En el año 2003, un grupo de personas que vivían en situación de calle en la Ciudad de Buenos Aires creó Proyecto 7. Gente en situación de calle, convirtiéndose en la primera organización en Argentina conformada y dirigida por quienes atravesaban esa lacerante realidad.
Cuando se piensa en la calle como un lugar para vivir, rara vez se la concibe como un espacio de permanencia. Mucho menos, como una forma de vida que, más que una elección individual, aparece como la única alternativa. Las personas en situación de calle forman parte de una porción de la sociedad históricamente invisibilizada. Viven al margen de los derechos básicos como la salud, la vivienda, el trabajo y la educación, sin embargo, también forman parte de una trama de resistencias y vínculos solidarios. En esta realidad se inscribe Proyecto 7, una organización que brinda ayuda y empodera a las personas en situación de calle, reconociéndose como protagonistas activos en la construcción de soluciones.
Una organización nacida desde la vereda
La crisis del 2001 dejó un tendal de desempleo y pobreza, lo que evidenció la falta de políticas públicas para quienes quedaron en la calle. Este proyecto surgió como respuesta a la ausencia del Estado, proponiendo un modelo de organización donde las personas que vivían en las calles fueran protagonistas activos en la construcción de soluciones. El nombre hace referencia al artículo 7 de la Ley 3706 de la Ciudad de Buenos Aires, que establece el derecho a la vivienda y la obligación del Estado de implementar políticas integrales para las personas que se encuentran en esta situación.
En aquellos años, muchos barrios porteños, plazas, estaciones de tren y veredas empezaron a poblarse de colchones, carros y fogones. Pero también surgieron nuevas formas de organización. Las asambleas barriales, los comedores populares y las cooperativas autogestionadas se volvieron escenas frecuentes, en un momento signado por la precariedad. Es así que, desde sus inicios, la organización se enfocó en generar espacios de contención, promover derechos y visibilizar una problemática que, hasta entonces, era sistemáticamente ignorada.
Una de las principales apuestas de este proyecto fue la creación de Centros de Integración, espacios que van más allá del simple alojamiento nocturno. Estos centros funcionan las 24 horas, todos los días del año, ofreciendo un lugar donde dormir, pero también comida, atención médica, asesoramiento legal y talleres de formación. Cuentan con tres centros.
Centro de Integración Monteagudo
Ubicado en Parque Patricios, el Monteagudo fue el primer centro gestionado por Proyecto 7. Allí viven 120 varones adultos en situación de calle y muchos otros asisten diariamente para comer o bañarse. Lo distintivo de este centro es que está gestionado por personas que han vivido en la calle, lo que promovió una lógica de pares y de trabajo colectivo. Además de cubrir necesidades básicas, el Monteagudo ofrece talleres de serigrafía, radio, panadería y hasta una imprenta en desarrollo. Todo, con el objetivo de fomentar la autogestión y la reinserción laboral.
Centro de Integración Frida
Pensado para mujeres cis y trans, con o sin hijos, el Centro Frida abrió sus puertas en 2015. Con capacidad para 45 personas, este espacio busca abordar las problemáticas específicas que atraviesan las mujeres en situación de calle, muchas veces marcadas por la violencia de género y la discriminación. Este espacio ofrece talleres de género y sexualidad, espacios terapéuticos y actividades recreativas para niños, entendiendo que la contención debe ser integral y adaptada a las necesidades de cada habitante.
Centro de Integración Complementario Ernesto “Che” Guevara
Este centro funciona como una Casa de Atención y Acompañamiento Comunitario (CAAC), en convenio con el SEDRONAR (Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico). Su objetivo principal es trabajar con personas en situación de calle que atraviesan consumos problemáticos, ofreciendo talleres y espacios de creación que fomenten la productividad y la creatividad. Estos centros rompen con la lógica del parador nocturno, donde la persona sólo puede dormir unas horas y debe volver a la calle cada mañana. La idea es, por el contrario, construir un espacio de pertenencia y contención, donde la persona pueda quedarse el tiempo que necesite para rearmar su proyecto de vida. Por eso hablan de “casas de convivencia”, y no de albergues.
Según los datos más recientes del Censo Popular de Personas en Situación de Calle —realizado por organizaciones sociales en articulación con algunos organismos estatales—, en 2023 había más de 4.000 personas en situación de calle en la Ciudad de Buenos Aires, el triple de lo que reconoce el Gobierno porteño.
Semanas atrás, a través de las redes sociales del Jefe de Gobierno, se difundió un operativo vinculado a la política de “ordenamiento” del espacio público. En las imágenes, Jorge Macri se mostraba orgulloso de haber “limpiado” una zona donde se encontraban personas en situación de calle, quienes fueron retiradas del lugar y despojadas de sus escasas pertenencias.
En 2010, gracias al trabajo conjunto con otras organizaciones, se logró la sanción de la Ley 3706 en la Ciudad de Buenos Aires, que garantiza la protección integral de los derechos de las personas sin hogar. Esta ley fue reglamentada en 2013 y sentó un precedente importante para futuras legislaciones a nivel nacional.
Además, Proyectó 7 participó activamente en la elaboración de proyectos de ley a nivel nacional, buscando replicar el modelo de Centros de Integración en todo el país y promovió el enfoque de “Vivienda Primero”, que prioriza el acceso a una vivienda como paso fundamental para la reinserción social.
Ante la falta de datos oficiales confiables, en 2017 y 2019, Proyecto 7, junto con otras organizaciones, llevó adelante el Censo Popular de Personas en Situación de Calle en la Ciudad de Buenos Aires. Estos censos evidenciaron una realidad alarmante y contrastaron con las cifras oficiales, poniendo en agenda la necesidad urgente de políticas públicas efectivas.
Este trabajo demuestra que es posible abordar la problemática de la situación de calle desde una perspectiva integral. Su modelo, basado en la autogestión, la participación activa y el respeto por la dignidad de cada persona, se presenta como una alternativa viable y necesaria frente a los enfoques asistencialistas tradicionales.
Entrevistado por Noticias Urbanas, Horacio Ávila —referente histórico de Proyecto 7— dijo que “es importante hacer acciones como estas para poder darle visibilidad y decir que la gente en situación de calle no está sola y que no van a poder hacer con ellos lo que quieran”.
La situación actual, con una nueva crisis económica y social en curso, muestra señales preocupantes. Aumentan las personas sin techo, los desalojos y el deterioro del sistema de asistencia. Frente a eso, la experiencia de Proyecto 7 cobra más vigencia que nunca. Junto a su lema, claro y contundente, este movimiento mantiene su objetivo: “La calle no es un lugar para vivir”.
Lejos del Estado en muchos aspectos, sus integrantes sobreviven precariamente, por ahora, como casi todos los argentinos. Los beneficios del sistema les son esquivos, pero no hay más posibilidades que seguir adelante y en eso están.