Concientes de la progresiva anomia que aqueja al gobierno de Cambiemos, que no acierta con la economía, no acierta con la política, ni con un discurso que atraiga a las multitudes, los radicales se preparan para exigir los espacios que en tres años y medio jamás les fueron concedidos dentro de la coalición que integran.
Este jueves que pasó, Enrique “Coti” Nosiglia viajó a Mendoza para reunirse con el gobernador de esa provincia y presidente del Comité Nacional de la UCR. ¿El objetivo? Coordinar las acciones que faciliten la ruptura de Cambiemos en la próxima convención nacional partidaria, que se realizaría en abril o en mayo.
Un poco de backup
Pero Nosiglia es sólo el emergente de una situación que se viene repitiendo desde el mismo comienzo de la conformación de la alianza con el Pro, en 2015. Ricardo Alfonsín fue el primero que alzó la voz e incluso no renovó su banca, en repudio a la falta de protagonismo en que sumió a su partido la Casa Rosada, desde donde salieron todas las maldades que hicieron naufragar la totalidad de las aspiraciones de sus correligionarios.
Para relatar los últimos capítulos de esta novela, el 27 de marzo el vicepresidente del partido y uno de sus líderes históricos, Federico Storani, manifestó que no sería “una locura” que los radicales apoyaran a Roberto Lavagna en la próxima compulsa electoral. Pero un día antes en Córdoba, cuna de la militancia del propio Storani, mientras los militantes de la Juventud Radical esperaban el paso de la caravana presidencial, en pleno Congreso Internacional de la Lengua Española, repentinamente -aunque no en forma espontánea- comenzaron a entonar el “hit del verano”, cuyas iniciales son MMLPQTP, irreproducibles desde esta página.
De todos modos, los chicos se divierten mientras los grandes se hacen cargo de las cosas. Los radicales, que pusieron tres gobernadores: Alfredo Cornejo (Mendoza); Gerardo Morales (Jujuy) y Gustavo Valdéz (Corrientes) estuvieron reunidos en la capital correntina bajo la coartada de la firma de un convenio de turismo. Allí se empezó a darle forma a la ruptura, que sólo sería evitable si en la Casa Rosada se tomaran decisiones políticas o se entablara algún tipo de negociaciones, que hasta ahora han brillado…por su ausencia.
Paralelamente, también el presidente de la Convención Nacional de la UCR, que es la instancia en la que los radicales definen sus programas políticos, el cordobés Jorge Sappia también fue contundente. Afirmó, sin pelos en la lengua, que “la UCR debe terminar con Cambiemos”, dejando la puerta abierta para un acuerdo con Lavagna, que en 2011 fue el candidato del radicalismo y fue tercero en una elección que ganó el Frente para la Victoria y Lilita Carrió fue segunda. Entonces, Lavagna fue el ganador en una sola provincia: Córdoba. No casualmente, el gobernador mediterráneo, Juan Schiaretti, es uno de los impulsores del exministro de Economía de Kirchner y Duhalde.
Destino Lavagna
Coti Nosiglia -uno de los herederos de Raúl Alfonsín- es uno de los operadores que impulsa la candidatura de Lavagna y aboga por el alineamiento de Martín Lousteau, que sería el candidato a jefe de Gobierno porteño. Por eso, llevó en su viaje a Mendoza al expresidente del Comité Capital, Emiliano Yacovitti.
Si la alternativa presidencial Lavagna no funcionara, los radicales diseñaron un Plan B. El candidato presidenc¡al “muletto” sería, en este caso, Martín Lousteau, devenido en una especie de comodín porteño o nacional, según sea la circunstancia. Nosiglia, un operador de gran prestigio
El desenlace de esta historia aún está por escribirse, pero lo que es seguro es que la distancia entre los aliados de Cambiemos crece y no hay políticas que logren acercarlos. En realidad, la política está ausente desde siempre en las más altas esferas del Pro. Allí sólo se habla de “gestión”, de “70 años de decadencia” y de “la herencia recibida”. Nada se habla algo similar a una cosa que se llama gobernar.