El principal foco del domingo electoral del 14 de noviembre estará puesto como siempre en la provincia de Buenos Aires, por su gravitación en la suma nacional y por su oleaje político, empezando por la interna del oficialismo. Pero además de la legislativa nacional, existe otra batalla menos visible y que según los cálculos de estas horas pone en crisis los planes de Cristina Fernández de Kirchner. Se trata de la Legislatura bonaerense, pieza clave para blindar la provincia y afirmar desde allí el poder del kirchnerismo duro, de la mano de Axel Kicillof.
Las encuestas dicen que no se estaría modificando de manera decisiva la foto de las PASO y si eso fuera así, el Frente de Todos no lograría ganar el control del Senado local, en manos de Juntos por el Cambio. Eso altera los ánimos en La Plata y en las cercanías de la expresidente.
Axel Kicillof apuntó de entrada contra la mayoría opositora en el Senado provincial con el argumento de que trababa o frenaba algunos de sus proyectos. Fuera del interés mediático nacional, la Legislatura es sin embargo un ámbito decisivo de poder en la Provincia. Juntos por el Cambio le reprochó al kirchnerismo falta de voluntad para negociar. Los efectos prácticos son muchos, desde las vacantes que siguen sin ser cubiertas en la Justicia -en la Suprema Corte y en decenas de juzgados-hasta la Tesorería General y el directorio del Banco Provincia.
Según lo que publica Infobae, en su momento de mayor fortaleza, el oficialismo apostó a alguna migración desde el bloque de JxC, que a pesar de la derrota de 2019 mantuvo 26 de las 46 bancas en la Cámara alta local. También, a provocar una fisura que derivara en la formación de otro bloque más sensible a la negociación. Hubo alguna gestión incluso desde las cercanías de Alberto Fernández, antes de que estrenara el cargo de Presidente. Algunos ofrecimientos de destinos diplomáticos. Pero nada prosperó.
En el peronismo tradicional mirán de reojo la dureza o falta de flexibilidad de Kicillof y sus operadores. Algunas torpezas -por ejemplo, el manejo de fondos para las intendencias- colocaron a JxC como factor desequilibrante a favor del poder territorial. Todo, en medio del juego de La Cámpora y bajo la mirada de CFK.
Además, según Infobae, la mala administración de las restricciones frente a la pandemia y el agravamiento de la crisis desgastaron algunas posiciones rígidas en la interna -sobre todo, las del núcleo del gobernador- pero igualmente, la apuesta oficialista siguió en pie. Un triunfo holgado aunque menor al de hace dos años podría volcar la relación de fuerzas: agrandar diferencias en Diputados y revertir el cuadro del Senado.
El sistema de la Provincia establece que la mitad de sus ocho secciones electorales vota diputados y las otras cuatro, senadores. Y se alternan cada dos años. En noviembre, las que renuevan bancas en la Cámara alta bonaerense son la 1ª (Norte y noroeste del Gran Buenos Aires), la 4ª (Noroeste de la provincia), la 5ª (La Costa y partidos cercanos) y la 7ª (Centro de la provincia). Naturalmente, la primera es la de mayor peso en número de votantes. Las bancas se renuevan por sistema proporcional, con piso, lo cual especialmente en el Senado suele dejar escaso espacio para terceras fuerzas.
El oficialismo concentra sus esfuerzos en la primera Sección. Allí, en las elecciones primarias, perdió por algo más de 4 puntos frente a la oposición, que terminó en el 38 por ciento. Las diferencias oscilaron entre los 17 y los 21 puntos en las otras secciones que disputan senadores. Si en las elecciones que vienen los resultados son parecidos, quedaría frustrado el objetivo de La Plata y de la expresidente.
Los intendentes son ahora los más demandados por el equipo de la campaña nacional. Es casi una exhortación a jugar todos los esfuerzos en los pocos días que quedan de campaña. Ese llamado, sobre todo cuando está en boca del catalán Antoni Gutiérrez-Rubí, genera cierto malestar en los intendentes, que conocen de sobra sus espacios de poder, llevan muchas campañas encima y no ahorran, algunos, en clientelismo explícito.
Cualquier intendente sabe que es vital para su futuro inmediato mantener el control del concejo deliberante. Es la última línea. Pueden aportar al proyecto global, pero también necesitan ser traccionados desde los otros escalones del poder. Por eso, no pueden caer bien algunas señales desde la gobernación sobre escasas chances de revertir los resultados de septiembre.