Un equipo de 15 personas formado por historiadores, arqueólogos, arquitectos e ingenieros están hace tres meses restaurando la Pirámide de Mayo que contará también con la reubicación histórica de las cuatro esculturas que estuvieron allí hasta 1912, y hasta el momento no habían vuelto a su lugar. Es la primera restauración que se hace después de 200 años.
Las esculturas tienen 140 años y son de un autor desconocido, aunque se sospecha que fueron compradas en Italia. Al no tener firma del creador, para saber su origen “habría que hacer un análisis estético de la obra de él para hacer un correlato, ya que todos los escultores se singularizan en el tratamiento que tienen de las formas”, como explica Miguel Crespo, quien lidera al equipo de restauración de las estatuas.
Los nombres que se les han dado a las estatuas son debido a los atributos que tienen (un mapa, un timón, un compás): la astronomía, la navegación, la industria y la geografía.
La Pirámide de Mayo se hizo en conmemoración del primer aniversario de la Revolución de Mayo, el 25 de mayo de 1811. La que vemos hoy tampoco está en su lugar original: en 1911 fue movida del frente del Cabildo hacia el centro de la Plaza. Ello sucedió ya que la famosa Plaza de Mayo, no era como la conocemos hoy. A principios del siglo XX estaba dividida en dos partes, una llamada “La Recova” que era un antiguo mercado, y otra donde estaba la plaza. Por eso, cuando se demolió la Recova e hicieron solo una Plaza grande, la estatua se movió para que quede en el medio y no al principio.
La obra se atrasó por las lluvias y las manifestaciones durante marzo, pero se calcula que esté lista para el 20 de mayo próximo, justo antes del Te Deum del 25 de Mayo, que este año cumple 117 años.
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Asimismo, Macchiavelli comentó que “esta plaza es uno de los puntos de encuentro más emblemático de la Argentina, es la plaza más antigua e importante de la ciudad, que nos vio crecer como país y que habla por nosotros al mundo entero”. Y, también, valoró el trabajo del equipo de restauradores: “La tarea de los restauradores ha sido muy valiosa porque buscan recuperar la esencia de la primera pirámide, con sus colores y mampostería”.
El equipo que da vida a la nueva Pirámide
El equipo está divido entre la restauración de la Pirámide y de las estatuas. Marcelo Magadán es quien dirige la recuperación de la pirámide de Mayo, de la cual destaca que “nunca se había hecho una excavación para ver cómo era la base de la Pirámide”.
Francisco Llireli, por otra parte, es el historiador en el cual todo el equipo se apoya cada vez que se necesita un dato concreto. Cuenta que las esculturas “estaban en principio en el Banco Provincia hacia 1872, posiblemente hayan venido de Italia, no sabemos quién es el autor, es desconocido. Dos años después, en 1874, son donadas a la municipalidad que finalmente las ubica en 1878 en la Pirámide”.
Curiosamente, apunta que “no se sabe el nombre original de las estatuas, el que tienen se los pusieron en Buenos Aires”.
Mito 1: “La Pirámide antigua está dentro de la nueva”
Llireli niega este mito tan repetido en las clases de historia argentina. Explica que, en realidad, la Pirámide se construyó en 1911 “y es la misma que vemos desde entonces, con algunas reformas que se hicieron en 1956“.
¿Por qué le decimos Pirámide si tiene forma de Obelisco?
Llireli cuenta que “así se llama desde principios del siglo XIX” y plantea, a modo de hipótesis personal, que “tiene una carga simbólica” y que para explicar el motivo de por qué se hizo una Pirámide “habría que buscar referencias en la cultura masónica, ya que muchos de los llamados ‘hombres de mayo’ tenían vínculos con la masonería, y uno de sus símbolos más fuertes es la Pirámide”.
Respecto de la restauración, el historiador agrega que “la Pirámide estaba muy deteriorada, pero en su integridad estaba completa. Había un solo faltante que no teníamos ningún vestigio de cómo era que es la punta de la lanza de la estatua de la libertad”.
Otra pieza fundamental del equipo es Miguel Crespo, que está a cargo de la restauración de las esculturas que van a volver a la Pirámide de Mayo. Es él quien dirige el equipo que está integrado por restauradores y por los que estuvieron a cargo del traslado de las esculturas.
Lo principal es comprender que “el criterio de la restauración dice que todo lo que se agrega debe ser más blando que el original”.
Luego, explica cómo fue el proceso de restauración de las estatuas: “Empezamos a trabajar con los restauradores sobre los tratamientos superficiales en el mármol. La mayor alteración es un desgaste natural del mármol, son obras que tienen más de 100 años y están a la intemperie”.
Miguel explica cómo es la técnica de restauración de las estatuas: “Primero se les hizo una limpieza general a todas, donde se les pone una fórmula con pH controlado y sobre ellas se van practicando tratamientos mecánicos, que se llaman así porque es un cepillo de cerda que va pasando por la superficie y le saca el polvo ambiental que se fue acumulando en la superficie”.
Continúa: “Después empiezan a hacerse los tratamientos que tienen que ver con todas las partes que se fueron perdiendo y que forman parte de la representación de la figura, como la nariz, dedos, todas partes que conforman la lectura integral de la obra y se van reponiendo”.
Luego se encuentra Marta Zaffora, directora de restauración de la Pirámide, que se encarga de realizar la estrategia de trabajo, basado en qué se va a intervenir y cómo. “A primera vista habíamos visto una cosa, y cuando subimos nos dimos cuenta que la escultura principal estaba toda quebrada“, recuerda.
Destaca que “lo único original que tiene la Pirámide es la escultura de la libertad y los cuatro escudos de abajo. Fue realizada muy rápida, solo en cuatro meses, es algo muy argentino, siempre planificamos con muy poco tiempo”.
“Empezamos siendo cinco personas, pasamos a ser quince, y ahora como ya estamos casi en el final volvimos a ser cinco”, relata la directora de restauración, cuya presencia diaria y constante en la obra es fundamental para la restauración.
Los restauradores lucharon contra el clima caluroso de verano –la obra está en marcha desde enero- y se enfrentaron a intoxicaciones debido a los materiales deteriorados de la Pirámide, que afectaron incluso su salud –tres terminaron internados, y todos se encuentran en tratamientbb-.
Por último se encuentran Flavia Zorzi y Ricardo Orsini , los arqueólogos del equipo, que son la pata fundamental para comprender la historia de la Pirámide de Mayo como objeto y así planear futuras estrategias de restauración.
Zorzi explica que “la idea del trabajo arqueológico fue hacer un respaldo a los trabajos de restauración ofreciendo líneas alternativas de evidencia que pudieran ayudar a reconstruir la historia de la Pirámide desde el traslado”.
La investigación arqueológica de los investigadores permitió saber, por ejemplo, la historia de la electricidad en la Ciudad: “En algún momento se nota que tuvo un cableado para la iluminación, portalámparas; evidentemente el sistema de iluminación con que contaba la Pirámide fue uno de los primeros que tuvo la Ciudad”.
Otra de las dificultades con las que se enfrentaron los arqueólogos se debió a que “en las excavaciones encontramos evidencias materiales de intervenciones que sufrió la Pirámide que no estaban documentadas”.
Por su parte, Orsini resalta que la Pirámide “desde el momento en que fue trasladada, perdió aproximadamente un metro de visibilidad por las diferentes intervenciones que fue teniendo. Cuando ves las imágenes de 1930, te das cuenta que lo que fue creciendo es el nivel de la superficie actual de la Plaza, de manera que las diferentes intervenciones fueron subiendo ese nivel”.
Mito 2: Los supuestos “túneles” abajo de la Plaza
Los que derribaron el mito de los túneles abajo de Plaza de Mayo, en teoría para que Rosas o Perón escapen, fueron, en este caso, los arqueólogos. “En el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires siempre nos llaman denunciando que hay obras donde supuestamente se ven túneles. Pero la gente divisa arcos de estilo romanos y, en realidad, son de tierra. Son reales pero están más en el imaginario de la gente; existen tramos pero muchos están lesionados por el subterráneo”.
Además, Zorzi aclara que los túneles “no se hicieron con el objetivo de escapar, ni contrabanderar, de hecho el contrabando tenía más lugar en La Recova que ahí”.
“Los túneles de la Manzana de las Luces existen, pero no alguno que una el Cabildo con la Casa Rosada”, finaliza.