Los municipios argentinos han sido protagonistas de cambios estructurales a partir del surgimiento de nuevas demandas a nivel local, en un proceso constante de descentralización de competencias, funciones y de responsabilidades, que de forma especial se produjo en los municipios metropolitanos del gran Buenos Aires. De este proceso, se produce la ampliación del campo de acción de la política local y el surgimiento de una nueva agenda municipal. Frente a estos cambios, uno de los déficits fundamentales de los municipios argentinos es la falta de objetivos claros y la deficiencia en la planificación de su actuación.
También es de destacar la diversidad de asuntos públicos que atiende el nivel municipal, tales como: la recolección de basura, la asistencia a una familia, la contaminación de un arroyo, las oportunidades de radicación de nuevas empresas, un robo, la violencia familiar, etc. A diferencia de otros niveles del Estado, en el ámbito municipal es difícil diferenciar las prioridades y la gravedad de las demandas. En muchos casos, la diversidad de problemáticas se centraliza en la capacidad de respuesta personal del Intendente y ocupan su agenda sin planificación.
Carecer de una visión de futuro convierte a los gobiernos en seguidores de una gestión competitiva de desafíos coyunturales que por sobrecarga de demandas tiende a deslegitimar la política a favor de una lógica de coordinación competitiva de intereses y presiones, con presiones y comportamientos más propios del accionar de un mercado.
Los consultor Mario Riorda destaca que es recurrente ver intendentes que resuelven cuestiones parciales, en muchos casos dedicándole todos los esfuerzos a la gestión diaria y creen muchas veces que gobiernan bien, pero comunican mal. Es común cargar los déficits políticos a errores que en realidad superan la gestión del equipo de prensa. La comunicación gubernamental no es solo una cuestión que se circunscribe a la estrategia de prensa o de publicidad, sino más bien a una capacidad integral de poder trasmitir cuáles son las prioridades del accionar municipal. Para la definición de un mensaje claro es necesario generar una conciencia en los decisores públicos sobre cuál es el municipio que quieren construir.
Javier Marsiglia propone formular la pregunta: ¿A dónde queremos ir juntos en este Municipio? La respuesta a esta cuestión genera identidad y se centra en valores. Una vez que qieda claro el rumbo es más fácil ordenar la gestión municipal y la participación ciudadana. Riorda y Delle Donne proponen la categoría “Mito de Gobierno Municipal”.
Para lograr el cumplimiento de sus metas, el Municipio requiere de una gran cohesión y coordinación interna de sus agencias estatales. Además, exige, si partimos de un enfoque de redes de política, de la interacción con diversos actores locales en la identificación de los problemas de política pública y muchas veces también de su diseño e implementación.
Para conducir el proceso social, el municipio debe reconocer a los actores locales como agentes principales del desarrollo local. Estos actores deberán legitimar el rumbo propuesto por el municipio a partir del sentimiento de pertenencia que en ese destino se les proponga o en la negociación y el acuerdo que en el trayecto del accionar estatal se les conceda.
La conducción de los distintos actores locales requiere de las capacidades estatales a nivel municipal. Las capacidades estatales son como dice A. Rodríguez Gustá, habilidades de individuos, grupos e instituciones para lograr políticas públicas con mayor valor social, es decir, identificar y resolver problemas de forma eficiente, efectiva y sostenible a lo largo del tiempo a partir de la coordinación e interdependencia entre estado, mercado y sociedad civil.
Por todo esto, volver una y otra vez a la pregunta sobre el proyecto pone al gobierno municipal en su eje. En los discursos políticos es necesario responder, una y otra vez a esa pregunta. ¿Hacia donde queremos ir juntos en este Municipio?
*Rodrigo Ruete, integrante del CEM, Profesor UNAHUR y Concejal de Cañuelas.