Pesada es la corona. Pero ese es el precio innegociable que tienen que pagar todos los que ostentan el poder. Las mieles de la jefatura no son gratis. La responsabilidad ante los otros por las decisiones que se toman tiene consecuencias concretas sobre la ciudadanía en general. Y a veces, se presentan situaciones complicadas. Pese a ello, el gobernante no puede dejar de accionar porque eso es lo que esperan de él los gobernados.
Esa es exactamente la situación a la que se enfrenta el Jefe de Gobierno de la Ciudad, Mauricio Macri, tras haberse hecho cargo de la administración del subte y de haber creado una fuerza de seguridad local. En el caso del subte, sabe que para sumar en su carrera presidencial debe demostrarle a la sociedad que puede mejorar el servicio que antes manejó el Gobierno nacional. Y en el caso de la Policía Metropolitana, uno de los pasos inevitables era que se hiciera cargo de la seguridad en las 78 estaciones de las seis líneas de subterráneos y en las 17 del premetro.
Macri sabe que a la Ciudad le corresponde administrar el servicio de subtes y brindar allí seguridad, pero también está atento a los cruces políticos con el kirchnerismo, ya que se juegan cuestiones muy sensibles en su carrera presidencial. Cada movida que ejecutan los gobernantes de la Nación y la Ciudad tiene, en última instancia, un objetivo político.
Los funcionarios macristas consultados por Noticias Urbanas aceptaban públicamente que el subte debía ser controlado por la Ciudad, pero por lo bajo se quejaban del desprolijo traspaso de la custodia del servicio, aduciendo que tanto la Policía Federal como los funcionarios del Ministerio de Seguridad de la Nación no colaboraron en el diálogo previo y les “tiraron por la cabeza un complejo problema como es el de la seguridad en el transporte público”, con el alto impacto que además tiene la cuestión en quienes usan diariamente el servicio. Ponían como ejemplo lo sucedido el mismo domingo 1 de junio, en que la Metropolitana debió hacerse cargo de la custodia de los subterráneos según lo acordado en febrero entre Nación y Ciudad. Esa misma noche el secretario de Seguridad, Sergio Berni, ante el periodista Luis Majul, criticaba en duros términos la gestión de la policía macrista. “Macri pone a la Metropolitana para hacer marketing político. Y es su obligación como gobernante de la Ciudad generar las políticas de seguridad de su distrito. Por el contrario, el Gobierno porteño no se hace cargo de la seguridad, solo se dedica a ser un simple observador. Y es por eso que, a través de nuestro trabajo y en especial de la Policía Federal, pudimos reducir el delito en la Capital Federal”, disparó el funcionario K en La cornisa.
Berni agregó al día siguiente que ya se habían cumplido los seis meses de prórroga que pidió el gobierno macrista para que la Metropolitana se pudiera hacer cargo de la seguridad en los subterráneos. Y remarcó la generosidad de la Nación en darle más tiempo a la Ciudad. Así deslizó que la policía de Macri no estaba en condiciones de actuar con la celeridad que se le exige a una fuerza de seguridad con responsabilidades en una de las ciudades más importantes del país. “A partir del 1 de junio se cumplieron los seis meses que había pedido la Ciudad”, repitió hasta el cansancio el secretario de Seguridad. El objetivo del kirchnerismo es claro: sostener continuamente en los medios de comunicación que el tema del combate contra la inseguridad en la Ciudad de Buenos Aires es una responsabilidad de quien la gobierna. La estrategia pasa por aprovechar la creación de la policía porteña para decirles a los vecinos que Macri ya cuenta con una fuerza propia y que es esta la encargada de garantizar la seguridad de los hospitales, los servicios públicos, el tránsito, o de prevenir ocupaciones de terrenos, como el que se realizó y se mantiene en Lugano. En síntesis, tirarle encima el costo político ante la menor falla.
El plan para el subte
El proyecto del macrismo se basa en dos pilares básicos: la presencia de la Policía Metropolitana en todas las estaciones del subte –en una primera etapa se contará también con seguridad privada– y la instalación de 1.600 cámaras de seguridad que controlarán cada lugar del subte, para detectar cualquier tipo de delito y reprimirlo con celeridad. Con esas medidas se espera mejorar la seguridad en los subterráneos y eso será un punto a su favor ante la opinión pública.
Para conocer más detalles del proyecto de Macri, Noticias Urbanas se comunicó con los voceros de Subterráneos de Buenos Aires Sociedad del Estado (Sbase), quienes son los encargados de dar la versión oficial sobre el tema. “En el marco del Plan de Seguridad del Subte, la Metropolitana comienza a trabajar en toda la red. Se trata de 506 oficiales, especialmente capacitados para desempeñarse en el subte, que se incorporarán entre junio y julio. Con el objetivo de mejorar la seguridad, se sumarán paulatinamente a los agentes de la Federal. El equipo está compuesto por agentes uniformados y otros vestidos de civil, que circulan por las formaciones y las estaciones de toda la red mediante un sistema de rondines”, señalaron en el comienzo de un comunicado enviado a este medio.
“Además –expresan desde Sbase– hay personal de seguridad privada en boleterías y molinetes para el cuidado de los usuarios y, fuera del horario de servicio, hay agentes recorriendo las diferentes líneas para prevenir intrusiones y vandalismo en vagones e infraestructura de estaciones. El Plan de Seguridad contempla la instalación de 1.600 cámaras de seguridad –previstas para el segundo semestre del año– en accesos, andenes, cocheras y talleres de toda la red.”
Uno de los mayores problemas con los que se enfrentará la Policía Metropolitana serán los pungas y arrebatadores, que actúan impunemente en los vagones de las seis líneas. El accionar de esos hombres llevó a que usuarios perjudicados por esa modalidad delictiva se unieran en las redes sociales y crearan el grupo denominado Los Cazapungas, que se dedican a escrachar en fotos y videos, a través de las redes sociales, a los ladrones que pululan por el subterráneo. El trabajo de estos usuarios es exponer por todos lados a los que roban y por eso su red fue creciendo, sumándose al grupo original de Los Cazapungas el sitio de internet peesba.com.ar y la cuenta de Twitter @pungasenelsubte. Según el registro de estos grupos, el robo en el subte creció cuando se acentuó la pelea entre Nación y Ciudad por quién debía hacerse cargo del servicio. Afirman que eso provocó que la Policía Federal se dedicara a vigilar solo las boleterías de las estaciones, algo que le interesaba a Metrovías, lo que provocó que los andenes, las escaleras internas y los vagones se convirtieran en tierra de nadie.
El escenario es difícil, pero Macri sabe que si resuelve el problema podrá mostrar una victoria ante los electorados de las grandes urbes, donde la cuestión de la inseguridad más preocupa a la población. Si fracasa, El Infierno de Dante se convertirá en su lectura de cabecera.