Encabezados por la bandera de H.I.J.O.S. (Hijos contra la Impunidad, por la Justicia, contra el Olvido y el Silencio), una nutrida columna se encaminó el sábado hacia la última morada del escritor, investigador y periodista Rodolfo Walsh para exigir a las autoridades que sea expropiada y convertida en un Museo.
El pedido fue realizado por los militantes de H.I.J.O.S y la hija menor del escritor, Patricia Walsh, en el día en que se cumplía el 40º aniversario del asesinato del escritor, que fue sorprendido por una patota de la Escuela de Mecánica de la Armada en la esquina de San Juan y Entre Ríos, en el barrio de Balvanera. Cercado por una docena de oficiales de la Armada, Walsh sacó de entre sus ropas una pistola de calibre 22 largo que solía portar, en un desesperado intento por escapar de sus verdugos, en desigual combate. Éstos conjuraron su acto de valor acribillándolo a balazos y llevándose su cuerpo, del cual ocultaron su paradero hasta hoy.
El escritor debía encontrarse con otro militante de Montoneros en esa esquina, pero éste había caído en manos de la represión y había “cantado” la cita bajo tortura. De esta manera fue asesinado el hombre que muchos años antes había sabido que existía “un fusilado que vive” y había escrito, partiendo de ese dato, “Operación Masacre”. Así creó un nuevo género, el de la no-ficción periodística. Walsh publicó el libro en 1957, nueve años antes que Truman Capote, al que muchos han señalado como el creador de ese género, aunque éste publicó su excelente obra, “A Sangre Fría”, en 1966.
El día que fue asesinado, Walsh se encontraba distribuyendo su “Carta Abierta de un Escritor a la Junta Militar”, que había terminado de escribir apenas unos días antes. Allí señaló, entre otros conceptos, “éstas son las reflexiones que en el primer aniversario de su infausto gobierno he querido hacer llegar a los miembros de esa Junta, sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles”.
Acto en San Vicente
“Necesitamos que la gobernadora Vidal se dé cuenta de que esa casa es un lugar histórico. El gobierno debe buscarle a la familia de Sala un nuevo lugar para vivir para que podamos tener allí un nuevo espacio de memoria. Para eso se necesita una ley provincial“, expresó Patricia Walsh en el acto que se desarrolló frente a la estación San Vicente, tras el cual los concurrentes marcharon hacia la casa del Barrio El Fortín, ubicada en la calle Rodolfo Walsh al 900.
Tras el asesinato de Walsh, la casa fue intrusada por la familia del policía Rubén Sala, que la sigue ocupando hasta estos días, a pesar de las denuncias que se hicieron por este hecho.
En esa propiedad, su última morada, Walsh escribió su Carta Abierta, en la que denunció el genocidio y desnudó los mecanismos del plan económico y de la entrega del patrimonio nacional que llevó a cabo la Dictadura Militar. La Carta, que según Gabriel García Márquez, es “la obra maestra del periodismo moderno”, es considerada desde entonces como un manifiesto político por miles de argentinos, que consideran que nunca más debe existir una dictadura entreguista y asesina.
Durante el acto fue expuesta una importante serie de expresiones artísticas, focalizadas en especial en la real cifra de los desaparecidos durante la dictadura militar. Casi todas llevaban la expresión: “Son 30 mil. Fue un genocidio”