio Gamal Abdel Nasser, acusó públicamente a Ramadán de ser un agente pagado por la CIA, debiendo abandonar Egipto debido a sus actividades relacionadas con la hermandad. En 1948 viajó a Pakistán donde dirigió un programa en la radio pública de aquel país, ejerciendo una gran influencia en los medios de comunicación con su trabajo como ideólogo islamista, al punto que muchos consideran que fue en gran medida su influencia la que llevó a que Pakistán se convirtiera en una República Islámica en 1956. A mediados de la década de 1950, Said Ramadán se traslada a vivir a Múnich, donde la CIA, debido a su excelente experiencia en la radio pública pakistaní, lo empleó para trabajar en Radio Free Europe/Radio Liberty haciendo un programa propagandista antisoviético dirigido a los musulmanes de la URSS. Fue en las oficinas de esa radio de la CIA donde Ramadán conoce y se vincula con Stepán Bandera, ya en su rol de agente al servicio de la CIA, el MI6 y el BND y con Yaroslav Stetko, el efímero primer ministro de la Ucrania nazi de 1941 y mano derecha de Bandera.
También en Múnich Ramadán se relaciona con Gerhard von Mende, el erudito nazi del islam en la Unión Soviética, quien trabajaba para el BND y eventualmente para la CIA, refugiando en Alemania a exquintacolumnistas musulmanes de la época de la guerra. Por aquel entonces, la Agencia Central de Inteligencia le da a Said Ramadán el control de la mezquita de Múnich que se transformaría en uno de los centros más importantes para las actividades de la Hermandad Musulmana en el mundo.
Viniendo un poco más acá en el tiempo, podemos recordar como la CIA se asoció, financió e incluso romantizó, con la ayuda de Hollywood, a los muyahidines afganos para atacar a la Unión Soviética, mediante la desestabilización de un aliado regional de Moscú, como era Afganistán, sumiendo en la destrucción a un país que, de la mano de la cooperación soviética, había comenzado un camino de progreso e igualdad de derechos para las mujeres y las minorías étnicas de aquella nación. No llama la atención que esta operación de la CIA con participación de los británicos, para usar a los muyahidines contra la URSS, se llevara a cabo desde Pakistán, país donde dejó sus “semillas” el hermano musulmán Said Ramadán.
Como quedó demostrado tras la disolución de la Unión Soviética, el problema de EEUU no era el comunismo, o por lo menos ese no era el único problema, ya que las trampas y el acoso siguió contra la Federación Rusa, sin importar cuantos gestos hiciera para demostrar que quería ser un amigo y aliado de occidente. En la década de 1990, Boris Yeltsin sometió a Rusia a todos los deseos de occidente, pero a pesar de eso, le respondieron con los ataques al pueblo serbio por parte de la OTAN, lo que fue muy doloroso para Rusia, la desestabilización del Cáucaso y la Primera y el comienzo de la Segunda guerra chechena, todo organizado y financiado por la CIA y sus satélites, y en esta guerra preparada para intentar cumplir ese sueño macabro de los anglosajones de desmembrar a Rusia, volvimos a ver la cooperación entre los nacionalistas ucranianos y el terrorismo islámico, ya que es de público conocimiento que no fueron pocos los terroristas ucranianos que participaron en ataques contra las fuerzas rusas, junto a los terroristas separatistas, como quedó demostrado tras investigaciones judiciales que reflejaba el 14 de marzo de 2014, el medio RT: “El portavoz del Comité de Investigación ruso, Vladímir Markin, ha declarado que integrantes del partido Asamblea Nacional Ucraniana-Autodefensa Nacional Ucraniana (UNA-UNSO, por sus siglas en ruso), junto con Oleg Tiagnibok, líder del partido nacionalista Svoboda, y Dmitri Yarosh, líder del movimiento Sector Derecho, son culpables de participar en combates contra soldados rusos en 1994-1995 en Chechenia.” “Los fiscales han llegado a esa conclusión después de investigar las operaciones llevadas a cabo por organizaciones armadas ilegales bajo el mando de Shamil Basáyev, uno de los jefes militares de la guerrilla chechena más buscados, matado por las tropas rusas en 2006, y de Jatab, otro cabecilla militar.” “Se ha recibido información acerca de la formación de un grupo integrado por miembros de UNA-UNSO y sobre su participación en combates contra las fuerzas federales a favor de los separatistas chechenos. Según los datos de la investigación, los organizadores del grupo fueron Mazur, Bobrovich y Korchinski, entre otros. También formaban parte de la banda los hermanos Tiagnibok, Yarosh, Mamalyga y otras personas no identificadas”, dijo Markin, que recalcó que ya se han reunido suficientes pruebas para ordenar su detención y declararlos en búsqueda y captura.”.
Seguramente los terroristas del partido Svoboda y del Sector Derecho, dignos herederos del criminal Bandera, estaban adquiriendo experiencia en vista de los planes que seguramente ya tenían trazados para el futuro de Ucrania.
Para evidenciar aún más los vínculos entre estos dos extremismos, el ucraniano y el fundamentalismo islámico, basta mencionar que el 8 de mayo de 2007 se realizó, por iniciativa de la CIA, en la ciudad de Ternópil, en el occidente ucraniano, el Congreso Constituyente del “Frente Antiimperialista” (Antirruso), el cual convocó a los nacionalistas integristas de la Autodefensa del Pueblo Ucraniano y a Yihadistas de la Hermandad Musulmana, siendo designada una presidencia conjunta para dicho “Frente”, integrada por el “emir” de Ichkeria, Doku Umárov y por el fundador del Sector Derecho, Dmitri Yarosh, seguidor de Stepán Bandera y de la Organización de Nacionalistas Ucranianos. En este encuentro de extremistas, que habría contado también con el auspicio de las autoridades de Turquía, participaron representantes de organizaciones de ideología neonazi de Polonia, Lituania, Rusia y Ucrania, además de separatistas islamistas de las regiones de Crimea, Adigueya, Daguestán, Chechenia, Kabardino-Balkaria, Osetia e Ingusetia.
Los afanes destructivos de la CIA y sus socios no disminuyeron, incluso, a pesar de las numerosas muestras del presidente Putin, de sus intenciones de ser un amigo y un socio confiable de occidente, siendo el primer mandatario en solidarizarse y ofrecer su colaboración a los EEUU, frente al atentado del 11 de septiembre de 2001. Por el contrario, por ejemplo, la OTAN continuó su expansión amenazante hacia las fronteras de la Federación Rusa.
En 2014, de forma descarada, desde Washington y Bruselas se organizó la desestabilización seguida del golpe de Estado en Ucrania, seguido por la guerra civil que se desató como respuesta a los ataques del régimen ilegal de Kiev contra los ucranianos que se oponían a la ruptura del orden constitucional del país. Entre los cabecillas del golpe de Estado volvimos a ver a viejos conocidos de la CIA, como Oleg Tiagnibok y Dmitri Yarosh, quienes se mostraban con Victoria Nuland, alta funcionaria del Departamento de Estado y con el senador John Mc Cain, avalando el golpe.
Durante los acontecimientos de Kiev, en 2014, y en la posterior guerra civil se pudo volver a comprobar el vínculo de los Yihadistas con los integristas ucranianos, ya que muchos terroristas llegados de Siria y otros lugares de oriente medio y Asia central se sumaron a las pandillas nacionalistas del régimen de Kiev.
Este nexo pareció volver a repetirse el 22 de marzo de este año, cuando cuatro terroristas de origen tayiko, irrumpieron en la sala de conciertos del Crocus City Hall, en las afueras de Moscú, y abrieron fuego sobre la multitud, matando a cerca de ciento cincuenta personas. Entre las pertenencias de uno de los terroristas capturados se encontró una tarjeta personal de Dmitri Yarosh, el terrorista ucraniano que siempre aparece detrás de este tipo de sucesos; quien también ocupa un lugar importante en el Consejo de Seguridad de Ucrania, además de ser consejero de la jefatura del ejército, lo cual vincularía este acto terrorista directamente con el régimen de Zelensky, sostenido por la administración de Joe Biden.
Parece difícil tener esperanza de que en algún momento las élites que gobiernan los Estados Unidos comprendan que no pueden hacer cualquier cosa en aras de lograr sus objetivos, incluso hacer uso del terrorismo para destruir países, como acaba de suceder con Siria, pero lo que, si podemos y debemos hacer, es decirlo fuerte y claro.
Christian Lamesa, nacido en la ciudad de Buenos Aires en 1971.
Analista geopolítico, fotógrafo, escritor y conferencista. Autor del libro “La paternidad del mal – Los cómplices de Hitler”.
Nominado dos veces al premio de la Sociedad Rusa “Znanie” (Российское общество «Знание») como “Educador extranjero del año” (2023 y 2024). (Knowledge.Prize.).
Embajador en la República Argentina de la Sociedad Rusa “Znanie” (Российское общество «Знание»)
En YouTube: La verdadera política con Christian Lamesa