Nelly Omar: la ternura del adiós

Nelly Omar: la ternura del adiós

Fue una de las más grandes cantantes de tango de la historia. Tenía 102 años y cantó hasta el final. Homero Manzi, que la amó, escribió que "es eterno su sueño de mujer y de canción" en Solamente Ella


La eximia cantante de tangos Nelly Omar (neé Nilda Elvira Vattuone el 10 de septiembre de 1911) falleció en la mañana de este viernes en la clínica CEMIC de la Ciudad de Buenos Aires a los 102 años.

Tuvo una trayectoria artística larga y destacada, que la llevó, entre otros homenajes a ser homenajeda por la Legislatura porteña con el título de Ciudadana Ilustre en 1996.

En noviembre de 2011, celebró su cumpleaños centenario brindando un maravilloso concierto en el Luna Park, que que contó con la participación
del bailarín Juan Carlos Copes y de una orquesta dirigida por Erica Di Salvo. Ahí, interpretó los tangos Sur, Amar y Callar, el valsecito Desde el Alma y una canción emblemática del peronismo, La Descamisada, compuesta para apoyar la candidatura del General Juan Domingo Perón a la Presidencia de la Nación en 1945.

“Yo soy la descamisada, surgida del peronismo, que ostenta el Justicialismo como emblema nacional” cantó ese día Nelly Omar, como para dejar
clara su identidad. Ese día se convirtió en la única artista en el mundo que, a su edad, dio un recital de más de una hora.

La artista inició su carrera artística en 1924, pero llegó a su máximo entre las décadas del ’30 y del ’40. Sus éxitos fueron Callecita Mía, Sólo para Ti, Intriga y Pasión y Latido tras Latido. Alguien la llamó -contando con el desagrado de la propia artista- El Gardel con Polleras, aunque aceptó que el actor Enrique de Rosas la definiera como La Voz Diferente.

En 1940 conoció y desarrolló una fuerte amistad con María Eva Duarte -Evita-, que aún era actriz de radioteatros. Ella misma definió su relación con sencillez: “Una sola vez en mi vida alguien intercedió para que se me permitiera actuar en Radio Splendid. Fue Evita, y no porque yo se lo pidiera. Ella no entendía como no me concedían un espacio. Le gustaba como cantaba y mucho más que cantara las cosas nuestras. Retribuí ese gesto grabando la milonga La Descamisada y la marcha Es el Pueblo”.

Tras el advenimiento de la Revolución Fusiladora, que derribó la democracia el 16 de septiembre de 1955, Nelly Omar -parafraseando a Leropoldo Marechal- se convirtió también en la tanguera depuesta y debió peregrinar por numerosos lugares para conseguir adónde cantar. Con su proverbial sencillez, la artista reveló su terrible odisea. “Allanaron mi casa y después de eso me silenciaron. Entraron atropelladamente, uno vino con una bolsa de esas rústicas, como del correo. El notario abrió un cuaderno y preguntó: “¿Qué pongo?”. “Cierre, no ponga nada”, le dijo el otro. Yo no me asusté. Después empecé a deambular por un lado y otro, golpeando puertas, nadie me daba bolilla. Desaparecieron todos los amigos. Yo iba a pedir trabajo, nada más. Hasta que apareció un trabajo en la cantina de Forastiero y me metí ahí, donde me dieron la oportunidad de reintegrarme y recomponerme, porque había vendido lo poco que tenía y estaba muy mal”, recordaba sin florituras.

Alguna vez se la relacionó sentimentalmente con el gran poeta Homero (nunca tan exacto el nombre) Manzi. Ésta le dedicó el tango Malena, aunque hay quienes dicen que fue inspirado por otra mujer, pero Nelly Omar aseguró que nunca cedió a los requerimientos del poeta. Sí reconoció la artista que los tangos Solamente Ella, Ninguna y Sur le fueron dedicados por el bardo añatuyense.

Quedarán para siempre en los poemarios tangueros los versos que le dedicó Homero Manzi a la mujer, no sólo a la artista.

“No habrá ninguna igual, no habrá ninguna,
ninguna con tu piel ni con tu voz.
Tu piel, magnolia que mojó la luna.
Tu voz, murmullo que entibió el amor”. (Ninguna)

También el poeta se inspiró en ella para componer uno de los tangos más escuchados de la historia. En Sur, Manzi habla, como siempre, del amor y no es difícil suponer a quién van dedicados los versos de la tercera estrofa:

San Juan y Boedo antiguo, cielo perdido,
Pompeya y, al llegar al terraplén,
tus veinte años temblando de cariño
bajo el beso que entonces te robé.

Finalmente, la historia poética tanguera guardará también algunos de los versos del tango Solamente Ella, en los que es posible imaginar a la inolvidable cantante viviendo entre los versos que la nombran.

Era nube, sin rumbo ni destino,
tenía la ternura del adiós.

Hoy vive entre mis sueños y es eterno
su sueño de mujer y de canción.

Esta artista maravillosa era también una persona excepcional. Cuando estaba por cumplir los 100 años, le explicaba a un cronista que aún “me gustaría volver a enamorarme. Lo más lindo que hay es enamorarse. No importa que piensen: Está loca. Quisiera estar con alguien que
tenga el suficiente amor como para ir compartiendo si voy cayendo. Yo no creo que eso sea pedir mucho, ¿no?… No tengo familia ya, sólo
amigos, pero la música me da buenos pensamientos, me libera de la angustia. Si canto, ahí sí soy feliz”.

Nelly Omar vivirá por siempre entre los que aman y respetan a la cultura nacional.

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