Los niveles de narcotráfico en la Argentina han ascendido al punto de alarmar los radares de la ONU.
Incluso, en las encuestas sobre las principales preocupaciones de la sociedad, la inseguridad es siempre prioritaria, sin depender de cuál sea la encuestadora que haga el relevamiento. Y es que ambas cosas van de la mano.
Cámaras viales, la creación de una Policía de la Ciudad, el aumento de presupuesto en la cartera de Seguridad, mayor y mejor equipamiento de las fuerzas de seguridad, más presencia policial en las calles, botones antipánico, etc. Todas las medidas parecen quedar en el camino cuando se trata de reducir la inseguridad, y resta entonces pensar en soluciones con mayor nivel de radicalidad.
Por eso, el Presidente del Movimiento de Reafirmación Peronista y apoderado del Partido de Renovación Federal (PRF), Alejandro Mansilla, diseña un proyecto que crea una Policía Militar a nivel nacional y que será presentado en el Congreso este año.
Pesada herencia
A priori, la combinación de palabras “policía” y “militar” tienen también una pesada herencia ideológica de bagaje negativo por nuestra historia argentina, y por lo que “es lógico que la gente no quiera ver más personas con ropa verde en las calles”.
Por el contrario, Mansilla se dedicó a dejar en claro que en ningún aspecto este nuevo órgano tendría algún costado dictatorial, sino que serían fuerzas manejadas por un gobierno democrático y que, de hecho, su tarea será mantener la pureza de la democracia en cada rincón del país.
Sujeta a la Ley de la Defensa de la Democracia (23077), esta policía se abocará a luchar sólo contra los delitos complejos, es decir: narcotráfico y narcoterrorismo, tráfico de armas, de blancas, de órganos, etc.
Además, será arbitrariamente independiente de la Ley de Seguridad de Interior y de Defensa Nacional, que supieron “incompatibilizar” y confundir las funciones de Gendarmería Nacional y Prefectura Naval Argentina, abocando a ambas instituciones a ambos campos de acción: la seguridad interior y también la nacional.
Por esta razón, el presidente del MRP explicó que la policía trabajará sobre zonas urbanas y que será “una Fuerza capacitada para elaborar estrategias y tácticas, sirviendo al combate fehaciente y concreto contra las organizaciones criminales residentes en villas miserias y/o asentamientos que conforman un ejército que sólo provoca terror y daño psicológico a la comunidad civil”. Es decir, una Fuerza de Seguridad Especializada en Combate Táctico, con formación militarizada y sin vinculación directa al Ministerio de Defensa y al Ministerio de Seguridad.
Comandado por el Presidente, pero no por Macri
La cabeza mayor de este organismo será el Presidente de la Nación, quien se establece como comandante en jefe de las fuerzas militares, y es quien dará las directivas a las subcomandancias. Sin embargo, Mansilla no confía en Mauricio Macri para sobrellevar estas responsabilidades ya que “demostró no tener coraje” y que sólo “visualiza cuestiones de la macroeconomía”. “Un presidente debe ser amplio, pero Macri no está formado ideológicamente. Para esto se necesita un presidente con poder de mando. Y no lo tenemos”, sentenció.
Asimismo, también tendrá direcciones: una de inteligencia; de formación policial; de formación de Derechos Humanos, “donde el policía militar estudiará concretamente el Pacto de San José de Costa Rica” y será liderado por un civil a diferencia del resto que serán comandadas por “rangos militares”; de desarrollo operativo y una dirección de administración y finanzas.
Un ejemplo extranjero
La Policía Militar existe en otros países, tales como Colombia, donde el expresidente Álvaro Uribe (2002-2010) conformó esta fuerza y logró buenos resultados en la lucha contra el narcotráfico y terrorismo. Así, el exmandatario “logró un proceso de paz, logrando que las FARC, el ELN o los paramilitares hayan casi desaparecido”, según explicó el peronista.
De tal forma, estas organizaciones delictivas tuvieron que migrar, eligiendo como próximo destino a Brasil. Sin embargo, Luiz Inácio Lula da Silva, “un hombre socialista que hasta hace poco era analfabeto”, que nació del pueblo y que gobernó “por y para el pueblo”, cuando se convirtió en presidente (2003-2010) advirtió que “uno de los mayores problemas en su país era el narcotráfico”. Por eso, decidió “urbanizar las favelas para darles escuelas, PyMES, centros deportivos, y demás cosas, lo cual logró imponiendo la policía militar”.
“No fue de otra forma como esta persona de pueblo ayudó a su pueblo a salir de esa situación. Logró darles trabajo, cultura, educación y que realmente se insertaran a la cultura socioeconómica de Brasil. Así, unos 30 millones de pobres se convirtieron en clase media”, explicó, resaltando que ésta es una prueba de que policía “militar” no es una “mala palabra”.
Las mujeres, un punto clave en la Policía Militar
A pesar de que el entrevistado apuntó a que el policía militar debería cumplir con un cierto perfil físico y operacional, señaló a que “en cualquier fuerza de seguridad la mujer es muy importante, ya que hace unos excelentes trabajos de inteligencia porque tienen mayor facilidad de infiltración que los hombres en ciertas organizaciones delictivas”.
Del otro lado, para las “funciones en la calle”, Mansilla aseguró que es necesario que los policías cumplan un estereotipo “robusto, con presencia impecable y con personalidad que imponga respeto a los ciudadanos y miedo a los delincuentes”. “Acá los delincuentes se le burlan en la cara a los policías argentinos, que no tienen más de 90 días de preparación para salir a la calle. Resulta indispensable entonces fortalecer la formación de estos profesionales, que de lo contrario, salen a la calle sin conocimientos en defensa personal, en observación de panorama, en inteligencia, y menos en refacción del delito”, agregó.
Formación, sin semántica setentista
Hoy existe la policía militar en Argentina, y se encuentra en Campo de Mayo, fundada en 1978, aunque sus funciones se reducen a “cuidar los bienes y la vida de ese espacio”.
El proyecto prevé que el 30% de los propios soldados del ejército argentino sean quienes conformen el cuerpo militar de esta nueva fuerza de seguridad, quienes ya provienen con una formación completa para “la guerra contra el narcotráfico”.
Y, al respecto, Mansilla remarcó: “Quiero dejar claro que esta policía no tendrá la semántica setentista que luchaba contra la subversión, acá se luchará por la democracia, precisamente”.
Asimismo, no sería una novedad que los mismos policías sean quienes ejerzan la corrupción, por lo que Mansilla propone lo mismo que realizó Lula con su ejército para evitar que quienes se dediquen a combatir la delincuencia caigan en la tentación: sueldos elevados en dólares.
Y, tras ser consultado sobre la posibilidad del presupuesto nacional en rendir en este aspecto, Mansilla respondió que “hace un mes, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) hizo un informe sobre cómo gasta la Argentina su presupuesto en términos de seguridad”.
En ese relevamiento se expuso que el país gasta 365 millones de dólares por año en Seguridad. “Si transformamos esta cifra en pesos, podemos indicar que en los últimos dos años gastamos 490 mil millones: en sueldos de personal, armamento, indumentaria, patrulleros, helicópteros, establecimientos, materiales de bienes de consumo o bienes no personales. Quiero decir, ¿dónde está la materialización de tamaña inversión?”, cuestionó, y adujo que se trata de una “mala administración de las carteras de seguridad”. “Ese dinero, bien administrado, alcanza perfectamente para crear la Policía Militar”.
Recuperación cultural
El proyecto no sólo consta de la creación de esta Policía Militar, sino también se trata de que el Estado intervenga, una vez erradicada de raíz la problemática del narcotráfico, a través de la urbanización de los asentamientos, insertando luego “centros culturales, deportivos y escuelas, cloacas, luminaria, corriente, centros culturales y deportivos, escuelas, etc”.
“Este es otro punto en el que la policía debe actuar, en la concientización de la gente que vive en las villas, porque una vez que se corre al narcotráfico tiene que entrar el Estado con la recuperación cultural y que realmente después tenga la posibilidad de insertarse en la sociedad”, explicó Mansilla, adhiriendo que para esto será preciso “enviar agentes de inteligencia para que se infiltre en estas comunidades y le explique a la ‘gente buena’ que se prepare porque van a sacar de cuajo al delito armado”.
Así, aseguró que la policía no se cobraría ninguna vida o libertad inocente, pero indicó que éstos ciudadanos son indispensables para el realizado de las investigaciones, ya que son quienes deben proveer de los datos necesarios para que los oficiales den con las “cabecillas” de las organizaciones delictivas.
En este aspecto, también indicó que “a tal punto este proyecto se ajusta a los derechos humanos” que otra pata de esta iniciativa es la de “garantizar la reinserción social como finalidad de la encarcelación, tal como lo plantea el Pacto de San José de Costa Rica, ya que de momento “quienes están a su cargo siguen fomentando su corrupción”.
La izquierda, el paso a la aceptación
Al respecto de esta iniciativa, Alejandro Mansilla ya lo debatió con Marcelo del Sol, Eugenio Burzaco, y con Miguel Ángel Pichetto.
“Burzaco me respondió que este país no está para adaptarse a esta política de Policía Militar porque ya sufrimos la dictadura del ‘76 al ‘83, sin embargo le expliqué que esto nada tiene que ver con un proceso dictatorial. Acá hay un gobierno democrático que va a manejar una fuerza de seguridad”, indicó.
Y añadió: “Pichetto prestó mucha atención cuando le di el ejemplo de Lula Da Silva, porque lo ve como un hombre similar a Perón, que nació del pueblo y creció con él, pero entendió la dificultad de que este proyecto sea aprobado por las organizaciones de derechos humanos. Además, no tenemos un presidente con mando suficiente, sino que tenemos un presidente que se dedica a negociar”.
Así, confió en que los sectores peronistas serían uno de los que primeramente comprendan y aprueben esta idea, ya que traen el bagaje de que “Perón era un general”. Y adhirió que los radicales también simpatizarían con el proyecto.
Sin embargo, aseguró que probablemente quienes opongan mayor resistencia sean los sectores de la izquierda. “Yo tengo un argumento para ellos, que son los que están más vinculados a los organismos de los derechos humanos, al proteccionismo del delincuente, a la crítica hacia el Estado si reprime o a la idea de que no tienen que existir policías. Pero están muy equivocados, porque hay un principio dentro de la izquierda que ellos no contemplan, porque este bloque en Argentina es una izquierda a la veleta, que no tienen realmente el principio del materialismo histórico, que viene de Marx y la Revolución Rusa”.
Y, de esta manera, argumentó: “Lenin tenía un segundo fuerte que era Trotsky, que además de haber sido el Comandante en Jefe del Ejercito Bolchevique, también fue el fundador de la policía secreta y militar de la Revolución Rusa, y cuando Lenin genera la revolución no lo hace solo con los comunistas sino también con los mencheviques, compuesto por militares que no estaban conformes con el zar y que sí querían un estado burgués. Luego, compartieron gobierno”.
Así, Alejandro Mansilla piensa mandar al Congreso de la Nación este proyecto en pocos meses, esperando implantar un nuevo debate en la Argentina que busca “devolverle la democracia” a todos los que sufren directa o indirectamente de la inseguridad causada por el narcotráfico y delitos afines. “La idea es que seamos, de una vez por todas, un país en serio”.