Hace casi 15 días, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, convocó a una conferencia de prensa en la que aseguró que el presidente Javier Milei le pidió que ponga “atención especial” a una rara situación. Contó que habían detenido a tres posibles integrantes de una célula terrorista y que les preocupaba que uno de ellos había alquilado un cuarto de hotel a dos cuadras de la Embajada de Israel. Pero resulta que ahora fueron liberados por falta de pruebas. “Neutralizamos la llegada de una posible célula terrorista al país”, había dicho.
En un país en el que hubo dos atentados terroristas, advertencias a viva voz, en conferencia de prensa y televisadas masivamente como la que lanzó la ministra de Seguridad, no pasaron desapercibidas. Pero frente a la magnificación de la supuesta amenaza que realizó Bullrich, la Justicia hizo un trabajo silencioso para determinar, en las últimas dos semanas, si efectivamente había indicios compatibles con una amenaza de ataque.
“No vamos a dar los nombres. Las tres personas están vinculadas. Habían llegado en distintos vuelos y estaban a la espera de un paquete comprado a través de una tienda virtual proveniente de Yemen así que eso también era un llamado de atención fuerte”, sumó la ministra.
Pero el lunes, la jueza federal María Eugenia Capuchetti ordenó la liberación de Naem Chatay Chassan, Juan Manuel Ledesma y Ramón Alberto Domínguez, los tres detenidos a los que Bullrich había ligado a una “célula” terrorista. La magistrada, por medio de una resolución de 22 páginas, determinó que “no hay pruebas” que indiquen lo que la ministra dio a entender. Y dejó libre al jugador de ping-pong, al peluquero y al falso agente de inteligencia norteamericana, beneficiados por la falta de mérito.
Así y todo, la magistrada estableció que los tres deberán comparecer ante la Justicia cada mes, prohibiéndoles salir del país y con una serie de restricciones sobre sí.
Cómo se gestó la trama falsa difundida por Bullrich
Ledesma, a quien apodaban “Rubio”, se jactaba de ser un agente inorgánico de la Embajada de Estados Unidos. A él, el conserje de un hotel céntrico le pasó el dato de que iba a llegar a Buenos Aires un hombre de origen sirio-colombiano.
Dio el dato a la Policía, y después sumó que Domínguez, su peluquero, iba a recibir un paquete desde Yemen. Con esos dos datos armó una teoría falsa que le dio a la Policía. “Lo armé mentalmente”, dijo en su indagatoria
Resulta que el sirio-colombiano era un profesor de ping-pong que viajó al país a jugar un torneo para veteranos. El peluquero, en tanto, había conocido por redes sociales a una mujer que le dijo que tenía ganas de invertir en Argentina y que le iba a mandar un regalo. Ese regalo es el paquete proveniente de Yemen, del cual alertó el “Rubio”.
Según consta en la causa, la trama del paquete no era más que una estafa. Al peluquero le avisaron que para retirarlo tenía que poner 900 dólares, y decidió bloquear a la mujer.
Con esa información, la Justicia estableció que no existen datos que permita que el país tome las advertencias en el sentido de lo dicho por Bullrich. Con el diario del lunes, otra cuestión que no deja de llamar la atención fue el hecho de que la ministra haya hecho pública una sospecha de tal magnitud, cuando se trata de temas que por su propia envergadura deben ser manejados en secreto hasta último momento.
