Indudablemente, para el Pro la provincia de Buenos Aires tiene perfume de mujer.
En las elecciones legislativas del 27 de octubre próximo, el partido que lidera el Jefe de Gobierno porteño hubiera llevado al frente de su boleta a Gabriela Michetti si esta hubiera aceptado, pero finalmente dijo que no.
El Operativo Provincia quedó entonces abortado. Tan fuerte fue el golpe de la deserción de la exvicejefa de Gobierno que los Pro no presentaron una lista propia y los Macri –Jorge y Mauricio, hoy algo distanciados por Massa– debieron apelar a una salida de emergencia, que fue la inserción, casi con fórceps, de tres candidatos en la lista de diputados nacionales del Frente Renovador, que también llevará a algunos otros en las listas seccionales. Y nada más.
Desembarcar en las estepas rusas
Para curarse del trauma pos-Michetti y jugar en territorio bonaerense, Macri volvió a pensar en una mujer Pro: su actual vicejefa, María Eugenia Vidal. En realidad, esta opción ya se barajaba hace más de un año atrás, cuando Michetti deshojaba una margarita que tenía pétalos infinitos, porque ya algunos tenían claro que la demorada respuesta de la actual legisladora iba a ser negativa.
Las fuentes del Pro definen oportunamente a Vidal como una bonaerense “aporteñada”, porque su militancia se desarrolla en la Ciudad, pero ella es de Castelar y su marido, Ramiro Tagliaferro, preside el Pro de Morón y es candidato en ese distrito en octubre.
Vidal se enteró de la idea a través del alicaído armador del Pro más allá de la General Paz, Emilio Monzó. La movida empezó mal, porque el silencioso ministro de Gobierno de Macri le armó a Vidal un itinerario de actos y actividades que incluían su presencia en San Antonio de Areco –los pagos de Segundo Sombra– y Mar del Plata, entre otras ciudades.
A todo ello Vidal le dijo que no. En la campaña para las PASO, la vicejefa de Gobierno giró por 14 provincias, pero evitó cuidadosamente mostrarse en territorio bonaerense. ¿La razón? Su olfato le dice que a ella no puede sumarle nada el desteñido armado político que tejió Monzó, ese fracaso 2013 cuya sumatoria da casi cero. Es necesario armar otra opción, de otra manera y con otros actores. Empezando por Macri.
Vidal sabe perfectamente que es una de las figuras del Pro, por lo que está dispuesta a armar “por arriba” para sumarle a la candidatura presidencial de Macri el 15 o el 20 por ciento que necesitaría en el territorio bonaerense. “Otra margarita”, como definen en Pro.
Si aceptara la realidad actual, y de la mano de Monzó, no podría de ningún modo llegar a conformar el mismo resultado positivo, y su épica –porque eso significa el desembarco en tierra bonaerense– no sería matemáticamente importante.
Vidal está dispuesta a aportar, pero quiere saber de qué manera va a hacerlo y quiere planificar ella misma los objetivos. Además, quiere contar con el propio Macri para la patriada. No será Monzó el que la guíe. Como mucho, este será uno más.
Además, en el entorno de Vidal aseguran que le corresponden hoy las luces del escenario y no del palco. Esto quiere decir que hoy estaría hasta en condiciones de pelear la sucesión de Mauricio Macri en 2015, un camino que ya está pavimentado después de dos gobiernos Pro.
Quizás por eso es que algunos voceros del Pro deslizan que el propio Horacio Rodríguez Larreta es el principal interesado en su cruce de la General Paz.
Pero dejarle el camino libre a Rodríguez Larreta en la Ciudad le permite a Vidal poner condiciones para aceptar el nuevo objetivo. Y disfrutar de los mismos halagos que Macri le otorgó a Gabriela cada vez que le propuso un nuevo destino.
Sin embargo, todavía nada está definido en este sentido. La voluntad ya está, pero la decisión del conjunto no. Por ahora existe una impasse que durará hasta después de las elecciones. Mientras tanto, se madurarán las cuestiones pendientes. Vidal deja correr las aguas, Macri también. Monzó, por su parte, ya no es el que define estas cuestiones, por lo que será solo un espectador de las decisiones.
Desembarcar en las “estepas rusas”, como denominó el ocurrente Jorge Asís a la Provincia en 2005, cuando estaba a punto de producirse la elección en la que Eduardo Duhalde perdió el poder, exigirá el apoyo de las dos principales espadas del Pro bonaerense, Jorge Macri y Néstor Grindetti –respectivos líderes indiscutidos del macrismo en las fundamentales Primera y Tercera secciones electorales–, porque solo si dentro del Pro se alinean todos con Vidal se pueden esperar resultados.
Militancia Pro, en crisis
La vicejefa de Gobierno espera contar con el apoyo de Carlos Melconian y Guillermo Montenegro, que caminaron la Provincia inútilmente este año, antes de que el Pro decidiera no presentar listas para cargos nacionales y distritales y obligara a sus propios candidatos –como Néstor Grindetti– a utilizar el recurso de la “lista corta”.
Una de las tareas más importantes que deberá encarar Vidal es reconstruir la confianza de la militancia Pro, que está algo desanimada por el portazo de su propio partido, que los obligó a trabajar para nada al levantar sus candidaturas.
Jorge Macri no es por estos días el hombre más amado en los locales partidarios bonaerenses porque consideran que su alianza con Massa significó un ninguneo hacia ellos. Peor aún, en las bases del Pro piensan que también se ninguneó a Montenegro y a Melconian, un pecado del cual excluyen solo a Mauricio Macri, pero se lo atribuyen a Emilio Monzó, a Humberto Schiavoni y al publicista Jaime Durán Barba.
Esta serie de sinsabores generó resentimiento interno y por eso a los heridos se los está llevando Massa, que anda con una ambulancia recogiendo disconformes por todos lados. A eso se refería el suegro del tigrense, Fernando “el Pato” Galmarini, cuando dijo que “este agarra lo que venga”. Aun así, Massa sabe que tendrá éxito en esta tarea mientras pueda sostener a su tropa, porque en este rubro descuidarse es perder todo.
De todos modos, la militancia Pro se muestra esperanzada con la figura de la vicejefa de Gobierno porteña. “Es una referente muy respetada”, le dicen a este cronista, agregando que confían mucho más en ella, que “viene de adentro” y que “le pone el pecho” a la adversidad.