Peronismo: a contramarcha de lo que se necesitaba

Peronismo: a contramarcha de lo que se necesitaba

Por Fernando Riva Zucchelli


La marcha ya pasó. Por suerte con toda tranquilidad. Entramos en los primeros minutos del día después mientras escribimos esta líneas, aunque todavía sea miércoles. Es difícil para este cronista discernir qué es lo que puede cambiar esta multitudinaria adhesión que tuvo la convocatoria entre todas las voces previas que se escucharon en un antes interminable. Entendemos que poco. Tanto que esperemos que el post sea más fructífero y menos conversado, más dialogado y con otras intenciones que las previas chicaneras.

La marcha ya pasó y el número de asistentes pasó a ser un dato en el que no se reparará más. Fue una multitud impresionante como se esperaba. Ni más ni menos. Los pronósticos de los analistas en este campo apostaron y acertaron. Todos contentos. Unos ratificaron su capacidad de movilización (con epicentro en lo social y el descontento) y otros no sufrieron sorpresas en la magnitud de la misma. Como si todo estuviera tan tabulado en la política doméstica que ya es poco lo que sorprende. Un dato es que la Plaza de Mayo ya queda chica y peligrosa para este tipo de convocatorias masivas.

“Pensar que antes una marcha a Plaza de Mayo volteaba un ministro y hacía tambalear a un primer mandatario, y ahora estas concentraciones multitudinarias no te mueven la aguja”, señaló con cierto pesimismo un intendente del conurbano que prefirió el anonimato.

Y le faltó decirlo. Mucho más con gobiernos como éste que hacen de la insensibilidad y de la conveniencia medida una suerte de “combinación letal”  acerca de estas costumbres clásicas del folclore político argentino. Es cierto que a los amarillos no les importa ni cuántos son, ni lo que dicen, ni lo que hacen. Son sordos y sin ideas más aún.

Sí les importa que las fotografías y los videos de los medios recaigan sobre  aquéllos dirigentes que poseen mayor imagen negativa y la gran mayoría de los convocantes daba ese perfil, con honrosas excepciones.

De todos modos cabe aclarar que la razón o no de la protesta no pasa por esa imagen. Ya hemos dicho hasta el hartazgo que las causas judiciales se deben dirimir en la justicia (a pesar de Moyano y el Gobierno) mientras en la calle – y más allá de los aparatos, que también juegan- no se dirimen conductas personales sino “posiciones políticas” del conjunto . Y sobre esto analizaremos. La postal de la “unidad” del peronismo hoy es la cristalizada en esta movilización. El descontento y los social presente, la opción política, lejos. Sacando algunos dirigentes que estuvieron por compromiso como Gustavo Menéndez y Zamora de Tigre, hasta algunos que no asistieron pero están adentro de esta foto como los hermanos Rodríguez Saá de San Luis.

El Gobierno obviamente desde esa óptica vuelve a sacar ventaja en un momento de debilidad política. Los cientos de miles de personas en la calle que cada uno prefiera, trescientos o más, habiendo movilizado todo el kirchnerismo, los sueltos, los aliados, la izquierda masivamente, los movimientos sociales y el nuevo formato sindical de Moyano y las dos  CTA, si esto es lo que movilizan, es un escenario más que accesible para Cambiemos a la hora del enfrentamiento electoral. Sobre todo por las ausencias.

Teniendo en cuenta que la merma que tuvo -en el orden nacional y metropolitano- desde la mirada político sindical peronista, es por lo menos igual de grande que esta realidad y por lo tanto de no mediar ningún milagro en este año, será difícil que lleguen unidos al año entrante. Y otra vez divididos. Sindical y políticamente.

Los aumentos permanentes en servicios, alimentos, combustibles y prepagas, sumadas a las denuncias de la fuerza off shore del Gobierno, generan condiciones ideales para hacer germinar una fuerza con posibilidades reales. Pero el peronismo está de duelo aún.

Lamentablemente, y lejos de las causas que se ciernen sobre Moyano, las distintas fuerzas que convergen en el panperonismo están lejos hoy de poder aprovechar el convite. La realidad política es que en el peor momento del Gobierno, con más de 10 puntos de descenso en la imagen del Presidente, su principal oposición cayó en la trampa de ofrecer masivamente a la sociedad una respuesta de un desgastado cuerpo de infantería, desprestigiado, ya cansado después de los fracasos del último mandato K, con las denuncias a cuestas y los golpes sufridos desde que perdió el poder. Otra oportunidad perdida.

Terminamos con una frase de Martín Insaurralde: “Separados ya perdimos tres veces, ¿quieren volver a perder?

Parece que sí.

 

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