“Lo que más me impactó desde que soy fiscal general fue la toma de Villa Lugano, claramente orquestada por sectores del kirchnerismo. Quedó claro que, detrás de esas usurpaciones, además, se escondían los narcos y la estafa a los más pobres”, lanza en la contratapa de Noticias Urbanas Martín Ocampo, exlegislador radical en el Pro que, desde abril de este año, es fiscal general de la Ciudad. Y la espada macrista en la Justicia porteña.
En la entrevista de la contra, se marcó distancia de la Justicia K, elogió el sistema judicial porteño por “tener mayores garantías” que el nacional y juzgó como un fracaso del Estado inclusivo la existencia de manteros y trapitos.
“No es que yo quiera perseguir trapitos; es la Legislatura la que me lo ordena.” Aseguró también que, sin estadísticas confiables, es imposible elaborar una política criminal sustentable.
–¿Y la Ciudad tiene estadísticas confiables de tomas, trapitos o denuncias por violencia de género, por poner algunos ejemplos?
–Sí, por supuesto, y discriminadas por barrio. Podría decirte cuántos trapitos o manteros hay en cada zona. Y con algunos datos te sorprenderías: por ejemplo, hay más usurpaciones en zona norte que en el sur.
–¿Cómo es eso?
–Claro, porque en el norte hay usurpaciones de casas, mientras que en el sur es más común la toma de terrenos.
–¿Y qué es lo que más se denuncia?
–La violencia de género, por lejos y lamentablemente. Y eso es algo que nosotros monitoreamos mucho porque puede empezar con un acoso, violencia verbal, hostigamiento y escalar rápidamente hacia un homicidio.
–¿Es justo perseguir manteros o trapitos, que en definitiva lo único que expresan es que quedaron afuera del mercado laboral formal?
–Yo no persigo trapitos. Es la Legislatura la que me obliga a probar si hay o no un pedido de dinero en el caso de los cuidacoches. Y aquí hay que diferenciar varias situaciones: la primera es que tanto la existencia de manteros como de trapitos, si algo demuestra, es un Estado ausente. Porque si hay gente que se gana la vida de ese modo es porque el Estado ha fracasado en su tarea de incluirlos. Por otro lado, está el abuso del espacio público, que es de todos y, otra vez, aquí la tarea ordenadora del Estado. En cualquier país del mundo, lo que hay son ferias donde la venta callejera está organizada. Aquí, en cambio, hay bandas, asociaciones ilícitas que explotan a los más pobres, tanto entre los manteros como entre los trapitos. Eso es lo injusto: que no haya persecución a las organizaciones que usan a los más vulnerables para esas tareas.
–¿Por qué dice que lo más impactante, desde que asumió como fiscal, fue Lugano?
–Porque la conflictividad social que se puso en juego fue muy compleja. Por un lado, el kirchnerismo fogoneó esa toma… Y esto no es una presunción, claramente allí estuvo, entre otros, Marta Yané, del Movimiento Evita. También hubo una estafa a los pobres con venta de lotes y, por si fuera poco, los narcos también estaban metidos allí dentro. Y otra vez: el problema de no sancionar, como pregonaba el kirchnerismo, hubiera implicado dejar desamparados a los más pobres, que fueron las verdaderas víctimas de esa toma.
–¿Cuán avanzado está el negocio narco en las villas o asentamientos?
–No hay estadísticas, como decíamos antes, así que no podemos afirmarlo con certezas. Pero mi percepción es que está muy avanzado. No es nuestra competencia y no existe una política pública para enfrentar el tema.
–¿Qué piensa de Justicia Legítima, el espacio K dentro del sistema judicial?
–No haría un espacio radical Pro dentro de la Justicia. Quiero decir: no creo en una Justicia ligada a un partido u organización política sino a determinados valores.
–Deme un ejemplo.
–Bueno, si tomamos el sistema judicial de la Ciudad, ahí vemos que hay mayores garantías que en el nacional. En principio, es un modelo basado en la oralidad. Por otra parte, nadie puede estar preso más de 24 horas sin que se le tome una declaración indagatoria. Finalmente, el sistema acusatorio es diferente y está desdoblado. En la Ciudad hay un fiscal que pone en marcha la acusación y el juez resuelve si el acusado es culpable o inocente. A nivel nacional, en cambio, es el juez quien investiga y quien también administra la pena.
–¿Qué le pareció el galardón internacional que recibió recientemente el juez Zaffaroni?
–¿Cuál premio? No me enteré.
–Lo distinguieron la Asociación de Derecho Penal y el Instituto Max Planck, una muy importante distinción en su disciplina.
–Con Zaffaroni estoy de acuerdo en algunas cosas y en otras discrepo totalmente. No comparto la anulación del sistema punitivo que propone o que subyace en su visión de la Justicia. La cuestión es que cuando se eliminan las penas, también se eliminan los premios. Y una sociedad, claramente, necesita referenciarse en un sistema de premios y castigos.
–Si tuviera que definir en una sola frase la diferencia básica entre su visión de la Justicia y la kirchnerista, ¿qué diría?
–El problema más grande que, a mi criterio, tiene el populismo es la relativización de la ley. Para el kirchnerismo la ley debe estar subordinada a un proyecto político, en lugar de que el proyecto político esté subordinado a la ley. Por eso todo es de consumo rápido; no hay planes a futuro, ni tampoco políticas de largo plazo.
En primer plano
Ocupación. Fiscal general de la Ciudad.
• Edad. 45 años.
• Estado civil. Casado (con una contadora), un hijo.
• Un restaurante. Besares.
• Un barrio porteño. Boedo.
• Una esquina. Senillosa y Estrada.
• Una figura histórica. Hipólito Yrigoyen.
• Un libro. El crepúsculo de los ídolos, de Nietzsche.
• Una película. El Hombre Araña, de Sam Raimi.
• Una frase. “En política no se hace lo que se quiere ni lo que se puede, sino lo que se debe” (Leandro Alem).