“Algo de paz”, cantaba Raúl Porchetto en los 80. Y la paz que predica también y fundamentalmente la Iglesia, no llegó a la Legislatura porteña. En la sesión de este jueves hablar de la Iglesia trajo como consecuencia que la paz brillará por su ausencia.
Cuando el vicepresidente primero del cuerpo, Cristian Ritondo, anunció que se necesitaban 40 votos para su aprobación y cedió el uso de la palabra a los legisladores, el debate se encendió y los cruces se apoderaron de la escena.
En primer lugar hicieron uso de la palabra los legisladores de izquierda Marcelo Ramal y Alejandro Bodart. Las críticas comenzaban.
Según Ramal votar esa ley era “trabajar por la institución que se dedica al oscurantismo y que está en contra de la libertad sexual”.
Para Bodart se trataba de “regalar bienes de todos a un culto religioso” lo que transformaba en otro “escandalote más”. Para el diputado porteño era inconcebible que se le dieran alrededor de 30 mil metros cuadrados de tierras a la Iglesia.
Su ataque se centró en el rol histórico de la Iglesia más que en el proyecto de debate.
Pero el ataque no fue pasado por alto. La legisladora del Pro, María Victoria Morales Gorleri, hizo uso de la palabra y no ocultando su enojo manifestó:” Se dijeron cosas que nada tienen que ver con lo que se está debatiendo. Y no se puede permitir que se insulte y se digan barbaridades sobre la Iglesia”.
Rápidamente y sin que nadie se lo pidiera Javier Gentilini salió a respaldar a Gorleri.
Pero la más dura contra la Iglesia fue la legisladora del Frente para la Victoria (FpV), María Rachid, que fue interrumpida por Ritondo, para decirle que se abocará sólo al tema en cuestión y no a la historia en general.
“Estoy fundamentando sobre el proyecto, no me van a dejar hablar”, protestó Rachid, luego de un discurso que se extendía en el tiempo. Lo que provocó el enojó del macrista que le respondió “Acá siempre la dejamos hablar de todo lo que quiso”, retrucó Ritondo.
Las intervenciones de los legisladores eran coronadas por aplausos que partían de sus propias bancadas. Como si estuvieran compitiendo en el aplausómetro.
Y como había lugar para todas las posturas, el legislador del Partido Socialista Auténtico, Adrián Camps, dijo que estaba en contra de la cesión y a favor de la concesión. Y que además se abstendría en la votación. Lo que se dice un trabalenguas.
Por su parte, Gustavo Vera, trató de mostrarse razonable y fundamentó su votación a favor diciendo que “las cosas no son blancas o negras” y que la Iglesia se encontraba realizando.
La división entre la postura del bloque del Frente para la Victoria y Rachid se hizo evidente cuando Jorge Aragón hizo uso de la palabra y señaló claramente que su voto iba a ser positivo.
Para dejar más en claro que Rachid se cortaba sola, la propia presidenta de la bancada, Gabriela Alegre, señaló: “Esto es una cesión de inmuebles y esto es lo que se debate, no otra cosa. No hay que confundir las discusiones y por eso nuestro bloque cree que hay que votarlo, salvo alguna excepción”.
Finalmente se llegó a la votación y por 47 votos positivos, 4 negativos y tres abstenciones, el proyecto fue aprobado.
Aplausos y fin de la historia. Una historia que no tuvo nada de paz.