El pasado domingo se cumplió un nuevo aniversario del 24 de marzo de 1976, fecha en que comenzó la dictadura militar más sangrienta de la historia argentina. Si bien las políticas de derechos humanos hicieron que la fecha tenga relevancia en los últimos 20 años, la nueva perspectiva negacionista del actual Gobierno, sobre todo por la vicepresidenta Victoria Villarroel, reavivaron la disputa en cuanto a los números de desaparecidos, la teoría de los dos demonios y demás teorías que intentan diluir la responsabilidad de los genocidas.
Al respecto, Noticias Urbanas dialogó con Pablo Díaz, sobreviviente de La Noche de los Lápices, sobre la lectura que se puede hacer sobre la plaza repleta, sobre el desafortunado spot que emitió ese día la cuenta de la Casa Rosada y sobre los desafíos que vendrán en el futuro en la discusión sobre esa época. Cabe destacar, que Díaz fue reconocido como nuevo ciudadano ilustre de La Plata este lunes 25 de marzo.
“Esta semana estuve en Navarro, en la provincia de Buenos Aires y hablé con estudiantes secundarios, con gente en el trabajo, en la misma calle o en las mismas instancias que iba a dar charlas, que se solidarizó cada vez más y antes como que no se involucraban”, destacó.
En tanto, consideró que “se ha involucrado mucha gente solidariamente, que no es un dato menor, porque ya no es esa pasividad de ‘no sé, no hablo, no, no digo nada’”, y señaló que por ejemplo “en Navarro, que di una charla hace dos días, fue gente a la plaza por primera vez. Eso me llamó la atención, porque tampoco exclaman ideológicamente estar en un lugar determinado, ni siquiera plantean qué votaron o no votaron, son solidarios en el sentido propio con las víctimas”.
Además, celebró que “lo mismo pasó en el tema de la vigilia en Berazategui, del 23 al 24, donde también fue gente por primera vez, pero aparte lo manifestaba: ‘Hola Pablo, yo sé de vos por la película, sé de la historia, es la primera vez que vengo’”.
Las provocaciones
“No vi el spot de Casa Rosada porque me parece una falta de respeto total, además por los integrantes que participaron, como Labraña o Yofre”, afirmó sobre el trabajo audiovisual armado por el Gobierno y que fue lanzado el 24 de marzo bajo la consigna “Memoria, Verdad y Justicia Completa”, y señaló que “lo que refleja es el tema de lo cuantitativo del horror, un horror naturalizado en números”.
En ese marco, reflexionó que “siempre digo, hablándoles personalmente de mi testimonio, que por ejemplo Claudia Falcone fue torturada y sufrió violaciones a sus 16 años y hay otras víctimas desaparecidas con instancia de tortura, de muerte, de asesinatos. Entonces, no hay que naturalizar el horror”.
Asimismo, afirmó que, más allá de los años que pasaron, necesita “saber quién le dio picana en los pechos, en la vagina, quien la violó tantas veces como quiso, porque si la violaron no sabiendo que iba a morir, cuántas veces la violaron sabiendo que la iban a matar en el sótano del Pozo de Banfield”, y agregó que “aun recibiendo condenas, yo necesito saber dónde puede estar Claudia enterrada, por así decirlo, para sentarme a hablar con ella como humanamente, como cualquier ser humano necesitaría con su ser querido”.
“Cuando puntualizamos ese horror en una víctima, no es un número. Ya no importa el número, si no es el juicio, condena y castigo al que generó ese horror”, señaló.
Díaz, remarcó que durante los juicios, puntualmente el de El Pozo de Banfield, habló de “maternidad clandestina a los jueces y las personas en que podían ir a esos campos de concentración a visitar y un día fui con Martín, un hijo recuperado de una compañera que estuvo en el Pozo de Banfield, y le digo ‘ mira acá estaba la maternidad clandestina’ y me dijo ‘Pablo, esto es la cocina’, esto explica la naturalidad que tuvimos para hablar de un horror en serio, puntual, como lo dicen los testigos, como lo vivieron los testigos, como fue”.
Una cuestión de militancia
En el marco de una actualidad que encendió nuevamente el debate de lo ocurrido durante la dictadura militar, Díaz asegura que se debe volver a que cada ciudadano sepa qué ocurrió y “decirles ‘mirá, me aguantaron las uñas, me dieron picana’, ya que el paso del tiempo naturalizó las consignas, y hay que volver en base a esta confrontación entre el odio y el amor”.
Asimismo, consideró que lo que les sucedió fue “por sensibilidad social, por amor y por tratar de que todos tengan las oportunidades que podemos llegar a tener los que tenemos herencia económica, como fue en nuestras casas” y agregó que sus compañeros desaparecidos sufrieron ese destino por “la militancia en sí misma, cuando fui interrogado en un catre, desnudo, atado, entró una persona de civil y dijo ‘por qué andabas en las villas, no sabes que nosotros cuidamos a tu papá?’ vos no tenés nada que hacer ahí. Mi papá era una persona de clase media alta y era como que ellos cuidaban la clase”.
Su historia de militancia, recordó, se generó a través de “la vergüenza por la pobreza que vi cuando había ido a dar apoyo escolar a esos barrios, para el campesinado que se había refugiado en la periferia de la ciudad de La Plata, que no sabían leer y escribir, me metí por amor, me metí por sensibilidad social”.
Al respecto de lo ocurrido con Sabrina Bölke, militante de H.I.J.O.S. que hace unas semanas fue atacada en su casa, torturada y abusada por individuos que afirmaron haber sido pagados y firmaron VLLC (Viva La Libertad Carajo) y la palabra ‘ñoqui’ en la pared de su habitación, opinó que la pone en el lugar de Claudia, compañera desaparecida y víctima de La Noche de los Lápices.
“Como lo que le hicieron a Claudia. Lo más preciado que tiene una compañera, una mujer, es la decisión de con quién hacer el amor o qué hace con su cuerpo. Lo viví con Claudia en la despedida en el Pozo de Banfield, y veo a Sabrina como Claudia en su tortura, en su persecución. Creo que la cotidianeidad nos roba el horror y se devora el espanto y uno ya no siente empatía prácticamente”, concluyó.