En diálogo con Noticias Urbanas, el consultor y politólogo Lucas Romero, director de Synopsis Consultores, consideró que el resultado de los comicios no impactará en la agenda bilateral de EE.UU. con la Argentina. “La única ventaja que podría tener Alberto Fernández es que encararía esa agenda con un presidente nuevo y no con Trump, con quien no tenido una buena relación desde el comienzo”, apuntó el analista.
Por otro lado, Romero no ve margen para que haya un gran pacto entre el oficialismo y la oposición para lidiar con la crisis cambiaria, como planteó la vicepresidenta Cristina Kirchner en su carta pública de la semana pasada. “Me inclino a pensar que no hay ninguna necesidad de acuerdo político cuando tenés un gobierno de mayorías”, señala.
-¿Le sorprende la definición voto a voto entre Joe Biden y Donald Trump en las elecciones en Estados Unidos o esperaba un escenario reñido?
-Si bien las encuestas le daban amplia ventaja en el voto popular, se esperaba que pueda haber una pelea un poco más reñida por los márgenes estrechos que había en algunos Estados y las particularidades del Colegio Electoral. Según los últimos datos, parece que se va a confirmar la victoria de Biden. Por la estrecha diferencia, vamos a tener un proceso que va llevar unos días hasta que se confirme institucionalmente este triunfo.
-¿Imagina a Trump reconociendo el triunfo de Biden? ¿Hay riesgo de una crisis institucional en EE.UU.?
-Me inclino a pensar que vamos a tener dificultades institucionales, con un Trump que se va resistir a reconocer el triunfo. Ya ha planteado y sembrado varias sospechas que puedan ser argumento para descalificar la eventual victoria de Biden. Imagino que el sistema institucional norteamericano va a estar bajo presión, en un escenario inédito, porque va a tener que resolver un conflicto con uno de esos actores que difícilmente se encuadre a aceptar lo que resuelva el sistema.
-¿Qué impacto puede tener la elección en la relación entre la Argentina y EE.UU?
-Los intereses de la agenda bilateral por parte de Estados Unidos van a seguir siendo los mismos: la situación en Venezuela y el vínculo que tienen los países de la región con China, en una competencia global cada vez más determinante entre esas dos potencias. No veo grandes cambios, sea Biden o Trump el ganador de la elección. La única ventaja que podría tener Alberto Fernández es que encararía esa agenda con un presidente nuevo y no con Trump, con quien no tenido una buena relación desde el comienzo. Tal vez el cambio le dé un margen a Fernández para reconstruir ese vínculo, que desde el inicio de este ciclo político no ha sido buena.
-¿Hay posibilidades de un acuerdo entre el oficialismo y la oposición, como planteó Cristina Kirchner en su carta?
-Me inclino a pensar que no hay ninguna necesidad de acuerdo político cuando hay un gobierno de mayorías. Este gobierno no necesita acuerdos políticos para gobernar. Y la mejor prueba de eso ha sido el proyecto de Presupuesto. Hay un grupo de diputados que se han mostrado proclives a negociar con el oficialismo para sacar leyes, con lo cual no veo que sean necesarios más acuerdos para gobernar la Argentina, en este contexto de crisis.
Lo que sí podría necesitar el Gobierno es una ratificación legislativa de un eventual acuerdo con el FMI. Ahí, probablemente el Presidente apele a Juntos por el Cambio, para tener un apoyo lo más unánime posible a ese acuerdo que se logre alcanzar. Fernández no necesita una refrenda legislativa para aprobar un programa con el Fondo, pero me inclino a pensar que el Gobierno va a tratar de socializar los costos de un acuerdo por la deuda y, al mismo tiempo, buscará darle mayor legitimidad para transmitir confianza al FMI de que hay un compromiso de la Argentina con ese programa. Creo que es el único punto adonde debería haber un diálogo entre todos los actores políticos.
Hoy no hay un problema de gobernabilidad en la Argentina, sino de consenso dentro del Frente de Todos y de centralidad en la toma de decisiones. Es una coalición donde claramente no hay una línea unívoca hacia donde hay que ir. Esa discusión no está saldada y no hay mecanismos que le permitan a la coalición resolver internamente esos disensos.
-¿Hay un problema de gobernabilidad por la crisis?
-Hoy no hay un problema de gobernabilidad en la Argentina, sino de consenso dentro del Frente de Todos y de centralidad en la toma de decisiones. Es una coalición donde claramente no hay una línea unívoca hacia donde hay que ir. Esa discusión no está saldada y no hay mecanismos que le permitan a la coalición resolver internamente esos disensos. Eso deja expuesta la carta de la vicepresidenta Cristina Kirchner, quien aprovechó la ocasión para señalar sus diferencias con el Gobierno en algunas cuestiones.
-¿La pelea por la postulación de Daniel Rafecas como jefe de los fiscales puede ser clave para ese diálogo? El tema atraviesa a las dos coaliciones.
-La agenda judicial es distinta. Claramente, la vicepresidenta tiene un interés particular en ese punto y es probable que las disidencias queden más expuestas en ese caso.
Con el tema Rafecas la oposición logró plantearle al oficialismo un desafío interno. Si Cristina decide no reconocer el aval de la oposición a Rafecas, en algún punto estaría desairando al Presidente, ya que él fue quien propuso al juez como jefe de los fiscales.
-¿Es necesario que la Argentina resuelva la situación judicial de los expresidentes para lograr acuerdos y políticas de Estado a largo plazo?
-No es bueno para el proceso político institucional que las disputas políticas se trasladen al terreno judicial. Pareciera que en la Argentina pasa eso desde hace varios años. Sigue estando presente esta demanda y la deuda sobre una mayor calidad de procesos judiciales en la Argentina.
Veremos si hay margen para que existan consensos mínimos para que el Poder Judicial actúe sin influencia política. No soy optimista en ese sentido. Es una de las tantas deudas de la democracia argentina.