La reunión está próxima a concretarse, pero no en el futuro inmediato. El tiempo no urge aún, aunque los plazos no son tan elásticos como para quedarse a esperar a los idus de marzo, que en el viejo calendario romano, en marzo y en mayo caían en los días 15. Precisamente en junio el “idus” cae el 13, mientras que el 22, cierra el plazo para presentar las listas de precandidatos ante las juntas electorales partidarias, que 48 horas después deben entregarlas a la Justicia Electoral.
La figurita difícil dentro del peronismo es, hoy por hoy, Sergio Tomás Massa. Por ahora, el tigrense se alinea en Alternativa Federal, pero su imagen no despega en las encuestas. Además, la aparición de Lavagna postergó -o, como mínimo, dificultó- su sueño presidencial, por lo que sus conversaciones semanales con Máximo Kirchner y Uado de Pedro -que ahora se espaciaron hasta ser quincenales, pero continúan- podrían convertirse definitivamente en un vestigio de sus pasos futuros.
Este dos de abril, por de pronto, Massa lanzó su candidatura presidencial en la conflictiva tribuna de la Sociedad Rural, presentando sus diez mejores propuestas para seducir al electorado, complicando a su vez a Lavagna, que quiere ser el candidato de la necesidad peronista, para el caso de que no resuelva sus contradicciones por otros medios.
De todos modos, sus compañeros de Alternativa Federal se plantean dirimir sus candidaturas en las PASO que se realizarán el once de agosto. Los contendientes posibles serían, en este caso, el propio Massa, Roberto Lavagna -si lo convencieran de que vaya a esa compulsa, un asunto que hoy no está en sus planes- y, eventualmente Juan Manuel Urtubey y Miguel Ángel Pichetto, de empecinarse éstos en sus casi inútiles postulaciones.
En este caso, hay una fecha clave, que es la del doce de mayo. Ese día se celebran las elecciones para gobernador en Córdoba y Juan Schiaretti podría convertirse con su victoria en el negociador clave de Alternativa Federal -de la cual es uno de los mentores-, que debería cerrar un acuerdo con el sector kirchnerista, que estaría representado en la ocasión por Máximo Kirchner, Alberto Fernández y, quizás también, por Uado de Pedro y Oscar Parrilli. Conversaciones en esa dirección ya hubo. Hasta ahora, en todos los distritos en los que hubo elecciones hubo acuerdos para ir todos -o casi todos- juntos.
Estas negociaciones comenzaron el año pasado, entonces, en tiempos de José Manuel de la Sota, que para eso se reunió en varias ocasiones con Cristina Kirchner, antes de fallecer en un accidente automovilístico el 15 de septiembre de 2018. Schiaretti recogió esa posta, aunque su relación con el kirchnerismo siempre fue mucho más fría que la que sostuvo De La Sota.
Existe una tensión entre los caudillos peronistas y la expresidenta, a la que ven casi como una “extranjera” del movimiento. Inclusive, le adjudican una tendencia socialdemócrata que los aleja de la jefa de Unidad Ciudadana. Ésta, entretanto, oculta sus cartas y no muestra su juego. Su única señal fue no política: alejó de Argentina a su hija Florencia, que seguirá en Cuba todo el tiempo que pueda, ante la advertencia muy concreta que recibió la exmandataria de que la represalia ante su candidatura sería la de encarcelarla.
En amplios sectores del peronismo se espera la culminación de una negociación que le ponga nombre y apellido a la candidatura presidencial que lo lleve a la victoria. Un encolerizado referente, cuyo nombre suele aparecer en los medios lanzó en estos días una advertencia con sabor a amenaza: “el 75 por ciento de los argentinos no va a votar a Cambiemos. El triunfo es casi un hecho. No podemos arruinarlo todo por narcisismo, por ambiciones excesivas o por estupidez”.