Las dudas del Pro terminaron abruptamente el 7 de septiembre último en Marcos Juárez, cuando una alianza liderada por un candidato de su propio partido, Pedro Dellarossa, compuesta además por la Unión Cívica Radical y el Frente Cívico provincial que lidera Luis Juez, se impuso en una elección municipal por sobre el candidato delasotista por un margen de casi siete puntos.
Los propios operadores del Pro reconocieron que lo que era un deseo expresado en sus pasillos interiores es ahora una opción que los seduce cada vez más a medida que pasan los días. Esta opción se refuerza si se tiene en cuenta que en la elección realizada en esa localidad de la llanura cordobesa, Daniel Fragazzini, el candidato del gobernador José Manuel de la Sota, descontó en las últimas semanas gran parte de la ventaja que lo separaba de la alianza Juntos por Marcos Juárez y podría haber sido el triunfador, en especial debido al apoyo que recibió del aparato estatal provincial, de haber tenido algunos días más de campaña.
Esa falta de “territorialidad” del armado del Pro conspira contra las aspiraciones presidenciales de Mauricio Macri. Por tal razón, las carencias que aquejan a los radicales, que no tienen un candidato con posibilidades de llevarlos a la Casa Rosada, y que sufre el Pro, que no tiene un desarrollo parejo en todo el país, podrían ser el aglutinante que termine reuniendo a candidatos de ambos partidos en una fórmula conjunta o, como mínimo, en armados comunes en muchos distritos de todo el país.
Un operador peronista resumía hace muchos años en una frase pintoresca la composición político-religiosa argentina, cuando alegaba: “El peronismo y el radicalismo son, junto con la Iglesia católica, los únicos que están en todos los rincones del país. Si usted llega al pueblo más pequeño situado entre Río Grande y La Quiaca, tenga por seguro que encontrará al menos una unidad básica, un comité radical y una capilla”.
De todos modos, esta falta de estructura política territorial del Pro suele ser minimizada por los operadores del macrismo. “Estamos armando una red de voluntariado por medio de la cual ya conseguimos más de 100 mil adherentes, por lo que la falta de armado territorial ya comienza a ser una verdad a medias.”
A pesar de esta afirmación, previsores, estos mismos armadores políticos apuestan desde hace tiempo a seducir a muchos intendentes y dirigentes de distinto cuño del radicalismo. “El partido nos interesa menos que muchos de los líderes locales de muchas ciudades del interior. El requisito es que sean respetados y que estén dispuestos a cooperar con nosotros. Además, sus candidatos de hoy, que serían Julio Cobos o Hermes Binner, miden no más de diez o doce puntos antes de las PASO, que después se reducirían a no más de diez puntos a causa del voto útil. Si, en cambio, ellos ven que Sergio Massa mide 30 puntos, Daniel Scioli mide 28 puntos y Mauricio Macri mide 25, podrían volcarse a cualquiera de los que encabecen la oposición. Hay que pensar que en 1999, la Alianza ubicó a 80 intendentes, la mayoría radicales, en la provincia de Buenos Aires, de los cuales hoy quedan sólo 15, casi el 20 por ciento de lo que habían conseguido. En estas elecciones, si no hay una fórmula atractiva que vaya al frente de la boleta, se van a ir casi todos del Frente Amplio Unen (FAU)”, graficó de manera categórica el hombre del Pro.
El nombre Dellarossa
Desde los comienzos del mes de agosto de este año, Mauricio Macri concentra su estrategia de campaña en visitar las ciudades y municipios que concentran a más de 70 mil habitantes, aunque a veces extiende su recorrido a localidades cercanas más pequeñas.
En este contexto, el caso Marcos Juárez y, por lo tanto, el de Pedro Dellarossa, es, para los armadores Pro, emblemático. “Buscamos candidatos que estén legitimados localmente y que tengan capacidad para ganar”, dicen, y se ven reflejados en el caso del juarense.
Por el contrario, ponen como ejemplos negativos lo que ocurre con los dirigentes radicales José Manuel Cano (Tucumán) y Julio Martínez (La Rioja), que les plantean una alianza a nivel nacional con Sergio Massa y a nivel provincial con ellos. “Nosotros les decimos que no y, de persistir en este planteo, vamos a ir con candidatos propios y así les vamos a quitar los 10 o 15 puntos que les permitirían ganar en sus provincias”, amenazó el dirigente macrista.
En cuanto a la estrategia, la gente del Pro planteó que a partir del 11 de diciembre de 2015 se necesita gobernabilidad. “Para eso les vamos a ofrecer a nuestros aliados abrir las listas de diputados y senadores y, donde ellos pueden ser ganadores, no presentar candidatos a gobernador para permitirles el triunfo”, afirman. En este punto, desde el macrismo reclaman que “los radicales deberían ser inteligentes, porque hoy existe un triple empate entre Massa, Scioli y Macri, con muy pocos puntos de diferencia entre ellos, y los dos primeros son simplemente más de lo mismo. Macri lo dice siempre, si quieren continuidad, ya tienen a Scioli y a Massa, pero si quieren el cambio, voten al Pro”.
Como un ejemplo de “los inteligentes”, la gente del Pro nomina a Luis Juez, “que partió de putear siempre a Macri y después se le acercó y pasó a trabajar con el Pro. Aquí, con el Pro se va a discutir poder, no contratos. Por eso, deberían ser inteligentes”.
El terreno más resbaloso
La provincia de Buenos Aires es la clave de cualquier elección. El éxito o el fracaso del partido que aspire a ubicar a su candidato en la Casa Rosada depende del resultado que consiga en este territorio –alguna vez, alguien lo denominó como “una estepa rusa”–.
Ante la escasa inserción que logró hasta el momento la figura principal del Pro en este distrito, María Eugenia Vidal, los operadores del Pro no se preocupan demasiado. “Hasta ahora solo se trabajó en la candidatura de Mauricio Macri y cuando esta se fortalezca, la figura de María Eugenia se va a potenciar, sin duda”, alegan sin despeinarse.
Escaldados por experiencias anteriores, en especial por la conflictiva relación que mantuvieron años atrás con Francisco de Narváez, los armadores del macrismo se atajan.
Y sobre el necesario crecimiento de Vidal, dicen que “Emilio Monzó, el principal arquitecto del armado Pro, siempre decía, en relación a De Narváez, que el presidente es el que pone al gobernador, no a la inversa. Esto era porque Francisco decía que él le aportaba su caudal de votantes al candidato presidencial, cuando en realidad ocurre al revés: es el candidato presidencial el que tracciona votos para el gobernador”. Así explican las vicisitudes que rodean a la campaña de la actual vicejefa de Gobierno, en camino a convertirse en candidata a gobernadora bonaerense.
Para ejemplificar su estrategia en la provincia de Buenos Aires, los operadores del Pro hablan sobre lo que ocurre en Junín. “El intendente radical Mario Meoni se fue con Massa, pero en el último tiempo anda queriendo pegar el salto hacia el Pro. La razón es muy sencilla. El candidato del Pro es Pablo Petrecca, que en 2011 logró 15 puntos y ahora creció hasta estar apenas a tres puntos de Meoni. Nuestra premisa va a ser no sacrificar a los candidatos del Pro, por lo que no vamos a aceptar compartir una lista con Meoni como candidato a intendente”, dejando una puerta abierta para llevarlo eventualmente en otra sección de la boleta electoral.
De la patria chica a la patria grande
Los armadores del partido que lidera Mauricio Macri tienen en claro que van a conseguir poco a nivel superestructural y ponen como ejemplo lo que ocurre en Córdoba y en Entre Ríos.
“Hay 16 intendentes radicales entrerrianos que ya manifestaron su apoyo a la candidatura a gobernador de Alfredo de Angeli al margen de la conducción provincial. Allí no necesitamos al partido: vamos, arreglamos con los líderes locales y listo”, desafían.
Por su parte, relatan que al intendente de Córdoba y líder provincial Ramón Mestre, que no se hizo presente en los festejos que sucedieron a la elección de Dellarossa y que se mantuvo alejado del armado con el Pro, “se le insubordinaron los intendentes radicales de la provincia, que fueron a apoyar al intendente de Marcos Juárez y manifestaron su apoyo a seguir aliados con el Pro para 2015”.
Como colofón, los operadores del Pro sintetizan: “Queremos fortalecer lo propio, por lo que no nos cerraremos a los acuerdos locales, que fue lo que hicimos en Marcos Juárez y lo que vamos a hacer en Entre Ríos, en Córdoba, en Mendoza, en Santa Fe, en la provincia de Buenos Aires y en la Ciudad de Buenos Aires”.
En Córdoba, los armadores del Pro diseñaron una estrategia muy sencilla: llegan a una ciudad, abren un local, plantan las banderas amarillas “y después se ve”. Allí lo único seguro es el “vamos a ir contra De la Sota”. Y destacan: “En la provincia se ve una gran ola amarilla, por lo que sabemos que vamos a crecer allí”.
Territorio cautivo
En la Ciudad, el Pro tiene cuatro precandidatos a la Jefatura de Gobierno: Gabriela Michetti, Horacio Rodríguez Larreta, Cristian Ritondo y Diego Santilli.
La áspera disputa que enfrenta a los cuatro a veces deriva en ataques –casi siempre indirectos– que arrojan curiosos resultados.
Hace pocos días, la empresa de investigación de mercado Management & Fit, que dirige Guillermo Seita –ex jefe de gabinete de asesores de Domingo Cavallo–, arrojó como resultado que, de los candidatos del Pro a la Jefatura de Gobierno, solo uno de ellos, el vicepresidente primero de la Legislatura porteña, Cristian Ritondo, perdería con Martín Lousteau si este fuera candidato por el Frente Amplio Unen. Esta afirmación, de dudosa verificación, muestra que la batalla por la Ciudad de Buenos Aires no será un lecho de rosas para nadie, pero también que no será de ataques directos. Todo muy Pro.