Aunque el peronismo o, cuanto menos, el kirchnerismo defienda la inocencia de la expresidente de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, al argumentar que si fuera culpable de alguno de los tantos delitos que se le adjudican ya estaría presa, se atentaría contra la misma creencia de la exmandataria: la corruptibilidad de la libertad y la autonomía del Poder Judicial. “Hay que terminar con este psicópata, llamalo a Martín y que se mueva para apretar a jueces y fiscales para que citen a (Antonio) Stiuso”, se escucha a CFK en una de las tantas grabaciones que son parte del expediente que instruye el juez federal Ariel Lijo e interviene el fiscal Guillermo Marijuan.
El contenido de nuevas escuchas telefónicas complican aún más a la ya imputada exPresidente y su mano derecha, Oscar Parrilli, quien sería procesado este lunes por encubrir a Ibar Esteban Pérez Corradi. Sucede que el exjefe de inteligencia portaba datos precisos sobre el paradero del empresario señalado como autor intelectual del triple crimen de General Rodríguez, pero que optó por guardar silencio. Incluso, cuando Pérez Corradi fue detenido, ya durante la gestión de Cambiemos, se corroboró la veracidad de los datos que la exSide había desestimado.
Resulta que estas declaraciones, al igual que la ya famosa charla de donde se desprende la reconocida frase “Soy yo, Cristina, pelotudo”, son sólo muestras que lograron trascender de un lote de 88 CDs con grabaciones que aún están en poder de la AFI y que son de confidencialidad por ser parte de una causa abierta de ambos hablantes (CFK y Parrilli).
Sin embargo, lo que trascendió, esta vez, la complica cada vez más a Cristina, incluso en lo político ya que insulta al peronismo, en especial al entonces líder del bloque del Frente para la Victoria en el Senado, Miguel Ángel Pichetto, como “un traidor hijo de puta”.
Pero el enojo no es sólo con él y sus declaraciones la complican en un año electoral donde aún se baraja la posibilidad de que se presente como candidata para lo que necesitará el apoyo del PJ, al que al parece sólo le sonreirle con una cámara de por medio. “¿Vas a ir al Congreso del PJ? Lo eligieron a Gioja Presidente”, le preguntó Parrilli. Y la exjefa de Estado contestó: “Ni en pedo, que se suturen el orto”.
Así, a pesar de que tanto Parrilli como la exPresidente denunciaron a la filtración de las escuchas como espionaje ilegal, cabe mencionar que dichas escuchas fueron autorizadas por el juez Ariel Lijo, el año pasado, en el marco de la causa que investiga la protección que habría recibido Pérez Corradi desde el gobierno kirchnerista.
Además, el mismo exjefe de la AFI ya conocía la existencia de las grabaciones desde el 21 de octubre del pasado año cuando una de sus abogadas retiró del juzgado una copia de 50 compactos con las filtraciones. Una semana más tarde la misma abogada se llevó los otros 38 discos. Desde ese día el otrora secretario general de la Presidencia sabía que habían interceptado sus comunicaciones y no se pronunció al respecto.
En los próximos días, Lijo le darías una copia de estas grabaciones a su colega Sebastián Casanello para que se investigue si Cristina Kirchner incurrió en los delitos de “abuso de autoridad y violación de deberes de funcionario público” en virtud de la charla en la que pregunta por las causas que le “armaron” a Stiuso.
No sólo entonces restará ver el peso que estas grabaciones ejerzan sobre las causas de Cristina y sus exfuncionarios, sino también si Casanello volverá a correrse de la investigación y qué tal se desempeñará su excolaborador Franco Picardi, quien será el fiscal encargado de determinar si la imputan o no.