Renunció el Ministro de Salud: las razones que blindan a Santiago Caputo

Renunció el Ministro de Salud: las razones que blindan a Santiago Caputo

La renuncia del titular de la cartera sanitaria se precipitó tras meses de graves disputas.


El ministro de Salud, Mario Russo, renunció el jueves a su cargo en medio de versiones sobre conflictos internos en el gobierno de Javier Milei. El funcionario presentará su renuncia este viernes alegando “cuestiones personales”. Su decisión de apartarse del gabinete ya fue comunicada al mandatario. El Gobierno ya oficializó que lo reemplazará el doctor Mario Lugones.

Se trata del tercer desplazamiento de un funcionario del Ejecutivo desde el inicio del mandato libertario, luego de los alejamientos del ministro de Infraestructura, Guillermo Ferraro, y del jefe de Gabinete, Nicolás Posse.

De escasa exposición pública, el ahora exministro había sido objeto de cuestionamientos meses atrás, en el contexto del brote histórico de la epidemia del dengue en el país.

Uno de los ejes más cuestionados de su fugaz gestión giraba precisamente alrededor de la inexistente campaña de vacunación y prevención contra la enfermedad.

Mientras la curva de contagios y decesos traspasaba la barrera histórica, con el agravante de la escasez de repelentes, el funcionario rompió el silencio a comienzos de abril y dijo que no estaban dadas las condiciones para incorporar la vacuna contra el dengue en el calendario.

Si bien en los ensayos clínicos preliminares había demostrado “eficacia y seguridad”, explicaba Russo, “por el momento no tenemos evidencia para incluirla en el calendario de vacunación”.

En el transcurso del primer semestre del Gobierno, la cartera que dirigía el cardiólogo experimentó múltiples recortes en áreas y programas claves, como resultado del “plan motosierra”.

La renuncia del ministro se produjo a pocos días de otro frente de conflicto que afrontó su Ministerio, a raíz de las medidas de fuerza impulsadas por residentes médicos de todo el país.

Quién es el reemplazante

A pocas horas de conocerse la salida de Russo, el Gobierno confirmó al Dr. Mario Lugones en su lugar, mediante un comunicado emitido esta noche, según el cual el flamante funcionario “llevará al ministerio su extensa experiencia en el ámbito de la Salud, habiendo estado a cargo del Sanatorio Güemes, enfocado en la docencia médica y la investigación clínica”.

“A lo largo de su carrera Lugones fue jefe de clínica de la Unidad Coronaria del Sanatorio Güemes, además médico cardiólogo de Praxis Médica y de la Fundación Favaloro, entre otros. A su vez, se desempeñó como director del Instituto Médico de la Seguridad Social y Evaluación Tecnológica (IMSSET) de la UBA y fue director de la Maestría de Gerenciamiento del Sistema de Salud de la UBA”, informaron en la cuenta de X de la Oficina del Presidente.

El poder de Santiago Caputo 

Aunque en la Casa Rosada buscaron maquillar la salida del ministro de Salud, Mario Russo, con el argumento de que fue por “motivos personales”, en realidad la decisión fue tomada por Santiago Caputo y se concretó en un picante diálogo telefónico, corolario de largos meses de graves disputas internas en una cartera con doble comando que estaba loteada desde diciembre.

La designación de Mario Lugones en su lugar es una ratificación del poder del asesor sobre un área que ya manejaba en las sombras a través de su amigo, que ahora será ministro en los papeles. Pero, en el fondo, es una muestra de que, a pesar de las discusiones con Guillermo Francos, con Sandra Pettovello, y de los anteriores resquemores subterráneos de parte de Karina Milei, mantiene el respaldo de la cúpula presidencial.

La cartera de Salud en la era administrativa de Milei nació entre controversias. Durante el diseño del organigrama del Gobierno, la intención original del recién electo presidente era que formara parte del amplísimo Ministerio de Capital Humano. Pero Sandra Pettovello, que había aceptado hacerse cargo de todas las áreas “blandas” -Trabajo, Desarrollo Social, Educación- pidió específicamente que no le endilgasen también el manejo de un sector por demás complejo, con enorme presupuesto y atravesada por infinitos intereses políticos y de caja. “No quería, o mejor dicho, no podía enfrentar tamaños curros”, lo resumió directamente un testigo de aquellas negociaciones con la fiel amiga del Presidente.

En ese momento, el ascendente Santiago Caputo levantó la mano para tomar las riendas del elefante estatal donde se gestionan los hospitales nacionales y se compran medicamentos, vacunas e insumos, pero también se operan cajas con presencia territorial e influencia política, como el PAMI y la Superintendencia de Servicios de Salud. De inmediato, descartó el plan de degradarlo al rango de secretaría y diseñó un esquema de toma de decisiones poco ortodoxo: nombró a Mario Russo como ministro, pero empoderó internamente a un amigo, el médico Lugones, ex titular del Sanatorio Güemes. Durante los nueve meses que lleva el Gobierno, con extremo bajo perfil, Lugones monitoreó, vetó y ordenó decisiones. Siempre reportando a Caputo.

Santiago Caputo había conocido a Lugones hace quince años a través de su hijo, Rodrigo Lugones, consultor como él, que le lleva unos diez años y fue, de alguna manera, su mentor. Se habían hecho amigos cuando trabajaban bajo las órdenes del experto en comunicación Jaime Durán Barba en el proyecto presidencial de Mauricio Macri. Caputo y “Rolo”, tal es su apodo, generaron un vínculo de confianza profesional que devino personal, al punto de que, después de presentarle al padre, fundaron con Guillermo Garat -hoy designado en YPF- su propia empresa de consultoría (esa compañía que en la jerga del interna del grupo de socios prefieren llamar “cooperativa”).

En el transcurso de esas tensiones, Caputo y Lugones hicieron una movida para restituir el espíritu inicial y ejercer mayor control sobre la gestión de Russo: lo convencieron de nombrar como secretaria de Gestión Administrativa a Cecilia Loccisano, técnica de confianza de Lugones. Pero esa intervención, lejos de aceitar mecanismos, intensificó las rispideces, y testigos citan picantes cruces telefónicos entre el ministro, Caputo y Lugones.

Aunque dijeron que Russo renunció por motivos personales, hay versiones que indican que Caputo pergeñó cuidadosamente la manera de formalizar el rol de Lugones, previa consulta con Javier Milei y Karina Milei, y que estaba esperando el momento oportuno.

El punto de inflexión fue el descubrimiento de que Russo le había entregado a la Ciudad un lote de vacunas contra el dengue, sin previa consulta con ellos. Pero cuentan que el quiebre, en realidad, derivó de los movimientos de Russo para recortarle poder a Loccisano. Y que, de fondo, jugaron también los resquemores por el vínculo de Russo con Sandra Pettovello, enfrentada con Santiago Caputo -y viceversa-.

Después de todo, había sido la ministra de Capital Humano quien había invitado inicialmente a Russo a sumarse al Gobierno como secretario, aunque después fue el ex jefe de Gabinete, Nicolás Posse, quien lo convocó desde las oficinas del edificio Libertador, antes de que Milei asumiera, para ofrecerle que asumiera como ministro.

Russo habló con Guillermo Francos, el jefe de Gabinete, que no participó de la decisión tomada por Caputo en consenso con el Presidente y la secretaria general. Y luego también con el propio Milei. La relación, aseguran, quedó en buenos términos a pesar de las fuertes discusiones.

Te puede interesar

Qué se dice del tema...